Chicago, 1920. Escándalo en el mundo del espectáculo. La bailarina Roxie Hart está acusada de asesinar a su amante, mientras que la artista de vodevil Velma Kelly ha matado a su esposo y hermana. Desde la cárcel siguen soñando con volver a su mundo de fama y luces, con la ayuda del abogado Billy Flynn.
Este musical, basado en una obra de la dramaturga y guionista Maurine Dallas Watkins, se estrenó en 1975, y cumple 50 años de representarse en las salas de teatro de todo el mundo, con la reputación de ser el segundo espectáculo de mayor duración en presentarse en Broadway, solo detrás de El fantasma de la ópera.
Y este viernes 20 de junio llega a El Teatro Scala Shopping de Quito, justo por su aniversario, con la compañía In Crescendo, dirigida por Carlos González. El elenco es ecuatoriano: las guayaquileñas Noralma Rivas y Cristina Alcívar, el quiteño Mateo Terán, el cuencano Álex Cisneros y Magda Salinas, de Pasaje. “Son 19 personas en escena, entre cantantes y bailarines, y una banda de diez músicos”, indica González.
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Añade que la música del compositor John Kander está ensamblada por Felipe Aizaga, reconocido músico quiteño; Daniel Boada, en el piano; Fercho Cilio, en otro piano. “Hay acordeón, hay trompetas, hay vientos, y está Zak Icaza, gran músico, en la batería. Es una banda sólida, potente, que va a sonar increíble”.
In Crescendo tiene una larga trayectoria con los musicales. El más reciente fue Mamma Mia!, que este año llegó hasta el público guayaquileño, en el escenario del Teatro Sánchez Aguilar. ¿Desde cuándo estaban planeando Chicago?
“Es como la joya de la corona, uno de los más aclamados y famosos de Broadway. Está cumpliendo 50 años en cartelera y nosotros estamos haciendo eco de esa celebración y presentándola en Quito. Chicago siempre tiene acogida. Es uno de esos inmortales que nunca pasan de moda”. González recuerda que la historia está ambientada más de 100 años atrás y, sin embargo, sigue vigente. La autora Watkins, quien ejerció brevemente como periodista, la escribió a partir de sus experiencias cubriendo la sección de judiciales del diario Chicago Tribune. “Creo que por eso resuena en el público de todas las edades, de todas las épocas”.
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González, que presenció la obra en Nueva York hace ya 20 años y la vio nuevamente en Buenos Aires, Argentina, hace una década, es también fanático de la película de Robert Marshall de 2002, protagonizada por Renée Zellweger, Catherine Zeta-Jones y Richard Gere.
Chicago llega a Quito en una adaptación fiel al guion original de Bob Fosse y Fred Ebb. “Es el mismo guion, los mismos personajes, la misma historia y la misma estructura que tiene en Broadway, porque nosotros adquirimos los derechos y la obligación de cumplir la obra a cabalidad, con la música, intermedios y entreactos”.
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Todas las canciones estarán en sus versiones en español. “Es que la historia se cuenta a través de las canciones, es importante que el público escuche la letra y la entienda para poder seguir el hilo”.
Los ensayos se han desarrollado durante dos meses y medio, aproximadamente. “Tenemos un equipo bastante talentoso y sólido y eso hace que el esfuerzo no se sienta tanto, sino un disfrute de trabajar en esto, que es maravilloso”.
¿Habrá oportunidad de verla en otras ciudades? “No sabemos qué puede pasar. Sin embargo, podría ser que más adelante visitemos Cuenca, una ciudad a la que siempre queremos llegar, o Guayaquil, que también nos recibe con mucho cariño”. Promete que es una puesta en escena de calidad internacional, con el mismo entusiasmo con el que emprendieron Mamma Mia! y Grease y con el que tienen en la mira la impactante Amadeus, un canto a la rivalidad de Mozart y Salieri (la estrenarán en septiembre).
“¿Y el próximo año qué vendrá? No lo sabemos aún”, pero están optimistas, porque como dice el director, el género musical no solamente es querido en Quito, sino Ecuador. “El teatro musical invade de alegría, es un público que está ávido de consumir cultura”. En el cine, el musical es una apuesta. Pero en el teatro es diferente. “Creo que tiene que ver con el formato en vivo. Escuchar la orquesta y a los cantantes a pocos metros de distancia, dándolo todo, genera otra experiencia, contagia otra energía. El cine, con todo lo fantástico que es, tiene difícil replicar esa comunión, en la que nada nos separa a los artistas del público”.
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Este es, en la visión de González, el ritual del teatro que otros formatos difícilmente logran, y que se cumplirá en Scala (aforo de poco más de 500 personas) los fines de semana del 20 de junio al 6 de julio, nos informa. Los viernes y sábados a las 19:00 y los domingos a las 18:00. No se preocupe mucho si no consigue su localidad favorita. “Desde cualquier lugar del teatro se ve bastante bien”. (E)