Alos 17 años, todavía en el colegio, Cuty Ycaza escuchó una pregunta que cambiaría su vida. Su madre, práctica y visionaria, le pidió que pensara en una actividad que pudiera ser un hobby, pero que al mismo tiempo le permitiera ganar dinero. La mayoría de jóvenes a esa edad soñaban con carreras convencionales. Ella eligió distinto: un curso de belleza. No lo sabía entonces, pero esa decisión sería la semilla de todo lo que vendría.
“Cuando pensé en un hobby que me diera dinero, dije: quiero ser maquilladora profesional. Mi mamá me dijo que estaba loca. Hace 25 años eso no era una profesión, la gente no se hacía arreglar, a menos que fuera una novia o la mamá de la novia. Al inicio mis papás estaban incrédulos porque no lo veían como una carrera ‘de verdad’”, cuenta Ycaza sobre el inicio de su camino en el camino de la belleza.
Mientras su sueño seguía en pie, en casa querían para ella una profesión estable y seria: ser parvularia. Cuty lo intentó, pero no se reconocía en ese futuro. Su lenguaje estaba en otro lado. “Después de dos años de haber insistido, me metí a estudiar párvulos, estaba lista para irme a la universidad a terminar la carrera en Boca Ratón (Florida). Le dije a mi papá que no quería estudiar eso, mi papá era abogado, le insistí tanto que me dijo: ‘termina la carrera y haces el cursito’. Le respondí: Hago el cursito y termino la carrera”.
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De esa negociación con sus progenitores, Cuty consiguió estudiar maquillaje, cosmetología y peluquería en tres instituciones en Estados Unidos. “Me tomó como año y medio, me preparé y después aproveché y me quedé trabajando un año en un spa famosísimo. Comencé como chica champú, lavaba las toallas, barría los cabellos, pero yo empecé en el mejor lugar donde podía aprender. Siempre tuve claro que quería aprender del negocio desde cero, para que el día de mañana sepas dirigir y respetar cada uno de esos trabajos, y lo agradezcas”, explica.
Empezar de cero
A los tres meses de volver a Ecuador, su padre fallece a causa de un infarto cerebral. Era agosto del 2001. “Él era quien mantenía el hogar, mi mami era ama de casa y cuidaba cinco hijos. Él tenía cinco trabajos para mantener a la familia. Mi mamá, con los ahorros que tenía, nos dijo a los tres mayores: ayúdenme a pensar en un negocio, tenemos que salir adelante como familia. Le propuse poner el primer spa en Guayaquil”, narra quien fuera parte del staff de maquilladores del Miss Universo durante 13 años, cuando la franquicia era propiedad del empresario Donald Trump, ahora presidente de Estados Unidos.
“Yo era la única ecuatoriana, la única latina que iba al Miss Universo. A mí contrataba el certamen directamente, no las marcas de maquillaje. El ir al Miss Universo le dio un valor agregado a mi carrera, porque me hice visible en mi país e internacionalmente”, comparte.
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Con el corazón roto, pero resiliente, Cuty arrancó a los 25 años su primer negocio con el apoyo de su madre, en Urdesa, donde aún funciona. “Si yo no daba el mil por ciento de mí, ¿qué pasaría? Nunca fue una opción quebrar, porque había tanto que perder, porque debíamos levantar a la familia”.
Ese primer spa comenzó atendiendo a los amigos cercanos hasta que llegaron los clientes del boca a boca y la agenda tenía reservas llenas.
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De emprendedora a formadora artesanal
El concepto inicial de su negoció cambió con la salida de cada colaboradora que ella preparaba y luego decidía emprender de forma independiente. “Así nace el centro de formación artesanal, comenzó con dos aulas, renovamos la parte del local (spa) y a la par funcionaba cada parte. Poco a poco fuimos creciendo”, dice luego de 36 promociones de profesionales preparados.
Hace 18 años iniciaron el trámite en la Junta Nacional de Defensa del Artesano (JNDA) que ahora avala sus títulos, junto con el Ministerio del Trabajo, en especialidades como belleza (peluquería), cosmetología, cosmiatría, uñas, barbería.
“Cuando se dio la oportunidad, yo formé el gremio de los maquilladores del Guayas, fui presidenta y pionera del gremio que convalidaba los conocimientos de las personas que ya tenían trayectoria. Ellos vinieron a titularse, y esto dignifica un trabajo”, enfatiza.
Cuty, quien fue presidenta de la JNDA por dos años, afirma que al crear una marca el propósito y la identidad son fundamentales. “Si tienes tu identidad y tu propósito, tu norte claro, a dónde quieres llegar, una marca no muere en el tiempo”, asevera. (I)
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