Parecía un augurio de lo que sucedería pronto, cuando Roberto Calero ofreció su última presentación en vivo el 14 de febrero de este año, le dijo a su último hijo, Dyango Calero: “Hijo, creo que es la última cantada”. Y así fue. Al día siguiente a causa de una peritonitis fue intervenido en el hospital Teodoro Maldonado Carbo, en Guayaquil. Sin embargo, él ya presentaba insuficiencia renal (por lo cual recibía diálisis), además, sufría de presión baja. Todos aquellos factores complicaron aún más el estado de salud de uno de los representantes de la rockola más importantes a nivel nacional.