Si hay un director que sabe cómo hacer un thriller erótico en Hollywood, ese es Adrian Lyne. Autor de películas como 9 semanas y media, Proposición indecente y Atracción fatal, Lyne, de 81 años, definió prácticamente ese género en los años 1980 y 1990.

Luego su carrera sufrió un frenazo en seco, a principios de los años 2000. Hace dos décadas que no rueda ninguna película, pero su vuelta a las pantallas ha sido a lo grande.

Aguas profundas (Deep Water), en Amazon Prime Video a partir del 18 de marzo, vuelve a abordar el tema de la infidelidad matrimonial, con Ben Affleck y Ana De Armas.

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Ambos fueron pareja en la vida real, brevemente. Y con menos dramatismo que en la película, en la que el personaje de Armas casi enloquece a su marido con su infidelidad.

“Cuando hice el casting, hice una prueba en mi casa en Los Angeles”, explicó Lyne en una entrevista vía Zoom.

“No sabía gran cosa de Ana... pero cuando vi cómo trabajaba con Ben enseguida percibí que entre ambos funcionaba la química. No se trata de él o de ella, sino de ambos, juntos”, explicó.

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‘Emociones complicadas’

Una de las cosas que han cambiado desde que Lyne dejó la cámara es la aparición en la industria del cine de los ‘coordinadores de intimidad’, una especie de mediadores para que las escenas de sexo sean lo más relajadas posible para los actores.

“Me sentí consternado ante la perspectiva”, dice Lyne.

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“No me gusta que no haya confianza entre los actores y el director. Si no tienes eso, no tienes nada. Yo tengo que estar dispuesto a morir por ellos, y ellos por mí”.

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Lo más difícil fue sin embargo preservar el mensaje desestabilizador de la película: “muy a menudo el instinto de los estudios es desechar los aspectos incómodos en un guion. Pero esas partes son a menudo las más interesantes”, dijo Lyne.

“Quería hacer una película en la que hubiera complicidad entre ambos. No es un matrimonio feliz, convencional. Hay una sensación de malestar”, explica.

‘Increíblemente destructivo’

En la película, el personaje que encarna Ana de Armas engaña a su marido abiertamente, con una cierta complicidad de este, algo que choca con la oleada de puritanismo y el discurso políticamente correcto presentes en Hollywood.

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El tema central del largometraje son los celos. “Una emoción tan complicada... Obviamente es increíblemente destructiva, pero también tiene un componente erótico”, arguye.

Lyne lleva casado casi 50 años. Su última película fue Infiel, con Richard Gere.

¿Su mujer se siente incómoda con esta obsesión por el adulterio?

“Está sentada a mi lado, así que tengo que tener cuidado”, dice Lyne con una carcajada, durante la videoentrevista.

“No sé porqué sigo rodando ese tipo de películas”, confiesa. “Puede parecer cursi, pero me gustan las películas en las que puedes meterte en los zapatos del actor. Me puede gustar Dune o The Matrix, pero prefiero películas de presupuesto más pequeño, sobre ti o sobre mí”.

Lyne asegura que no hay ningún motivo en particular por el que estuvo alejado durante veinte años de los rodajes. Simplemente la realidad de la industria del cine, en la que los proyectos a veces naufragan tras años de esfuerzos.

“No puedo esperar otros 20 años”, dice riendo. “¡Tendré 100 años! (I)