El pasado sábado 23 de septiembre, Jaime Bayly firmó más de 500 libros el día de su conferencia ‘Los genios’, en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil; y cuando abrió el foro para recibir preguntas, una de ellas le tocó el corazón y casi lo hizo llorar, tal como dijo en un video difundido en redes sociales.
“Se paró un señor y me dijo: ‘Hace 13 años, mi novia quedó embarazada, y yo no quería ser padre, y le pedí que abortara. Ella no quería. Y justamente llegó a mis manos una novela suya, titulada El huracán lleva tu nombre. Y leyendo entendí que usted también había pasado por un trance similar, había dejado a su novia embarazada y no quería ser padre. Pensaron en abortar, y al final no lo hicieron, y nació su hija Camila’”.
Así, textualmente, Bayly resumió el relato del lector, que concluyó explicando que decidió aceptar su paternidad, y tuvo con su pareja a la bebé, a la que llamó Camila, que ahora tiene 13 años.
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“Yo estaba sinceramente conmovido. ‘Gracias a esa novela, nació nuestra hija’. Fue precioso. Un momento inolvidable, porque como le dije, eso demuestra que los libros no son completamente inútiles, que las novelas pueden tocar, cambiar, mejorar la vida de la gente. Una persona que está perdida encuentra en el arte la luz que le ayuda a salir de una crisis o a conocerse mejor”.
Bayly se declaró muy sorprendido del “inmenso cariño” de los lectores ecuatorianos, y estimó que estuvo al menos cinco horas atendiéndolos, pues su intervención en la FIL empezó a las 18:00 y se retiró después de las 23:00. No solo firmó Los genios, sino novelas de años anteriores, como El cojo y el loco, La lluvia y el tiempo, Morirás mañana, “y ejemplares antiquísimos de No se lo digas a nadie y La noche es virgen. Tienen una relación de amistad conmigo, que va más allá de la lectura”.
El peruano-estadounidense también anotó los momentos en que logró hacer reír a su audiencia: cuando les presentó al hombre que le llevó un vaso de agua como ‘su novio’, cuando habló de ‘Luisa González, de Correa’, y cuando mencionó que en comparación con el empresario Álvaro Noboa, el hijo de este, el candidato presidencial Daniel Noboa es una muestra de que la especie “ha evolucionado para bien”.
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Admitió que no se considera un intelectual ni un académico, y que sus charlas son muy improvisadas, “con los riesgos consiguientes”. Aseguró que confía en su memoria, en su elocuencia, y en que, de hacer el ridículo, no pasa nada.
“Yo estaba allí, hablando de manera fogosa del arte, de la literatura, de Vargas Llosa, de García Márquez, del puñetazo (que según su novela Los genios, este último le asestó al primero), de cómo investigué la novela, de cuánto me he arriesgado en publicarla, y pensaba, estas personas están viendo a este predicador, a este hablantín, a este charlatán…”, pero lo que más le preocupaba, afirmó, era tener abierto el cierre del pantalón y no haberse dado cuenta. (E)