Desde hace un par de años, los fines de semana se han vuelto de Recyclada, una feria para encontrar tesoros en la ropa de segunda mano, vintage o saldos de marcas locales y estadounidenses.
En realidad, es toda una fiesta a favor de la sostenibilidad y el emprendimiento: los vendedores ganan dinero con vestuario en buen estado, que ya no usan, y reciben capacitaciones variadas; por su parte, los atuendos obtienen una segunda vida, manteniéndose en uso por más tiempo, promoviendo su reutilización, reparación y reciclaje. Y los compradores renuevan sus armarios sin sentirse en la ruina.
Todo esto en un escenario cambiante, que se muda cada fin de semana, aunque nunca le faltan los carteles graciosos y llamativos para atraer la venta (su gran estrella de marketing), así como los bolsos rosados (reutilizables) para llevarse las preciadas compras, que van desde $ 1, $ 2 y $ 3. La siguiente edición de Recyclada justamente es este domingo, 10 de agosto, en Lorenzo de Garaycoa y Portete, esquina.
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Detrás de la iniciativa está la publicista y maquilladora Andrea Rodríguez, de 40 años, quien vio en la venta de ropa usada un recurso para afrontar diversas crisis personales a lo largo de su adultez. Hoy es su principal negocio y el medio para que otros también emprendan.
“No empezó por moda. Recyclada empezó por una crisis personal mía. Estaba sin trabajo, en depresión. Mi estilo de vida me tenía enferma, tanto mental como físicamente”, recuerda la emprendedora. “Tenía estándares de belleza y de consumo irreales, con un clóset lleno y estaba chira. Era algo irónico”.
Recuerda que primero empezó a vender su vestimenta como una forma de obtener dinero para conseguir nuevas prendas, desde que tenía 18 años y estaba en la universidad. Una vez que se casó, después de los 25, el negocio que puso con su esposo no prosperó como ellos esperaban.
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Entonces retomó la experiencia previa y, con la motivación de ayudar a aportar a su familia (entonces tenía dos hijos), creó su primera tienda de ropa de segunda mano, aprovechando el universo de compradores que había conocido anteriormente.
“Comencé a vender mi clóset y abrí una tienda. Primero fue online; luego tuve una tienda física, donde era todo reciclado, hasta el letrero de afuera. Uní todos mis dones: yo maquillaba a las modelos y con la ropa les tomaba fotos”, recuerda. De eso hace unos trece, catorce años. “Entonces llegó la pandemia y tuve que cerrarla. Todos mis sueños se fueron al piso”.
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No obstante, Andrea decidió intentarlo nuevamente. El sueño cambió de forma: su proyecto se convirtió en una feria itinerante; la primera empezó en el 2021.
Así optó por seguir formándose para no dar vuelta atrás en su negocio. “Tomé cursos de redes sociales, un masterado en redes sociales, cursos de pauta digital, de superación personal, oratoria... De todo lo que te puedas imaginar. Me coacheé a mí misma”. En junio de este año, la feria Recyclada cumplió oficialmente dos años. “Esta vez ya tenía una marca construida”, aclara su mentalizadora.
Recyclada cambia vidas, está segura Andrea Rodríguez. “Podemos contribuir al cuidado del medioambiente, que lo estamos destruyendo, porque la moda es la segunda industria más contaminante del mundo. Estoy aquí para compartir mi testimonio”, sostiene. “No solo yo cambié mi forma de pensar, sino de los 50 feriantes que están conmigo. Estamos de la mano aprendiendo juntos, impulsando el consumo consciente y local”. De 2.000 a 3.000 personas acuden a cada edición de la feria, afirma.
¿Por qué Recyclada tiene éxito? Lo que diferencia a su evento de otros, dice su creadora, son sus capacitaciones. “Me preocupo de que cada feriante vaya con las herramientas necesarias a la feria. Las ventas son como ir a un baile. Tú tienes que ir preparado, bien encachinado; si no, nadie te va a sacar a bailar, nadie te va a parar bola”.
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“También quiero que la gente vea tu estand a tres metros (de distancia). ¿Cómo lo provocas? Haciendo buenos letreros. Es nuestra ley: tienes que llevar tu letrero porque, si no, no vendes", agrega. Además, los feriantes pueden participar las veces que quieran.
Sí, es cierto. La ropa de segunda mano está de moda; la moda circular está en tendencia. “Pero hay que hacer conciencia de que no debe ser tendencia”. Por eso, Andrea Rodríguez anima a unirse a su iniciativa: “El que no arriesga no gana. Pierdan la vergüenza, porque de la vergüenza uno no come, pero sí puede ganar muy buenas experiencias, muy buenas historias y muy buen billetito”. (E)