Madrigal es una palabra que no solo la lleva en su apellido, sino también en su piel, como un tatuaje; en su alma, como un diario eterno; en su identificación, como solista; y ahora es la que da nombre a su reciente lanzamiento musical. Nathalia Madrigal, conocida por ser vocalista de Swing Original Monks, va tejiendo con amor y cuidado su proyecto personal, al que se suma una versión de uno de los boleros más antiguos que existen: Madrigal.
“Es una canción que ha sido importante para mí y para mi familia toda la vida, porque tiene la palabra madrigal. Desde siempre, mis tíos la cantaban, mi papá siempre la tuvo sonando en la casa; entonces, como que crecí amando esa canción”, declara a EL UNIVERSO la artista, de origen colombiano y corazón ecuatoriano.
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Sostiene además que también buscaba hacerle un homenaje al puertorriqueño don Felipe Rosario, Goyco, compositor de esta canción, que anteriormente ha sido cantada por otros artistas, como Danny Rivera, Trío América y Manzanero. “Sin tener nada que ver, terminamos unidos para toda la vida con este compositor”, dice.
Con esta versión buscaba enlazar el pasado con el presente; es por eso que su propuesta sonora incluye danzón cubano y beats electrónicos, que se fusionan con los instrumentos clásicos del bolero. Un trabajo hecho de la mano del productor Ivis Flies y con la dirección musical de Álex Alvear.
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“Todo el proyecto está inspirado en los boleros, en la música que escuchaban mis papás en la sala de la casa. Entonces, estoy muy familiarizada y me siento muy cómoda dentro de este género (...). Siempre he amado los boleros”, expresa Madrigal.
Madrigal se complementa con un videoclip que fue dirigido por David Rojas Dager y que se rodó en una casa de antaño en Salinas. “Todo en Madrigal es verde, porque hay una foto, que compartí en redes, en la que se ve una sala de mi casa en la que todo es verde (...); hace alusión a esta sala y a esta casa. En los portarretratos salen todos los Madrigal: mi abuelo, mi abuela... También salen objetos de un pueblo en Antioquia”, cuenta.
La artista, también conocida como Juana Monk, lleva quince años en Ecuador, país que ha disfrutado de su arte y su música, y en el cual ha encontrado inspiración para sacar canciones como esta, que invitan a ser escuchadas con un cafecito mientras se experimenta ese calor de hogar. “Llevo mucho tiempo lejos; me he perdido muchas cosas con ellos. Entonces, es una forma de acercarme y de decirles: ‘Ey, yo he estado afuera, pero me importa todo, me importan ustedes’”, afirma Madrigal, quien desde hace un buen tiempo vive muy cerca de la playa.
Es así como la voz de esta artista se deja escuchar como un suave susurro en este proyecto, también llamado Madrigal, que —asegura— está hecho con el corazón, a mano, añejándose por el tiempo que necesite para salir por completo a la luz. “Es música para escuchar en la sala de la casa. (...) Yo creo que la gente valora que sea un proyecto tan íntimo y tan personal”, describe.
Por lo pronto, disfruta de este camino como solista que emprendió en el 2020, y promete más canciones antes de verse con su público cantándolas en vivo. “Me siento superfeliz. (...) Todavía no he tocado en vivo, y allí será otro reto, otro proceso sostener esto en vivo, cantando sola”. (I)