Hay una parte de la aventura que ha vivido la agrupación argentina de reggae Los Cafres que transcurre en Ecuador, como el primer concierto en este país, que fue “en algún lugar de Quito, en la cima de una montaña”, recuerda el guitarrista Víctor Raffo.

“Fue un sold out total, un show muy emotivo; el público ecuatoriano fue una sorpresa, nos dejó la mejor impresión. Después fuimos a Guayaquil, y caminamos la ciudad con varios de los músicos, hasta el monumento a Bolívar y San Martín”. En su memoria, también está un parque con animales ‘exóticos’ (las iguanas, tortugas y ardillas del parque Seminario). Y en diciembre de 2023 fueron invitados al Festival Internacional del Globo Mitad del Mundo.

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Guillermo Bonetto, fundador, vocalista y letrista de Los Cafres. Foto: Cortesía

La banda se formó en 1987, pero alcanzó interés masivo en 2004. “Fue un trabajo de hormiga”, dice Raffo, porque ellos se aferraron a la idea original de hacer reggae roots en castellano. “Aunque ha pasado mucho en la música, seguimos fieles a un estilo, y hasta el día de hoy lo somos”.

El grupo tiene una gran virtud, añade, la ventaja de tener dos compositores que no paran: Claudio Illobre (tecladista) y el vocalista Guillermo Bonetto, miembros fundadores. “Otro motivo (de permanencia) es nuestras ganas de seguir, nos gusta mucho lo que hacemos. Y el afecto de la gente, que se renueva todo el tiempo”.

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El auténtico mercado musical

En la década de 1980 en Buenos Aires había un lugar obligado para los jóvenes, un mercado en el que se vendían casetes que no se conseguían en las tiendas. “Era el sitio para ir a buscar cosas raras, y el reggae era una cosa rara en esa época. En Argentina se editaron un par de discos de Bob Marley y algunos de Peter Tosh, algo de UB40, en vinilo, a fines de los 70 y principios de los 80, pero nada más”.

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Allí se conocieron los creadores de Los Cafres, y Raffo se sumó después. “Para mí, en lo particular, fue fundamental la visita del cantante (británico-guyanés) Eddy Grant a Buenos Aires en 1979. Me abrió la cabeza hacia el reggae”. Como ellos, Grant pasó varios años produciendo y consolidando su carrera en solitario hasta ser reconocido.

El grupo se conoció en una calle de Buenos Aires, en una época en que el reggae llegaba a Latinoamérica en pequeñas dosis. Foto: Cortesía

Eligieron ese nombre aunque están conscientes de que puede tener una connotación peyorativa. “Sabemos muy bien el origen árabe de la palabra y su significado a través del tiempo (en México se tilda así a los malos conductores, algo así como decir ‘camarón’ en Ecuador). Cayó en desuso, en Argentina es un arcaísmo, pero en un libro impreso en España en los años 80 cafre aparecía como “persona marginal”, que es el uso principal que se le da hasta la actualidad. Y bueno, cayó simpática”, por sus posibilidades de sugerir rebeldía y escándalo.

“El reggae es un clásico, es inmune a las tendencias”

¿Es el reggae música para relajarse, para disfrutar, para pensar? “Puede ser un poco de todo”, piensa Raffo. “Yo me enamoré del género por sus características musicales (la cadencia, el minimalismo, los silencios), no por un mensaje religioso”, explica, “porque realmente no se entendía de qué estaba hablando Marley cuando cantaba del (movimiento religioso, social y cultural de origen jamaiquino) rastafari”. Tampoco había bibliografía en castellano.

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Con el tiempo, llegaron libros desde España, hablando sobre la historia y el mensaje del reggae. “Pero nosotros lo abrazamos desde lo musical; y los letristas que son Guillermo y Claudio le han puesto su impronta con letras, reflexivas unas y románticas otras”.

En su carrera han explorado la musicalidad del reggae, con letras reflexivas y positivas, pero sin ahondar en las raíces religiosas del género. Foto: Cortesía

Recomendaciones para quienes quieran escuchar a los grandes referentes vivos del roots reggae: Winston Rodney, el cantante más conocido como Burning Spear, y Dennis Bovell. ¿Y en Argentina? “Los Cafres fue la primera banda de reggae roots en castellano”, afirma Raffo con sencillez, pero añade que antes de eso, en su corazón juvenil estuvo Sumo. “El líder era Luca Prodan, un italiano que había atravesado la llegada de la revolución punk y el reggae a Londres, y vino a la Argentina y formó este grupo, que era muy polifacético, una mezcla de new wave europeo con reggae, rock y after punk. La faceta reggae de Sumo para mí fue fundamental, porque fue la primera vez que vi a músicos tocando ese tipo de música en vivo y en directo”.

Las plataformas digitales dan mucha cabida a lo pasajero. Da la sensación de que hay millones de canciones para escuchar y eso no te permite detenerte en ninguna.

Víctor Raffo

Ahora con su propio grupo hace lo mismo, desfilando por el continente, despertando sensibilidad para este género. “Está más allá de las modas. Es un clásico, por lo tanto es inmune a las tendencias que atraviesan la música, y creo que va para rato, porque hay muchos músicos jóvenes que hacen reggae roots en todos los países”.

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Casi cuatro décadas después, Raffo medita en lo que significa ser exitoso. “Somos de la vieja guardia, de la época de los vinilos y los casetes; ni siquiera existía internet. El mercado del arte ha cambiado, la influencia de la tecnología también. Pero para nosotros, si el éxito se refleja en la vigencia, es porque pasa por la calidad. Si no, es efímero”.

Las plataformas digitales, razona, dan mucha cabida a lo pasajero. “Da la sensación de que hay millones de canciones para escuchar y eso no te permite detenerte en ninguna”. En contraste, ellos y su generación crecieron comprando un disco o un casete a la vez, y escuchándolo de principio a fin decenas de veces. Además, la música era una experiencia social. “Estaba el ritual de juntarse con los amigos a escuchar el disco recién comprado. Todo eso no existe más”.

Pero el entusiasmo por oír música en vivo y compartir con otros las emociones de un concierto no se han ido. Los Cafres quieren mostrarle a Guayaquil un recorrido por su discografía, en dos horas de show (“o más”), desde su canción más escuchada en Spotify, Naturaleza (Comunicación / comunión / nada que esperar / sencillamente unión). “Hay temas de todas las épocas; los clásicos Si el amor se cae, Casi que me pierdo, Tus ojos, Aire, pero también los más nuevos, Cómo ver y La flor”.

Y siguen grabando. “Hace tres meses grabamos seis temas, que supongo que podrán escucharse en septiembre, y quién quita que para el 21 se los estaremos tocando a ustedes”, en el Festival Wankabeats (Parque Samanes). (E)