Fueron doce años de espera. Y, para ver el show de la Chica Dorada, valieron la pena. Sus paulanáticos llegaron desde temprano para ubicarse en los primeros asientos. Arribaron con carteles, camisas con frases de sus canciones y con cintillos alusivos a la artista. La mexicana Paulina Rubio se tomó su tiempo para salir a escena, y fue justo a las 23:00 (el acceso al público arrancó a las 17:00) cuando una esbelta silueta con abundante cabellera rizada y rubia apareció entre los músicos.

Los asistentes la recibieron de pie, con celulares en mano que hacían las veces de linternas e iluminaban el recinto. Estuvo apoteósica, con un traje platinado, gafas y unas largas botas verdes. No necesitó que la anunciara el presentador: salió a escena y comenzó a cantar para que sus fanes no esperaran más. Empezó con un remix de sus más conocidos temas, entre ellos Mío.

“Hoy es un día diferente para nosotros. Hace tanto que no los vemos. Nos encanta estar en una fiesta nacional, en una ocasión tan significante en Ecuador. Y a mí me gusta venir porque todos ustedes son de los míos, porque aquí las que mandan son las guapas; las que lideran este país son guapísimas. ¡Arriba la mujer!”, dijo Rubio.

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No hizo pausas largas. Fue a cantar y enamorar a la audiencia que se dio cita en el parque Samanes, la noche del domingo 24 de julio, con los temas Nada fue un error (ft. Coti y Julieta Venegas), Lo haré por ti (del álbum homónimo lanzado en el 2004), Yo no soy esa mujer, Causa y efecto, Casanova...

Don’t say goodbye, Boys will be boys, Ni una sola palabra, Ni rosas ni juguetes, Dame otro tequila. Le hizo un tributo a Los Tigres del Norte con el tema Golpes en el corazón.

“Paulina está en Guayaquil. ¿Qué quieren que cante? Canciones de antes, de después, para ellas, para ellos. Mi mejor ranchera para ellos”, dijo antes de interpretar El último adiós.

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Siguió cantando hasta las 00:00. Se despidió con música, con la promesa de volver y de enamorar nuevamente a su público ecuatoriano. (E)