“La sociedad de la nieve” se ha convertido en el relato más exacto de una tragedia que conmocionó al mundo en los años 70 y en la que murieron 29 personas, 12 de ellas al instante y otras 17 a lo largo de las horas y los días posteriores.
La historia de Juan Antonio Bayona relata el suceso que ocurrió el 13 de octubre de 1972 cuando el avión 571 de la Fuerza Aérea de Uruguay, con 40 pasajeros y cinco tripulantes, se desplomó en la Cordillera de los Andes.
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Solo 16 sobrevivientes lograron regresar a casa, como se muestra en la película de Netflix que no solo se basó en el libro homónimo de Pablo Vierci, sino también en los dramáticos testimonios de sus protagonistas, los mismos que estuvieron 72 días inmersos en la helada cordillera, con frío, sed y hambre.
Las circunstancias los llevó a a hacer lo inimaginable: comer los cadáveres de sus amigos fallecidos en el accidente para poder permanecer con vida, un hecho que, aún en contra de su voluntad, los salvó como recuerdan aquellos que más tarde pudieron contar su historias.
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“Creo que me estoy volviendo loco, porque estoy pensando en comerme los cuerpos de nuestros amigos”, fue una de las frases más impactantes que recordó en algún momento Roberto Canessa y que aún retumba en la memoria de los protagonistas que aún viven, como reseña La Cuarta.
Aquí te recordamos algunos de los relatos más impactantes de Canessa, quien escribió un libro al respecto, y de Roy Harley, recogidos por el medio de chileno.
Roberto Canessa
“No podía creerlo. Miraba a mi alrededor y todo era un desastre. Algunos amigos estaban muertos, otros estaban heridos, sangrando, algunos tenían pedazos de metales incrustados”.
“Nos congelábamos por la temperatura (...); para los que quedaron, sólo había rocas y nieve. No había nada que comer y sentíamos mucha, mucha hambre”.
“Alguien dijo ‘bueno, si Jesucristo dijo en la Última Cena tomen mi cuerpo y mi sangre, está bien’. Para mí no era la Última Cena. Aunque luego me pregunté qué pensaría yo si fuera uno de los cadáveres”.
“Comer los cuerpos, para vivir lo suficiente hasta ser rescatados, fue más difícil para algunos que para otros. Comer los cuerpos sólo fue ganar tiempo”.
“Me di cuenta de lo frágil que era la línea que separa la vida de la muerte, así que desde entonces disfruto más de vivir”.
Roy Harley
“Si el infierno existiera, eso fue el infierno. Vivimos una noche en el infierno. Lo recuerdo de una manera impresionante. Revivo las sensaciones, siento el frío, siento las charlas. Tenía una persona a los pies que se quejaba y que le faltaba un cacho de la cara. Y a mí me daba miedo reconfortarlo, tocarlo, decirle alguna palabra”.
“Para mí la historia tuvo un montón de cosas buenas: que no nos busquen más fue una buena noticia; usar los cuerpos fue una buena decisión; el alud, que si bien mató a ocho compañeros, nos hizo unirnos más como grupo y dejar las camarillas; haber encontrado la cola del avión renovó nuestras esperanzas”. (E)
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