Una de las tantas decenas de plazas con poco tiempo de inaugurada en Samborondón, Márbol Green Plaza, hace una apuesta distinta a la mayoría al concentrar la totalidad de su oferta gastronómica en el segundo piso. Muchos dirían que es algo arriesgado.
Dentro de la media docena de marcas presentes, fuimos a dos, una totalmente nueva y otra que tiene probablemente dos décadas en el mercado guayaquileño con un gran nombre y que inaugura casa en esta plaza.
La primera fue Munch by Maison Faour. Este joven cocinero ha generado cierta sofisticación partiendo de un menú corto, sencillo y básico: sándwiches, hamburguesas y ensaladas. Por ejemplo, Faour presenta dentro de su menú de ensaladas un plato llamado checkmate (jaque mate). Su emplate emula el tablero de ajedrez. Sobre una base de aceite de oliva y emulsión de cítricos sobrepone cubos de sandía y queso de cabra fresco, con hierbabuena y perlas de caviar.
Simple, sencillo, pero realizado con nitidez y creado con mucha coherencia. Es un plato que ninguno de sus sabores es un desperdicio, todo está balanceado y todo suma para que en boca sea a la vez fresco, untuoso y con profundo retrogusto.
La selección de hamburguesas es también muy buena. La pretenciosa tiene pan brioche con doble carne de brisket, tuétano, queso cheddar, tocino, pickles y salsa de la casa. Nuevamente, está pensada. El tuétano, al usar un pan con leche y yema, tremendamente suave y poroso, con carne de un corte como el brisket, al que le mejora la textura, es un acierto.
La mayoría de los platos que usan queso tienen cheddar, algo muy común en el país. No pudiendo encontrar cheddar de buena calidad en nuestras perchas, creo que estas preparaciones ganarían sustituyéndolo por provolone, emmental u otros tipos de queso.
Al lado de Munch está Mariscos Azul, un restaurante que se inició en Urdesa en los años 2000 y que ha pasado luego por varios sitios en Samborondón. Sigue regentado por su creadora, Beatriz Osorio, quien mantiene su calidad intacta, Con fuerte influencia peruana y mediterránea, me parece que la fortaleza de Mariscos Azul es el saber usar el producto en el punto exacto. Usted no encontrará un pescado sobrecocinado o seco, y manejan los insumos del plato en su justa medida, lo que resulta en un disfrute de principio a fin.
El robalo en mantequilla negra y alcaparras, por ejemplo, ha dejado quemar la mantequilla a su punto exacto para que la acidez y las notas florales de las alcaparras resalten. Volvimos a probar también el robalo relleno con camarones en salsa de cangrejo. Usted no encontrará en él un plato repleto de crema de leche, como muchos restaurantes harían; en su lugar, una combinación en que las tres proteínas tienen su espacio y armonizan siendo lo más importante del plato. En otra casa, Mariscos Azul sigue con buena calidad. (O)