Con cuatro tomos se inicia la colección La Pequeña Biblioteca Ecuatoriana, de la editorial y librería quiteña Perséfone, que recoge textos de autores nacionales y los adapta e ilustra en el formato de libro álbum, para atraer las miradas de los jóvenes lectores y los coleccionistas.
Ahí está Guásinton, el relato del gran lagarto montuvio adueñado del río Babahoyo y enemigo a muerte de los cazadores, escrito del guayaquileño José de la Cuadra.
Publicidad
Y El guaraguao: una historia de plumas y amistad (original de Joaquín Gallegos Lara), en el que esta ave, considerada la capitana de los gallinazos, se identifica tanto con un humano que, después de muerto este, lucha contra otras de su especie para que no lo toquen.
“La colección surgió del interés que teníamos por recoger literatura de nuestra época y volverla más accesible para nuestros públicos”, dice Edmundo Mantilla, director editorial involucrado también en la escritura y adaptación.
Publicidad
Así, él y la editora gráfica de Perséfone e ilustradora en esta colección, Ana Tijeras, tomaron obras de los años 30, sumando a los dos anteriores la poesía modernista y la obra de Pablo Palacio, para hacerlas más accesibles a los públicos que recién se están acercando a la literatura nacional.
A la vez, eligieron el álbum ilustrado para profundizar en algunos de los temas de los relatos desde otras perspectivas.
“Por ejemplo, Guásinton dialoga mucho con el mundo montuvio, con el lenguaje de esos años, da voz a las personas que no la tenían en el espacio de discusión nacional. También es una obra que nos habla de la relación que tenemos con la naturaleza”, dice Mantilla.
Y entran a la conversación ilustradores actuales. Abigaíl Cárdenas trabajó para darle nueva imagen al gran lagarto. Aitana Samaniego adaptó esa historia y también El guaraguao, que contó con el arte de Andrés Samaniego.
“Andrés leyó esta como una historia en la que los personajes más marginados de una sociedad se juntan: este hombre, Chancho Rengo, que es el personaje principal del cuento, y el guaraguao, esta ave de carroña mal vista”. Mantilla explica que este proyecto les dio la posibilidad de hacer un ejercicio de mediación hacia obras escritas en Ecuador hace casi un siglo. “La intención es seguir en esa labor”.
Y también proponer nuevas formas de leer ese canon centenario, que alguna vez formó parte de otros proyectos editoriales. "La colección Ariel (o la Biblioteca Mínima Ecuatoriana, de la cual La Pequeña Biblioteca toma inspiración para sus cubiertas), muy pensada para recoger la literatura ecuatoriana desde sus inicios hasta mediados del siglo XX o un poco después. Estos esfuerzos no se habían actualizado”. De modo que este es, además, un homenaje a la riqueza de esas primeras publicaciones.
Dado que varias de las obras tienen ciertos componentes de violencia, que no ha sido retirada porque era la realidad y la intención de los autores originales, esta es una colección dirigida para público juvenil, no infantil.
A Guásinton y El guaraguao (lectores de 10 años en adelante) se unen la miscelánea de poesía Jardín lejano y el compendio de fragmentos de cuentos, novelas y cartas de Pablo Palacio Brujería (lectores de 14 años en adelante). “En los poetas modernistas vamos a encontrar mucha mención al suicidio, a la tristeza, a la melancolía; y en Palacio mucha afinidad con la locura y con personajes marginales de la ciudad.
¿Cómo presentarlas? En Jardín lejano, Mantilla y Paúl Cepeda, más la artista Pepa Ilustradora, hilan la historia de Silva, una niña de Vinces que descubre el primer amor con un muchacho de Guayaquil, a través de cartas llenas de poesía de Ernesto Noboa y Caamaño y Arturo Borja.
Y en Brujería, Mantilla y Cepeda, con ilustraciones de Ana Tijeras, recorren la vida de Palacio, desde su niñez hasta sus últimos días en Guayaquil; una biografía fantástica a partir de hechos reales.
Los editores tienen planes de hacer crecer La Pequeña Biblioteca Ecuatoriana, rescatando a narradores y poetas menos visibilizados, como la guayaquileña Mercedes Moscoso. “A futuro nos encantaría poder trabajar con algo de su obra”.
También piensan en cómo se leería A la Costa, de Luis A. Martínez, en un nuevo traje de libro álbum. En estos proyectos trabajarán a partir del próximo año, enfocados actualmente en su otra línea, una colección de narrativa.
La Pequeña Biblioteca Ecuatoriana estuvo en la Feria del Libro de Guayaquil de este año y se quedó en la librería Miguel Donoso Pareja del Fondo de Cultura Económica (9 de Octubre y Panamá). También se puede pedir en línea desde cualquier provincia, a través de sus redes sociales. (F)