El compositor colombiano Santiago Cruz volverá a Ecuador tras tres años. Estuvo en diciembre de 2019 con la cantante puertorriqueña Kany García. Desde su última visita al país, Cruz regresa a la capital renovado, habiendo sacado un libro que empezó a escribir como forma de terapia, y con el reto de cantar con una sinfónica, un formato de concierto distinto a lo que está acostumbrado.

Cruz conversó con este Diario sobre su relación con Ecuador, el desafío de cantar con una sinfónica como apoyo, la recepción de las revelaciones personales que hizo en su libro sobre su padre y su adicción al alcohol, su proceso creativo, y el momento más alto y el más bajo de su carrera.

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¿Qué es lo que más le gusta de venir a Ecuador?

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La gente. La gente siempre me trata muy bien, me hacen sentir bienvenido. Son muy generosos conmigo. Disfruto mucho de Quito, de Guayaquil, de Cuenca, de Manta. Siempre me siento bienvenido donde sea que vaya en Ecuador y ojalá esta vez no sea la excepción.

¿Se siente diferente tocar con una sinfónica respecto a un concierto normal con banda?

Absolutamente, porque además el concierto sinfónico que nosotros preparamos tiene la particularidad que yo no voy con mi banda. Habitualmente lo que se hace es que está la banda y alrededor de la banda se ubica sonoramente y estéticamente la orquesta sinfónica. Eso hace que el concierto tenga un carácter muy especial, muy particular, muy único. Es un concierto muy exigente, muy demandante vocalmente y en términos de concentración porque es un escenario al que no estoy habituado: siempre estamos con el beat de la batería detrás dictándonos el tiempo; en este caso es seguir al director y tratar de compenetrarme de la mejor manera con la orquesta.

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A pesar de la exigencia, es un concierto que disfruto mucho hacer porque es muy elegante y conmovedor. Todo lo que tiene que ver con la orquesta sinfónica termina siendo majestuoso.

¿Cómo se sintió revelar cosas tan personales en su libro?

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Fue un ejercicio muy liberador. Creo que en estos tiempos que se busca la selfie perfecta y que no se nos vean nuestros lados poco favorables, con tantos filtros que esconden nuestra verdad. Es un libro tremendamente honesto y transparente, no sé si peligrosamente honesto. Me parece que son bienvenidos esos ejercicios en estos tiempos. La gente agradece mucho eso. Es lo que he sentido con el libro, que la gente agradeció y sigue agradeciendo el ejercicio de honestidad y transparencia, de desnudez absoluta que supone ese libro.

¿Esa búsqueda de autenticidad y conexión con la gente le impulsó a escribir el libro?

No, realmente fue una búsqueda mucho más íntima, que terminó siendo muy pública pero empezó como íntimo, de gestión emocional a través de la escritura de ciertos episodios en mi vida que yo sentía que tenía que gestionar de alguna manera a pesar del paso del tiempo. Cuando me di cuenta tenía 5 episodios muy bien narrados que despertaron el interés de la editorial.

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¿Cómo fue la recepción del libro?

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En general fue muy positiva. Obviamente nosotros como sociedades, partiendo desde la familia, estamos muy condicionados a una frase que todos hemos oído en nuestras casas: ‘la ropa sucia se lava en casa’. Hay gente que no le gusta que se ventilen determinados episodios, les cuesta gestionar eso de manera más libre, siguen pendientes del ‘qué dirán’ y de su posición en la sociedad. Para esas personas siempre estos ejercicios más liberadores suponen un reto mucho mayor que para quienes nos tiene sin cuidado lo que piense la gente.

Después, el ejercicio del libro se transformó en brindar una herramienta por si hay alguien allá afuera que le sirva, que se abrigue con esa historia, pues maravilloso.

Sobre su proceso creativo: ¿tiene alguna maña o cábala a la hora de componer? ¿en qué se inspira?

Cuando mi carrera estaba empezando y no había tantos viajes y demás pues si había un lugar especial que hasta hace poco conservé. Ahí me sentaba a escribir y demás. Con el paso del tiempo y las giras uno va encontrando el oficio de encontrar la canción, valga la redundancia, en cualquier circunstancia o lugar. La dinámica te obliga a eso, sino termina siendo muy limitante.

En mi caso, una canción puede surgir de una frase, de una idea melódica, de una frase de notas o desde una premisa, de algo sobre lo que quiero hablar. Cada canción tiene una historia única, y no siempre empiezan de la misma manera.

¿El punto más alto y el más bajo de su carrera?

Espero que no haya llegado el punto más alto todavía. Cuando llegue el momento del retiro vuelves y me haces esa pregunta y te lo cuento, espero que falte mucho para eso. El punto más bajo...pues el comienzo. A partir de ahí ha sido una curva siempre con pendiente de ascenso y espero que siga siendo así. Creo que cada momento de la carrera, dependiendo de cómo lo utilice uno, termina siendo positivo, como la vida misma. A veces episodios que pensamos que son negativos, si les damos el uso adecuado, terminan transformándose en episodios positivos, como en la vida misma. Yo empecé cantando canciones ajenas en bares para 30, 35, 40 personas, y ahora hago teatros y coliseos con canciones propias. Es un regalo maravilloso poder decir eso.

Las entradas al concierto de Cruz en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura del Ecuador el próximo 9 de febrero están disponibles en el sitio web de Ticketshow y cuestan lo siguiente: $50 (luneta alta); $60 (luneta baja); $80 (platea) y $90 (butacas). Todos los asientos son numerados. (E)