María José Argenzio tiene doble nacionalidad, ecuatoriana e italiana, algo que atribuye a su crianza, pues dice provenir de una familia que siempre estuvo buscando una genealogía de sangre azul. Sin embargo, siempre se ha cuestionado la aristocracia, el colonialismo y esa mirada hacia el norte que siempre ha tenido Latinoamérica. En su exposición individual Presentes transtemporales, curada por Susan Rocha, hace una lectura sobre las estructuras del poder que están adheridas en las relaciones de género, clase y etnicidad.

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La guayaquileña explica que la exhibición es el resultado de varias investigaciones que partieron de diferentes momentos con un mismo hilo conductor, la descolonialidad. “Estoy tratando de que la gente y la sociedad haga conciencia de esta mentalidad colonizadora que todavía está muy presente en la sociedad ecuatoriana y me atrevería a decir latinoamericana”, expresa Argenzio, quien sostiene que esa ideología es la generadora de muchos problemas sociales de la actualidad.

'Geneología' Foto: Cortesía

A la entrada de Casa del barrio, espacio cultural donde se lleva a cabo la exposición, unos coloridos banderines reciben a los visitantes. En ellos, la artista ha cambiado la iconografía española con símbolos que representan a la identidad y cultura ecuatoriana. “Lo que estoy haciendo es crear nuestro escudo, el que nos identifica a nosotros, el real, el que debería ser de nosotros”, dice.

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De esta manera, sugiere como iconografías a un árbol de guayacán, una quena, una arma amazónica, una pared de choza, y un guacamayo. Todos bordados con hilo de rayón y barra por la comuna de Ibarra.

Obra 'Banderín', reaizada en tela algodón bordada a mano con hilo de rayón y madera de guayacán. Foto: Mishell Sánchez

La muestra es una selección de obras de su autoría que van del 2013 al 2019, en la que destacan materiales como el pan de oro, el oreto y la madera de guayacán. Y en donde también la mano de obra artesanal del país está muy presente, para “visibilizar y reivindicar nuestra cultura en general”. Refutando a la vez esa idea “novelera” de que lo de afuera es mejor.

“Nosotros como artistas plásticos y los diseñadores lo sufrimos bastante”, menciona la guayaquileña que pone de ejemplos algunas marcas internacionales que son de preferencia para algunas personas, un pensamiento que dice “no nos deja crecer”.

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“Si no aceptamos quiénes somos y nuestras raíces con orgullo, y explotamos eso, nunca vamos a llegar a ser una potencia mundial”, apunta.

En este sentido, Rocha describe en su curaduría que Argenzio construye un diálogo con múltiples temporalidades. “Su obra se muestra como el síntoma de la relación esquizofrénica que el presente tiene con sus pasados, tanto reales como ficticios”, menciona en su texto curatorial.

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Esta reflexión se ve trasladada a su escultura Ruina VI, una columna estilo corintio de resina ubicada en el piso del espacio cultural. Una obra que partió de un estudio que realizó sobre la arquitectura guayaquileña, cuando luego del gran incendio de la ciudad fue reconstruida en cemento por arquitectos italianos, con una mirada hacia la arquitectura europea.

“Siempre he dicho que nuestra cultura es una cultura de la copia y la pega. Siempre estamos viendo hacia al norte”, comenta.

En la gráfica: 'Ruina VI' y 'Notabile y Nobicile', de María José Argenzio. Foto: Instagram Casa del Ba

En otra de sus obras y con una intención algo satírica, presenta a tres esculturas de bananas bañadas en pan de oro y sobre un cojín de terciopelo oscuro, tradicionalmente usado para colocar una corona. “Hay varias cosas aquí, está la cuestión del género, está la cuestión de la mirada eurocentrista hacia países y continentes del tercer mundo, esta mirada exótica”, dice.

Esta pieza la denominó Chiquita, en alusión a la famosa exportadora de banana, que en una de sus publicidades presenta a una “mujer sexualizada” en una banana, que llega a tierras europeas a promocionar el producto estrella de Ecuador. “Era este objeto fálico que llegaba del primer mundo coqueteándoles”, enfatiza la artista, quien cuenta que durante sus estudios en Europa siempre fue vista como ese cliché de mujer latinoamericana, con curvas, tez morena, labios grandes, y cabellos rizados.

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De este modo, su obra se muestra como un símbolo de la economía nacional, de la masculinidad y de un modelo económico de corte extractivista.

La obra 'Chiquita' es una reproducción en moldes de bananas hecho de resina y cubiertas de pan de oro sobre almohadón de terciopelo negro, Foto: JULIAN VILLAMAR MARQUEZ

“El pasado es usado por Argenzio como una forma de resistencia frente a las prácticas hegemónicas, como un síntoma que permite diagnosticar la naturalización de formas patriarcales, clasistas y racializadas de ser y estar en el mundo”, analiza al respecto la curadora.

Uno de sus últimos trabajos que forman parte de la actual muestra y que es expuesta por primera vez en Guayaquil es Saltatrás o Tonatrás, un cuadro ‘señorial’ de más de un metro de altura cubierto de pan de oro y con marcos de madera tallados que se repiten continuamente hacia adentro. De esta forma, Argenzio representa la oligarquía fallida, pues estas formas constantes “anulan la figura de este personaje oligarca importante”.

Obra 'Saltatrás o Tonatrás', realizada con marcos de madera tallados y cubiertos de pan de oro.

Presentes transtemporales reúne en total 14 obras que estarán disponibles a la vista del público hasta el 19 de noviembre, en Casa del Barrio (Panamá y Juan Montalvo). Este jueves 11 de noviembre, a las 11:00, la artista desarrollará una visita guiada. Mientras que el jueves 18 de noviembre será a las 16:00. (I)