Desde la provincia de Manabí parte un relato que no se limita al sabor del chocolate, sino que rastrea raíces, voces y tiempo. Para Susana Cárdenas, periodista ecuatoriana, el grano pasó de ser tema de cobertura a convertirse en territorio entero de exploración.

Su libro Tierra hermosa: una historia ecuatoriana de chocolate y su marca, Cárdenas Chocolate, reflejan esa travesía: no solo hacia una barra, sino hacia una historia que conecta su propia familia, la costa manabita y el cacao fino de aroma ecuatoriano.

Todo comenzó lejos de una plantación y cerca de la palabra. Durante años, Cárdenas escribió sobre cultura y sociedad en medios como El País y EL UNIVERSO. Su curiosidad por el cacao surgió no como anécdota familiar, sino como hallazgo. Esto derivó en viajes, entrevistas, pruebas y, más tarde, en un proyecto en la Universidad de Cambridge, donde en 2017 fundó lo que es hoy Cárdenas Chocolate.

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Ilustración del libro Tierra hermosa: una historia ecuatoriana de chocolate. Cortesía

Desde ahí inicia su trabajo de encontrar las ‘joyas’ del cacao nacional, variedades antiguas, redescubrirlas, fermentarlas con precisión y devolverlas a la conversación global del chocolate de origen.

“Esto ha sido mi motor de vida en los últimos doce años. Esta idea del libro la tengo desde que regresé de Londres. Cuando vivía allá me involucré tanto en el mundo del chocolate y cuando regresé a Ecuador, prácticamente a reconectarme con mi origen, porque tenía que estar lejos para entender el peso de mi origen y esta conexión con esta tierra, la del cacao”, afirma.

El proceso

En su visión, el cacao no es recurso, sino memoria viva. Cada árbol guarda la historia de un territorio, una familia, una técnica; cada barra es el resultado de esa cadena de conocimiento que une lo ancestral con lo científico y sintetiza una ética: rescatar lo valioso sin romantizarlo, hacer visible lo que el mercado industrial sepulta bajo porcentajes y empaques. Su equipo dedica meses a rastrear semillas, probar fermentaciones y reconectar con comunidades que han mantenido vivas plantaciones centenarias.

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“Cuando recién llegué no fluyó, faltaba vida, calle, campo, faltaba viajes, faltaba tener el vínculo intrínseco con todos los actores que hay detrás de cada tableta de chocolate (...). Desde el 2024 comencé a entrevistar a muchísima gente, más de 30 personas del sector y la industria; y libros leídos en los que más palpaba es que hacían falta otras voces y otras realidades”, cuenta.

Tierra hermosa

En 112 páginas se desarrollan las 21 crónicas que condensan el trabajo de la manabita que se deriva de sus entrevistas con historiadores como Francisco Valdez, Benjamín Rosales, Cecilia Estrada.

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“Me pareció fascinante tener todas estas voces y unirlas con una experiencia propia que narro con la llegada de mi familia. Mi padre de ascendencia quiteña, que siempre amó el mar y que cuando lo conoció se quedó; y mi abuela limeña que llega a Bahía en el boom del cacao. De ahí empieza la narrativa”, explica.

Dos años, refiere, dedicó a la investigación para la creación de esta publicación. “Empecé en el primer trimestre del 2024 y la última parte en los recientes meses. En paralelo tenía mi blog en Cárdenas Chocolate, quedó en pausa, pero algunas de las crónicas surgen del blog cuando estábamos en pandemia”, dice.

En esta publicación, la costa ecuatoriana es parte importante del relato. “Quise darle mucho protagonismo a la costa ecuatoriana, a Manabí, a esta hacienda antigua La Providencia, uno de los íconos del cacao en Ecuador; a Guayas y a Guayaquil como la capital del cacao”, menciona.

Las ilustraciones y fotografías son de artistas guayaquileñas y mantenses como Ana Paula Trujillo, Paulina Roca, la acuarelista Andrea Andrade, el diseño de las imágenes fue de Juan Alvarado y María Laura Andrade, la arquitecta que diseña el empaque de sus cajas de balsa en colaboración con artesanos de Montecristi. “He querido reflejar todo el arte que tenemos en el país”. (I)

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