Ella es la ‘amix’ de una gran comunidad digital y televisiva. Tiene una prometedora carrera en ascenso en la pantalla chica, ha representado al país en el Miss Universo y, sin embargo, la sencillez y humildad no la ha perdido. Es auténtica. Virginia Limongi Silva, quien fuera Miss Ecuador 2018, es ahora una de las presentadoras del matinal En contacto, de Ecuavisa. Acompaña a las amas de casa todas las mañanas y cuando las luces del estudio se apagan, su atención vuelve a centrarse en lo más importante de su vida: su familia, Cézar y Virginia María, su marido (como ella lo llama) y su hija.

Esta Navidad, afirma, será distinta y especial. Es la primera vez que estarán en su propia casa para la fecha, sin grandes celebraciones. Estar juntos es lo que realmente le interesa. Oriunda de Portoviejo y con una pareja proveniente de Brasil, la fusión cultural y de tradiciones es parte del día a día. “En Brasil, por ejemplo, mi pareja me dijo: ‘nosotros no comemos relleno’. Ellos comen arroz con menestra (caraotas) y nosotros acá lo comemos por todo y ellos no tenían más tradiciones que irse a la playa, hacer algo supersencillo, se reunían un poco y no tenían mucho eso de colocar árbol, decorar o regalos”, cuenta.

El 2022 es la tercera Navidad que comparten, cada una muy distinta a la otra. “La primera fue cuando mi hija recién nació y estábamos en la pandemia, con ese miedo y estábamos con toda mi familia. Comprenderás que mi familia de parte de Los Limongi son bulliciosos, eran exagerados, nos reíamos, mucha gente, mucha comida y mucha diversión, pero no logramos sentirlo como esta es nuestra familia. Nuestra segunda Navidad la pasamos alejados, él estaba en Brasil, yo estaba aquí y nos tocó hacerla por medio de una videollamada, que tengo hasta el registro y todo porque quería tener un recuerdo, y la tercera, teníamos un debate este fin de semana de saber qué íbamos a hacer. Él me decía: ‘amor, nosotros somos una familia, quiero que nosotros creemos nuestras propias tradiciones, nuestro propio ritual porque a medida que uno va creciendo, hay ciertas cosas que se van perdiendo’”, admite.

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La casa de la abuela es, por tradición, el centro de reunión de toda la familia de Virginia. Con el tiempo la primera parte de la celebración se sigue dando en el mismo espacio y de ahí cada grupo parte a su propio hogar. “Como nuestro árbol está aquí y nuestras cosas están acá, hemos decidido ir allá y pasar con mi familiar, pero regresar para hacer nosotros de nuestra Navidad algo diferente, ya sea pidiendo algo de comer porque nosotros somos realmente superrelajados en eso. No creemos que tenga que ser el pavo, pero te voy a ser honesta, lo único que no me puede faltar es el relleno, aunque no lo sé hacer”, cuenta.

“A mí lo que me interesa muchísimo es ese recuerdo de las navidades cuando yo era niña y es esa familia que se ríe, se divierte, que conversa, porque uno se puede olvidar qué le dieron, pero nunca se olvida de cómo se sintió en cada Navidad”, agrega.

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Creando recuerdos propios

“Vamos a crear nuestra propia Navidad, donde estaremos en nuestra casa, con nuestro arbolito, con nuestra gata, con nuestro perrito, con la gorda que ya tiene dos años y ya está más grande, sin saber qué vamos a comer, sin muchos regalos, pero seguros que vamos a hacer algo que nos guste a nosotros como familia”, menciona.

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La Nochebuena la celebran en Manabí, un día antes celebran el cumpleaños del padre de Virginia, y de ahí prevén retornar al Puerto Principal. “Más que nada porque mi familia ama a mi hija y mi abuela una vez me dijo, que me quedó tatuado en el pecho, ‘que su alegría de vivir era mi hija’ y yo pensé por un momento no ir, pero me dije: ¿cómo les voy a quitar esto? Mi mamá estará acá”, refiere.

Presente y futuro juntos

En su etapa de noviazgo, detalla Virginia, estas fechas cada uno las compartía con sus respectivas familias. Ella en Ecuador y él en Brasil.

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“Ahora que ya somos una familia, y lo digo con muchísimo respeto, casarse nunca ha sido mi sueño, y él es un hombre que lo ha respetado bastante y gracias a Dios, en esa parte de nuestra relación, la hemos conversado, no solamente una vez, sino varias veces, porque a medida que tú vas conviviendo con una persona, y se lo digo siempre a él, el amor no es el mismo, tú vas subiendo escaleras, el respeto obviamente sí, pero uno va cambiando con el tiempo, va madurando, va creciendo, va teniendo otros objetivos y me dijo: ‘en algún momento nos casaremos’”, refiere.

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Virginia recalca: “Siento que ya somos una familia y sin importar dónde estemos, sin menospreciar a ninguna familia, nos necesitamos solamente a los dos y a la niña y ahí nos sentimos completos. Ahora que queremos hacer es no tratar de mirar cuáles eran las tradiciones de tu familia y cuáles las mías, y si las juntamos. La idea es crear nuevas, así como decidimos nosotros no criar a nuestra hija a base de cómo nos criaron a nosotros, sino en lo que creemos, esta es la familia Costa Limongi y listo”.

Virginia María y Cezar Augusto, la familia de Virginia Limongi. Foto cortesía @ivisproductions @mariyo.ph

La practicidad también es parte de este trío muy unido. “Los regalos tienen que ser útiles, lo que se necesite en ese momento se lo das y también habíamos llegado a un acuerdo para que la niña no tenga muchos regalos, porque después uno tiene esas etapas de vacas gordas y otras de vacas flacas. Lo bonito y lo mejor que podemos regalarle cada Navidad es que siempre tenga un buen recuerdo de unión en familia”. enfatiza.

Virginia dice que justamente para no malgastar el dinero en juguetes que su hija no usará todo el tiempo sugiere siempre a sus familiares y amigos que le consulten qué necesita. “Pregúntame qué le hace falta, ropa o zapatos, muñecas, tengo una caja llena de las que solo usa una, igual los peluches, y con Cézar llegamos a esa conclusión de darle detalles que disfrute. Ella tiene algo para pintar y es la más feliz del mundo, a parte que me ha pintado toda la casa”, ríe mientras lo recuerda. (I)

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