Una exploración sobre el mal, la conciencia y la justicia ofrece Eduardo Varas Carvajal, ganador de premio Miguel Donoso Pareja 2021 con la novela por la que se le dio esa distinción, Las tres versiones (Cadáver Exquisito, 2022), basada en la breve y violenta vida de Juan Fernando Hermosa Suárez (1976-1996), conocido como el más joven asesino en serie en la historia de Ecuador. La obra se presenta el sábado 24 de septiembre, a las 16:00, en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil, en la sala Rocafuerte del Centro de Convenciones.

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Varas empezó a dar vueltas alrededor de esta idea alrededor de 2016, como un texto de no ficción, y lo acompañó con indagación personal y documental, pero también con sus recuerdos. “No olvido la portada de Vistazo con la cara de él (Hermosa). Esa miraba perdida y de ‘no me importa nada’, y el impacto que me causó entonces”.

Escritor Eduardo Varas gana el premio Miguel Donoso Pareja

Apoyándose, además, en libros y entrevistas a periodistas que cubrieron el caso, Varas estaba organizando un viaje a la zona donde se encontró el cuerpo de Hermosa, en la provincia de Sucumbíos, “pero en ese momento la historia ya había cambiado en mi cabeza, me di cuenta de que no quería hacer un libro de no ficción, porque sería incompleto; me interesaba cada vez más no la figura de Juan Fernando Hermosa, sino la de un tipo como él, de un asesino con sus características. Así empezó a mutar el personaje y mis ganas de contar la historia”, ya no como periodista (su otro oficio), sino como novelista.

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¿Qué conservó en Las tres versiones? Al menos tres de los hechos reales (aparte de esa portada de la revista de febrero de 1992). De los sucesos originales quedó muy poco: la corta edad del asesino (cometió su primer homicidio a los 15 años), su fijación por matar a taxistas y la tragedia de la muerte de la madre (baleada en un operativo policial en el que el adolescente fue capturado ileso), “porque me parecían impactantes y lo suficientemente complejas”.

Los nombres y los testimonios están ficcionalizados. “Tienen algunas características de los reales, pero son personajes creados por fuera de la realidad; era mi necesidad por incluir el elemento de fantasía dentro de la historia. Dije hasta aquí a mi proceso de investigación y el resto está en mi cabeza, es una versión trastocada por mi memoria, soy yo”.

El tiempo también está trastocado en el libro. La memoria de varios de los personajes, vivos y muertos, no sabe si ubicarse en el pasado, en el presente o en el futuro. “Eso fue lo que me motivó a escribir; una novela no es necesariamente el desarrollo de acontecimientos conforme a una línea de tiempo, sino la acumulación de cosas. Si me pidieran: ‘Hazme un resumen de tu historia’, no sabría cómo hacerlo, porque los resúmenes tienen que ver con la forma en que manejamos el tiempo, y en esta novela el tiempo va para todos lados”.

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Así, el autor lleva a J hasta el infierno, pero sin llamas, sin corporalidad, una celda donde sus víctimas lo visitan cada día para recordarle lo que les hizo. No se le permite olvidar, pues el pleno conocimiento de lo que ha hecho, dice Varas, es el fin del terror, la parte fundamental de esa condena.

Eduardo Varas presenta en la Feria del Libro de Guayaquil su novela 'Las tres versiones', este 24 de septiembre. Foto: Cortesía

El conocimiento importa en Las tres versiones, no porque todos lo alcancen, sino porque los que lo buscan se preguntan de dónde salen los monstruos como el Niño del Terror, cuestionamiento que también se hace Varas, quien se confiesa ‘obsesionado con el mal’, o con su origen. “Es sencillo, creo que los monstruos somos todos nosotros. Cómo nos desenvolvemos el día a día va a definir qué tipo de seres somos; podemos ser monstruos para alguien, desde las cosas más banales, como cuando estamos de mal humor y no saludamos al que nos saluda en la puerta, y nos volvemos unos pequeños monstruos mal educados. En este momento nos encontramos en un país en el que las decisiones sobre la vida se toman en segundos, se toman armas, se dispara sin importar nada. Todos somos capaces de cosas atroces, también de las cosas más sublimes, en la medida en que consigamos entender la necesidad de dinámicas como la empatía como método de convivencia, quizás ese monstruo pueda, no creo que ser controlado, pero al menos no tener ocasión de salir”.

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El conocimiento y no las leyes, insiste, es lo que determina que una sociedad sea civilizada (“tenemos que ser civilizados”, repiten también dos de los personajes en la novela). “Somos un poco menos agresivos y menos destructivos cuando entendemos la importancia de pensar en el otro y la empatía”, cualidad de la que J carece absolutamente, incluso después de muerto. “Pero si existió Juan Fernando Hermosa, que mató a tanta gente, también existe una sociedad que fue incapaz de entender a ese pequeño monstruo y por qué lo hacía, y unos medios incapaces de resolver de otra manera lo que pasaba con él. Es muy fácil ver la maldad o al monstruo como algo lejano, algo que no soy yo. En la medida en que podamos entender los niveles de monstruosidad que tenemos, quizás podamos hasta lidiar mejor con nuestras propias tragedias. Todo lo que pasó con él es una tragedia: lo que hizo, todo lo que le dejó a las familias de la gente que mató y lo que consiguió para su propia familia, para su madre, para los que orbitaban a su alrededor. No quise humanizarlo a él, quise humanizar la experiencia desde los diferentes aristas posibles, las que se me iban ocurriendo”, y así tienen voz desde la ficción los campesinos que encontraron el cuerpo, los miembros de la banda de J, las autoridades policiales, las familias de las víctimas.

Los acompañantes de la creación de Las tres versiones han sido textos y documentales sobre el cine de horror, de autores como Alex Garland (La playa) y David Eggers, y la directora y guionista francesa Julia Ducournau, exponente del género del horror corporal. “Y mi obsesión con el mal, porque creo que nunca hemos estado tan mal como ahora. Las tres versiones es una obra pesimista, pero en el fondo también es un intento por conseguir algo de justicia, que es algo que también pasa en mi novela anterior (Esas criaturas, 2021)”. Una búsqueda y no una consecución, “pues no sé qué sea justicia en este momento”. (E)