Por Adelaida Jaramillo | Directora de Palabralab y gestora cultural

La literatura funciona de manera curiosa. Cuando leemos nos situamos dentro del libro y una forma de comprobarlo es que logramos conectarnos a una línea o a un personaje. La única historia, de Julian Barnes, a mí me funcionó como una máquina del tiempo que me hizo registrar en la memoria al único amor, mientras me avanzaba en la historia de Paul y Susan, los protagonistas de esta novela, cuya diferencia de edad y su estado civil nos hacen pensar que su relación no va a durar, pero nos equivocamos.

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El narrador inicia diciéndonos que la única historia quizás no es la mejor, pero es aquella que contamos y recordamos siempre. Sin embargo, al final nos damos cuenta de que el narrador solo puede contarnos una historia de amor porque después de esta no quiso vivir ninguna más.

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Contar historias de amor es muy difícil, porque parecería ser que ya se han contado todas. Sin embargo, Barnes, con una destreza literaria impresionante utiliza al mismo personaje y lo convierte en tres narradores, en tres tiempos verbales con tonos e intenciones distintas. Esta novela, en apariencia sencilla, tiene una técnica literaria exquisita.

“Pero lo que tu corazón está haciendo es el número de la desaparición, oh, que es la parte más difícil de sobrellevar”. (O)