Los diez hombres que protagonizan, uno a uno, los capítulos de este volumen vivieron entre los siglos XVIII y XIX, fueron contemporáneos y además compartieron el pensamiento liberal. Fueron seleccionados por la autora Gabriela Calderón de Burgos para En busca de la libertad: vida y obra de los próceres liberales de Iberoamérica (Editorial Crítica).
Es un libro que empezó a escribirse en 2014, una investigación de la tradición del liberalismo en la región, pues Calderón menciona que esta se puede encontrar en México, Argentina, Ecuador y, particularmente, en Venezuela.
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“¿Cómo es que tenemos toda esta tradición que se estudia mucho en Estados Unidos y en Europa (...) y acá uno puede saber por el nombre de las calles, el nombre de un aeropuerto, quién fue uno de nuestros padres fundadores, pero no se estudia lo que ellos dejaron escrito y sus ideas”. Así trató de armar una historia del pensamiento liberal de la época de las guerras de independencia a través de algunos de sus actores.
“Otra cosa de la que me di cuenta es que se contaba la historia de manera fraccionada, y los países latinoamericanos fuimos parte de una comunidad transnacional, de un todo”, que a diferencia de lo ocurrido en el norte, no se consolidó en una nación compuesta por estados, sino que se fraccionó.
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“Me parecía importante contar esas diferencias, porque nuestros padres fundadores participaron en esos debates, conocían lo que estaba pasando en Estados Unidos, tuvieron la influencia de la Revolución americana y la Revolución francesa”.
Olmedo y Rocafuerte, los exponentes ecuatorianos del liberalismo
Por Ecuador, en este libro están José Joaquín de Olmedo y Vicente Rocafuerte. Del segundo, Calderón dice que muchos estudios sobre él aparecen en México y Estados Unidos. “Tuvo un papel muy distinguido en los primeros días de la República Mexicana. Él fue el representante de negocios de México ante el Reino Unido. Escribió un Bosquejo ligerísimo de la Revolución de México, muy influyente en cómo los historiadores de toda una generación percibieron ese periodo”.
La fortuna de su familia le permitió viajar por el mundo financiando y comisionando publicaciones para difundir las ideas que, él creía, conducían al progreso. “No solo eso, sino que importaba nuevas tecnologías. La primera bomba para apagar fuegos en la ciudad de Guayaquil la importó él. Reunió capitales para desarrollar el astillero, porque creía que eso iba a poner a la ciudad como uno de los puertos más importantes en el mapa. Y lo fue, en su momento”, afirma, “el primer consulado de Estados Unidos en Sudamérica estuvo en Guayaquil”.
Olmedo, por su parte, fue una fuerza moderadora entre las fuertes personalidades de las que se rodeó: era amigo de Juan José Flores, de Simón Bolívar, de Andrés Bello, de Rocafuerte. “Eran amigos de causa, compartían muchas ideas de lo que debía ser el Ecuador futuro, creían en una república federal descentralizada con un gobierno limitado, y eso lo escribieron”.
De Olmedo le interesa su renuencia a tomar cargos ejecutivos. “Soñaba con dedicarse a la academia, escribir poemas, era un hombre de familia”. Participó, sin embargo, en una de las primeras asambleas constituyentes de Perú, otra en Ecuador (c. 1830) y fue el redactor de la primera Constitución en territorio de lo que hoy es Ecuador, el reglamento provisorio de Guayaquil. “Fue líder de la Provincia Libre de Guayaquil entre 1820 y 1822”.
La investigadora lo califica como un “gran estratega”. “En una situación apretada logra conseguir recursos para financiar la División Protectora de Quito, que es la que termina llegando en 1822 para el 24 de mayo”. Mientras a Rocafuerte lo definía la hiperactividad en lo empresarial, político e ideológico, Olmedo conservó fija la idea de la descentralización.
México, Venezuela, Colombia, Perú y Argentina: liberales de toda Latinoamérica
Constan en el libro también el colombiano José Ignacio de Pombo, el mexicano José María Luis Mora, su compatriota Lorenzo de Zavala, el peruano Juan Pablo Viscardo, los argentinos Manuel Belgrano e Hipólito Vieytes, y los venezolanos Francisco de Miranda y Juan Germán Roscio.
“Una parte de la mitología sobre los liberales es que todos eran anticlericales. Leyendo a estos personajes me di cuenta de que muchos eran religiosos y practicantes (...). En lo que sí creían es en la separación entre el Estado y la Iglesia. En esa época era visto como una herejía, pero no es tal cosa”.
Otra concepción del liberalismo en la región es que no hubo una rama alternativa liberal, y que este se limitó a los militares y caudillos. “Sí, hubo generales que se terminaron imponiendo. ¿Pero quién estuvo discutiendo del otro lado? Eso es lo que he tratado de pintar, que hubo personas que creían que había otra manera de hacer las cosas”.
En busca de la libertad está en Librería Española, Mr. Books, en Buscalibre y en formato digital, en Amazon y Apple Books. En noviembre se presentará en Quito y está por confirmar la fecha en Guayaquil.
Calderón suma este título a Entre el instinto y la razón (Paradiso Editores, 2014) y al capítulo sobre Ecuador de El estallido del populismo (Planeta, 2017).
“Tenemos que asumir nuestro pasado en su totalidad”: las razones para ‘En busca de la libertad’
Calderón asegura que ha tratado de no leer el pasado con lo que llama “lentes del presente”. Por ejemplo, plantea que el Imperio español no tuvo el propósito de crear colonias. “Es incorrecto referirse a lo que hubo aquí como colonias. Eran reinos de ultramar, así estaba escrito en los documentos y en la legislación contemplada: por eso en América Latina uno no tiene que esforzarse mucho para llegar a cualquier pueblo o ciudad para encontrar más o menos el mismo plano urbanístico: el gobierno de la ciudad, el municipio, el hospital, la iglesia, todo alrededor de la plaza central. Eso es influencia de cómo los españoles urbanizaban”.
También distingue entre lo que ocurrió durante el reinado de la dinastía Habsburgo y la de los Borbones. Con los primeros, los gobiernos locales, argumenta, tuvieron mucha autoridad local en las Américas. “Durante la época de los Habsburgo hubo un desarrollo rápido. Se fundaron una veintena de universidades en Latinoamérica, muchas de ellas antes de que se fundara Harvard. La universidad más antigua en el hemisferio occidental es la de San Marcos de Lima”.
Insiste en que lo que hoy es Ecuador es heredero de esos procesos, entre ellos la educación pensada para acceso masivo. “Con esas escuelas llegaron ideas de la ilustración, no solamente de Francia, de Holanda, de Escocia, de Inglaterra, sino sobre todo las ideas de la ilustración hispana de la escuela de Salamanca, porque España mandó a los mejores profesores de su mejor universidad”.
Cita al fraile dominico Domingo de Soto, quien en las Juntas de Valladolid (1550-1551) participó del enfrentamiento entre quienes dudaban de que fuera lícito el dominio de los colonizadores sobre los indígenas y de los que defendían la continuidad de este proceso. “Él dice: ‘No, el rey de España y la reina no tienen derecho divino sobre estas tierras, porque las personas que viven ahí son súbditos al igual que los que viven aquí en la península, y por lo tanto no tenemos derecho a someterlos por la fuerza a la fe ni a quitarles sus derechos, entre ellos el derecho el de propiedad’. Por supuesto, el papel aguanta mucho y hay una larga distancia entre lo que sucedió y lo que decían, pero me parece que es algo que deberíamos saber, que este fue el primer imperio que se cuestiona la ética de la conquista”.
Para Calderón, el mestizaje y la alianza fueron parte de los métodos de conquista. Y después de eso “ya nunca fuimos los mismos”.
“¿Y por qué escribo el libro? Porque creo que tenemos que asumir nuestro pasado en su totalidad, no solo por el lado de esos habitantes que estaban aquí antes de que lleguen los españoles, sino también por el lado de esos españoles que llegaron y se mezclaron y lo que somos hoy. Lejos de avergonzarnos de eso, yo creo que es lo que nos hace únicos en el mundo. Es lo que nos hace una comunidad tan diversa y tan especial”.
Opina que en Latinoamérica hay una “crisis de identidad”. “Porque no se reconoce, no se asume el pasado en su totalidad”. (F)