El apagón, más allá de ser el audiovisual de uno de los temas del último disco de Bad Bunny, es un material que se suma a las miles de voces que actualmente denuncian la precaria situación económica y social en Puerto Rico, país natal del artista.
En el videoclip también aparece un reportaje titulado Aquí vive gente, de la periodista puertorriqueña independiente Bianca Graulau, quien investigó sobre la situación, económica, política, social y energética que se vive en la isla caribeña. En sí, el reportaje es una denuncia ante los incentivos de los extranjeros en la isla para hacer negocio con la compra de recursos públicos.
Publicidad
“Qué honor que confíen en mí para contar las historias de nuestras comunidades, tener la oportunidad de trabajar con un equipo de gente tan talentosa y contar con el apoyo de ustedes para hacer este trabajo.Gracias a cada una de las personas que hicieron este proyecto una realidad. Y gracias Bad Bunny por compartir tu plataforma y apoyar el periodismo independiente”, dice en Instagram la cineasta.
Las reacciones a ‘El apagón’, la canción de Bad Bunny que suena en clave de documental-protesta
El reportaje de Graulau recoge testimonios de varios puertorriqueños que son víctimas del desalojo cuando las tierras donde están ubicadas sus viviendas son vendidas a empresas y propietarios extranjeros.
Publicidad
Hace cinco años, Bianca Graulau trabajaba como reportera de televisión local en los Estados Unidos. Hoy, ella es una de los muchos puertorriqueños que han regresado a casa a pesar de los cortes de energía, el cierre de escuelas y todos los demás desafíos. Produce videos de TikTok y YouTube que explican la condición colonial de Puerto Rico para una audiencia de millones de espectadores, principalmente fuera del archipiélago. A pesar de estar hecho para extraños, sus videos también se comparten ampliamente entre los puertorriqueños.
“Solo trato de conectar eso con los ejemplos de la vida real que viven los puertorriqueños”, dijo. “Sabes, cuando los puertorriqueños piensan en la Junta (la junta de supervisión fiscal), piensan en el cierre de las escuelas. Y trato de hacer esas (conexiones) porque todos pueden entender lo que significaría para su comunidad perder su escuela local”, cuenta en el sitio Latinousa.org.
En el video El apagón, la periodista señala como principal problema del incentivo estadounidense la Ley 22, la Ley Para Incentivar el Traslado de Individuos Inversionistas a Puerto Rico que, según cuenta Gaurau, “permite a los extranjeros no pagar ciertos impuestos” cuando se mudan a la isla. La puertorriqueña asegura, además, que las personas que se mudan al país, “no paga tributos por las ganancias de sus inversiones en acciones, criptomonedas y bienes raíces”.
El reportaje muestra cómo la presencia de estos negociadores ha afectado a diferentes recursos estatales como las viviendas públicas, las playas o la electricidad (perteneciente a Puerto Rico hasta 2021).
Poco antes de finalizar el videoclip, Graulau explica uno de los problemas de la isla: los cortes de luz. La periodista cuenta la explosión de una planta eléctrica que dejó a toda la isla sin iluminación el pasado mes de agosto. Se trata de la planta Costa Sur de Guayanilla, que cortó el suministro eléctrico a a 1,4 millones de personas. El corte de video, previo al inicio del reportaje, señala la compra del control eléctrico de Puerto Rico por parte de la empresa privada Luma Energy.
En otro video que se volvió viral en 2021, Graulau también conectó directamente con su audiencia y su historia. Se había vendido una parcela de tierra protegida detrás de su casa y se iba a desarrollar, y ella estaba informando sobre ese mismo tema. En una grabación llena de lágrimas, explicó que estaba compartiendo el video no como reportera sino como una puertorriqueña preocupada porque la isla estaba siendo vendida y que el gobierno no estaba haciendo cumplir las leyes. Fue ampliamente compartido por los puertorriqueños que podían relacionarse con ese sentimiento, y desde entonces ha producido varios videos sobre el desplazamiento y la gentrificación allí.
Y aunque Graulau tiene años de formación en salas de redacción tradicionales, su trabajo como periodista independiente también desafía las convenciones de los reportajes típicos. Las explicaciones son breves y están destinadas a ser compartidas en las redes sociales, y ella no se empantana en acrónimos de oscuras oficinas gubernamentales. También sigue refinando los límites de cuánto compartir con el público y cómo desconectarse del ciclo constante de producción de contenido.
“Siempre habrá historias urgentes a las que llegar, y tengo que reducir la velocidad, respirar profundamente y tomarme algunos días libres si quiero hacer esto a largo plazo”.