Se dice que uno ha completado uno de los círculos de la vida cuando después de una larga serie de eventos la misma situación con la que comenzó todavía existe, pero esta adquiere un nuevo significado. Hace ocho años, cuando la balletista María Clara Ambrosini tenía 15, participó en uno de los números más famosos del ballet clásico, El corsario. Ahora, a sus casi 23 presenta la obra como la directora de Artium, escuela de ballet que dirige desde el 2020.

Se trata de la primera gala de esa escuela que pone en escena a sus 25 alumnas en el Salón Experimental del Teatro Centro de Arte (km 4,5 av. Carlos Julio Arosemena), este jueves 24 de febrero a las 19:30. Es un evento abierto al público y las entradas tienen un costo de $ 25 por persona (disponibles en taquilla).

Artium es una iniciativa de María Clara que surgió al inicio de la pandemia por el coronavirus y a partir de su preocupación por el rumbo del ballet en medio de confinamientos y cuarentenas. ”Quería continuar este arte de la manera que se pueda en medio del encierro”, explica la bailarina especializada en la técnica rusa Vaganova, que estudió durante catorce años en la Escuela Rusa de Ballet de la fallecida maestra Ana Wiesner y se especializó en seminarios internacionales.

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En efecto, ha obtenido medallas de oro en Danzaeuropa de Italia y en Miami International Ballet Competition, medalla de bronce en Valentina Kozlova International Ballet Competition de Nueva York, medalla de plata y el título Bailarina Internacional Destacada en el American Dance Competition de Daytona.

“Tenía alumnas que les daba clases particulares mucho antes de la pandemia, luego empezó la modalidad online y me pidieron clases por esta vía. Con amigas del ballet también nos conectábamos para tener clases juntas y nunca dejar de entrenar. Me di cuenta de que podíamos reunirnos y empezar algo”.

Las clases de Artium se desarrollan justamente donde operaron las clases de Wiesner y ahora una de sus más talentosas estudiantes se convirtió en la maestra. Quienes creen que el destino tiene un plan, podrían decir que este hecho estaba escrito desde que María Clara pisó este estudio cuando apenas dejó de ser una bebé.

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“Mi primera presentación de ballet con Anita de hecho fue El corsario a los 3 años y también fue la última con ella. Cuando recordé estas presentaciones se me puso la piel de gallina y me puse a llorar, en todo este proceso he sentido que ella ha estado conmigo, acompañándome justamente en el salón donde ella me enseñó todo”, comparte Ambrosini.

El corsario relata la historia de amor entre un pirata y una esclava en las costas de Turquía. Es una trama de pasión y traición, y su final es trágico. La pieza, inspirada en un poema de Lord Byron (uno de los escritores más importantes del Romanticismo), se centra en las odaliscas Medora y Gulnara, conocidas así las doncellas de la esposa del sultán, en la piel de las estudiantes Nicole Coka y Fiorella Jurado.

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Esta pieza no solo guarda un gran significado para María Clara, también será eternamente memorable para sus alumnas y sus padres que están “chochísimos”, como dice la joven maestra, por ver los resultados de casi un año de vocación y dedicación.

Artium pone en escena la suite El jardín animado (Le jardin animé), que conforma el tercer acto de la obra original. “Escogí este ballet porque no es muy largo, dura una hora, para los papás nuevos que recién conocen el ballet y no tienen ningún varón, además permite bailar a las niñas más pequeñas”.

El jardín animado es el sueño del Pachá, el jeque árabe que compra las odaliscas. En él se las ve bailando con flores gigantes, en una escenografía encantada en rosa y blanco que igualmente ha sido intervenida por María Clara, con sus “propias manos”, dice. “Es la primera vez que estoy como productora principal de un evento, porque muy aparte de mi carrera como bailarina la escenografía y la producción coreográfica siempre me han interesado”.

Al preguntarle si de esta manera siente que está retomando los pasos de Wiesner en Artium, asegura sin dudarlo que sí. “Estoy siguiendo el trabajo que ella nos dejó, que la danza en Ecuador no solo sea comercial, y rescatar y reavivar el ballet clásico, el ruso, como nos enseñó ella”, agrega.

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“Lo último que ella me dijo antes de irse a EE. UU. (donde falleció la coreógrafa) fue ‘sé que me puedo ir en paz, porque te dejé en lo alto’. No sabíamos si nos íbamos a volver a ver, pero no ocurrió, Diosito se la llevó a seguir bailando allá arriba y yo creo que me diría que está feliz y orgullosa de que sigo con ella. Tal como ella nos inculcó, que nunca olvidemos de dónde venimos y que siempre recordemos a nuestra maestra”.

Por eso, María Clara sorprenderá a todos cuando ejecute junto con el primer bailarín invitado Álvaro Monar el pas de deux de este clásico que se considera uno de los extractos más famosos del ballet. Así marca su regreso a los grandes escenarios con este baile que se ha convertido en uno de los hitos de su historia artística y personal.