En algún momento de su vida, si sus padres fueron estrictos durante su adolescencia, al pedir permiso para ir a un concierto debió escuchar la frase: mejor te compro un CD y te quedas escuchando el concierto en casa y en primera fila. Si no la escuchó (sé de algunos casos reales) , esa ‘cruel’ sentencia de no salir, para quien quería ir a compartir con sus amigos en medio del tumulto, los gritos de euforia y la sordera temporal por el alto volumen de los parlantes de un show, se ha vuelto una realidad palpable en esta época de pandemia.