“Los tiempos de Dios son perfectos, aunque a veces no entendamos por qué las cosas pasan como pasan. Cuando el corazón se calma, todo se acomoda y solo queda agradecer. Hace unas semanas, mi vida dio un giro inesperado. No fue planeado ni imaginado, fue una noticia que me sacudió el alma. Lloré, tuve miedo, dudé…”.