A los 20 años, Simón Trujillo, conocido en la música urbana como SAI, aprendió que una canción puede ser más honesta que cualquier conversación pendiente. Suerte VV, su más reciente lanzamiento, nació en Miami entre la tristeza y la urgencia de decir lo que no pudo cara a cara.

El tema no estaba en la agenda de su equipo. El plan era estrenar otro sencillo, Ponte de espalda. Pero un quiebre sentimental cambió la ruta. “Yo hablé con mi equipo y les dije: Tiene que salir. Es el momento para que salga. No más adelante ni después. Tiene que salir ya”, recuerda.

La historia detrás es tan simple como dolorosa para el cantante. Su expareja terminó la relación en un ‘en vivo’ en redes sociales. “Todo se terminó por un like”, confiesa. Lo que siguió fue una sesión inesperada con Saga Whiteblack, productor conocido por clásicos de Nicky Jam, y con One Sebastian. De esa jornada salió un reguetón con cuerdas melancólicas, más cercano a una balada urbana.

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La canción que cambió los planes

Para SAI, el valor de este tema está en la autenticidad: “Uno puede sentarse a escribir una historia inventada, y está bien, pero esta canción habla de mi vida, de una relación corta, rápida, intensa, y de cómo pedía perdón. Fue muy especial porque todo se dio en ese momento”.

Aunque proyecta en redes la imagen de “bandido y desadaptado”, asegura que Suerte VV muestra otra cara: “Quiero que entiendan que tengo un corazón que se enamora y que sufro cuando las cosas no salen bien. Esto que siento es real. No me interesan los likes ni los views, me interesa que la gente conecte”.

Reconoce que no fue la primera vez que experimentó un desamor, pero sí la primera ocasión en que un detalle tan mínimo como un like bastó para terminar una relación. Sin rencor, lo resume así: “Uno entiende que ahí no es. Si es para uno, es para uno, y si no, también está bien”.

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“No Plan B”: la decisión de ser artista

Detrás de SAI está la historia de un joven bogotano criado entre el rock argentino que escuchaba su madre, el jazz que disfrutaba su padre y la música de su hermano. Desde niño pasó por academias, tocó batería y cantó covers. En la adolescencia decidió apostar todo por la música y se tatuó en el rostro “No Plan B”. “Mi mamá lloró, pero yo le dije: ‘No voy a hacer nada más que no sea esto’”, recuerda.

Intentó estudiar Administración y luego Música, pero los viajes y las giras lo llevaron por otro camino. “La universidad de la música es la vida misma”, resume.

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En medio del desamor, Suerte VV le dejó una lección y fue cantar lo que uno siente miedo a comentarios exteriores. “Eso es lo más valioso. El no tener miedo a lo que piense la gente. El tema me enseñó a hablar lo real”.

Hoy dice estar enfocado en su salud, su familia y sus canciones, sin buscar relaciones a la fuerza. “Cuando uno está bien, la persona indicada llega”.

El cantante ya lanzó Ponte de espalda junto con el chileno Bayron Fire y prepara una serie de trap que siempre quiso sacar. Para diciembre planea un primer EP con inspiración en la música colombiana.

Mientras tanto, mantiene su vínculo con Ecuador, país al que dice le tiene un valor ‘especial’: “Lo que más me emociona es conectar con la gente de acá, es que lo recibe a uno con tanta energía. Los ecuatorianos son únicos”, finaliza entre sonrisas. (E)

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