Alegría Amador es una persona de fácil conversación, es amena y a ratos muy graciosa (las risas no faltaron en esta entrevista). Esa personalidad sin duda combina con sus oficios: tiene un negocio de catering, está involucrada en diversas iniciativas culturales (especialmente relacionadas con la gastronomía) y, entre otras actividades, es una gran aficionada a la poesía, desde muy jovencita.
Pero ponerse los pantalones de investigadora, casi tesista y biógrafa estaba muy lejos de sus planes de vida. “Estudiosa no era. Yo era vaguísima. Pero me gustaba escribir, me pasaba escribiendo poemas, cartas de amor, que vendía a mis amigas de colegio, pero no es que yo era aplicada”, recuerda con una gran sonrisa cómplice Alegría (haciendo honor a su nombre). “No me veía yo escribiendo ningún libro”.
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Pero incentivada por sus conocidos y especialmente por su amor a Toñito, la guayaquileña se ha desafiado a escribir una nutrida biografía de más de 300 páginas. Así llega la vida y obra del ilustre guayaquileño José Antonio Gómez Iturralde, historiador y abuelo de Alegría.
Toñito, como lo llama Alegría, es ampliamente recordado por su trabajo en el Archivo Histórico del Guayas (AHG), en la que fue una ‘buena época’, tal como recordó en una breve memoria la periodista y reseñadora de libros Clarita Medina, a propósito de la muerte del también autor, en julio de 2020, a los 93 años.
En José Antonio Gómez Iturralde: Su vida y amor por Guayaquil. Homenaje a mi abuelo, Alegría ha recopilado una serie de documentos y sobre todo un arsenal de fotos (en páginas formato A4, nada menos) que retratan minuciosamente la historia de su antecesor, desde el origen de sus apellidos, sus antepasados (el primer Gómez), su obra en el AHG, hasta su faceta en redes sociales. Don Antonio, como lo conocían fuera de su familia, tuvo gran presencia en Twitter, hasta sus últimos días, tal como lo cuenta Alegría con la misma chispa que entrega en esta entrevista.
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¿Cómo surgió la decisión de escribir este libro?
A mi abuelito lo catalogaban como el rescatador del Archivo Histórico. Siempre iba a sus eventos. Aún voy. Un día a lo que salgo estaba su mano derecha, María Torres. Ella me dice ‘Quieren escribir un libro de su abuelito, ¿por qué no lo hace usted?’. Según yo iba a ser un librito de 15 a 20 páginas, o un tríptico, pero mi libro se hizo de 348 páginas. Cuando comencé cada vez salía más y más información que no podía dejar de poner.
Usted narra que su familia estuvo ligada al voluntariado, ¿qué revela en el libro que era desconocido?
Cuando fue el incendio que se quemó casi todo Guayaquil, mucha gente fue a la Hacienda Mapasingue, cuyo albacea era mi tatarabuelo Pedro Pablo Gómez Tama, el que dio el nombre a la PPG. Él hizo matar vacas, les dio leche y alimentó a todo el que fue a pedir refugio. Los Gómez hicieron muchas cosas, pero siempre en silencio.
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De mi abuelo encontré papeles que documentan que él compraba los nichos (mortuorios) para sus empleados. Él siempre decía que uno no tenía por qué sacar a la luz la cosas que hacía.
Su abuelo se dedicó a preservar la historia de Guayaquil. ¿Qué cree que el lector necesita entender sobre las raíces que su abuelo tanto amó?
Antes había mucho más civismo, mucho más amor a la ciudad, pero eso se ha perdido. Muchos dicen Guayaquil es así, o pasa esto, pero pocos saben de su historia, de todo lo que que vivió, de que siempre fue un pueblo guerrero, valiente, que se levantó de donde sea, y la gente era unida.
¿Qué lecciones de servicio público le transmitió su abuelo directamente?
Para él lo más importante era que la gente sepa de dónde viene, las costumbres de la ciudad. Por eso es que la mayoría de sus libros, aparte de Gómez, una familia guayaquileña, hablan de las costumbres de Guayaquil. Por ejemplo, antes la gente se frecuentaba en visitas, la ciudad era más unida, todo el mundo se conocía, y era amable.
El respeto a los mayores y a los niños también lo aprendí de mi abuelo. Por eso en mi familia el amor por las personas mayores lo llevamos en la sangre. Todos amamos a nuestros abuelos y de dónde venimos.
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El público conocía al Dr. José Antonio Gómez, como el director del AHG, pero ¿quién era Toñito o su abuelo en la intimidad?
Mi abuelo era una persona súper estricta. Cuando algo no le gustaba, no me preguntes cómo hacía, pero se le paraba el bigote. Todos sus nietos, sobrinos, tíos tenemos la misma impresión (risas). Pero no te regañaba si hacías una travesura. Él siempre estaba presto para escucharte, para aconsejarte. Así lo llames a decirle una tontera.
Él era el pilar de mi vida y lo que más extraño es poder llamarlo por teléfono, cuando me siento perdida, y que me diga “está bien lo que estás haciendo, yo haría tal cosa. ¿Y si haces tal cosa?“. No era el típico abuelo que le dices ‘tengo tal problema’ y tac, te daba plata. No, él te enseñaba, para que tú misma lo resuelvas. No te resolvía la vida, te guiaba.
¿Cómo fue el proceso emocional de revivir su vida en esta obra?
A mí me ayudó un millón. Saqué cosas dentro de mí que tenía guardadas y no aceptaba. Cuando a una persona se le muere un abuelo es súper duro, pero haciendo el libro, aparte de rendirle un homenaje y dar a conocer su trabajo, fue una forma de sanar mi corazón y aceptar mi duelo.
Si pudiera destacar un pensamiento o filosofía de su abuelo para las nuevas generaciones, ¿cuál sería?
A mi abuelo mucha gente lo traicionó. Pero él nunca dio nombres. Yo sé quiénes son, pero no los digo en el libro. Porque él no lo hubiera permitido. Él siempre decía, y es un proverbio que lo pongo: “en el umbral de la puerta verás pasar el ataúd de tu enemigo”.
Eso significa que uno no tiene que buscar venganza, simplemente tú seguir con tu vida y no estar pensando en lo que te hicieron o en lo que dijeron de ti.
¿Por qué este libro es importante para un guayaquileño que no conoció a su abuelo?
Fue una persona que mucha gente le tuvo estima. Mira la cantidad de seguidores que tuvo en Twitter, ni todos los nietos, que somos 25, hubiéramos completado ese número. Cuando él se murió tenía 10.600, ahorita tiene 9.000.
Mi abuelo siempre habló de la cultura de Guayaquil, de sus costumbres, de la vida diaria. Ver tus orígenes, ver de dónde, valorar lo que fuiste y tener orgullo de tus antepasados, de la ciudad donde naciste, te enseña a amar a tu ciudad, aunque ahorita está súper peligrosa.
¿Qué espera que el lector haga después de leer este libro?
Quisiéramos que apoyen un monumento para mi abuelo. Él peleó mucho por Guayaquil y se peleó con todo el mundo por su ciudad, hasta con Rafael Correa, que casi le da un aneurisma y eso está en el libro (Gómez renunció al AHG cuando el exmandatario traspasó la entidad al Ministerio de Cultura). Se lo merece, no porque sea mi abuelo, sino por la clase de guayaquileño que fue.
*El libro José Antonio Gómez Iturralde: Su vida y amor por Guayaquil. Homenaje a mi abuelo, escrito por su nieta Alegría Amador Gómez, está disponible en las librerías Vida Nueva, Española y en el Club El Universo. (E)






















