Por Eduardo León | Escritor

Cierro mis ojos y el mundo entero cae muerto, de Luis Franco González, nos muestra ocho constelaciones en las que su poesía se deja ver como un lenguaje novedoso, y sus silencios son pájaros resignados ante la música que se invierte en el gozo. Sus versos encuentran siempre manos que dibujan un nuevo destino, donde sus poemas que toman forma de mar no desembocan en ningún espíritu vacío, en ninguna tortura.

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Para el escritor, que nació en la provincia de Santa Elena, la vida es un paisaje y su cuerpo es un columpio donde la voluntad fantasea; por eso, sus palabras tienen la melodía que peina las lágrimas en pañuelos de redención, mientras su corazón tiene el poder de remolcar la piedra de la discordia hasta hacernos besar la tierra luego del diluvio de emociones.

En su texto, publicado en el año 2019, podemos escondernos del mundo y perdernos en el fuego como una respuesta hasta encontrarnos con el autor, que atraviesa cada infortunio con una caricia a la piel que provoca, enfrentando el caos de frente, con un poderoso artificio cargado de peripecias, donde la belleza reconoce un sola cosa: el cuerpo que hoy es un himno. Este material se realizó como resultado de la convocatoria pública para proyectos artísticos y culturales impulsada por el Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividades. (O)