La cineasta ecuatoriana Ana Cristina Barragán presentó en la Mostra de Venecia su último filme, Hiedra, donde trata las heridas de infancia y sus consecuencias, contando la historia de una joven que busca a su hijo, al que abandonó siendo un bebé.
Es la primera vez en 26 años que Ecuador presenta un largometraje en el festival, desde el estreno en 1999 en la Mostra de Ratas, ratones, rateros de Sebastián Cordero.
“Esto es muy especial y muy importante para la cultura de Ecuador”, dijo Barragán en el Lido, donde se celebra el certamen, y dijo sentirse “muy agradecida” de poder presentar Hiedra en la Mostra, “porque implica seguir creando, abrir más puertas”.
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La película compite en la sección Horizontes del festival, dedicada a nuevas tendencias. El filme relata el encuentro entre Azucena y Julio, dos jóvenes que arrastran una herida de infancia. Ella, porque tuvo que abandonar al hijo que tuvo siendo aún una niña, y él, que creció en un hogar de acogida, porque nunca conoció a sus padres.
“El abandono es una cosa que siempre ha estado en mi trabajo”, explicó la directora, que dijo que quería crear unos personajes que “pudieran explorar también la ternura”.
Para el casting, como ya hiciera en trabajos anteriores como Alba o La piel del pulpo, buscó “actores naturales”. En este caso, la gran mayoría del reparto eran adolescentes, cuyo trabajo ofrece “algo muy hipnótico”.
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El equipo de Barragán hizo unos “1.500 castings” en distintos lugares. A Deily Ordóñez, que interpreta a una de las residentes de la casa de acogida donde vive Julio, la encontraron precisamente en el centro en el que filmaron la película porque vivía ahí.
“Uno de los psicólogos nos contó que Deily, toda la vida, había querido ser actriz, era su sueño”, dijo Barragán, algo que la propia Ordóñez confirmó. “Yo fui una de las primeras que me inscribí para el casting”, comentó la joven, de 21 años. “Lo que se cuenta en la película es casi la experiencia que yo viví, porque en las casas de acogida llegan muchos chicos de diferentes situaciones, ya sea de abandono, de abuso... La película me acerca mucho a lo que he vivido”, apuntó Deily.
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Hiedra está protagonizada por la actriz mexicana Simone Bucio y por Francis Eddú Llumiquinga, a quien Barragán conoció en el Centro del Muchacho Trabajador, un establecimiento de Quito fundado por los jesuitas que ofrece programas sociales para jóvenes y sus familias.
“Eddú tiene esta cosa que casi ninguno tenía, es un chico supremamente inteligente pero también muy sensible”, indicó la directora, de 38 años.
Para el personaje de Azucena, Barragán afirma que tuvo claro que tenía que ser para la mexicana Simone Bucio desde que la vio en Región salvaje, una película de Amat Escalante de 2016. “Azucena es una mezcla de cosas: de ira, por su trauma, y también es torpe, no es una persona de palabras y comunicación, no tiene herramientas emocionales”, explicó Bucio.
Según Barragán, la mexicana “le dio algo especial” a Azucena. “Ni siquiera sentía la diferencia en la película, ella es mexicana y no se sentía tanto esta diferencia ni de acento, ni de edad” con el resto de actores, señaló.
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Más allá de explorar el abandono, la soledad o las relaciones entre padres e hijos, la película es un reflejo de la sociedad ecuatoriana actual, marcada por el racismo y las relaciones de dominación.
“El racismo es súper fuerte en Ecuador y uno de sus principales problemas”, señaló la directora, y esto “atraviesa la película: la diferencia de poder y de privilegios”.
Sin perder la sonrisa, la quiteña reconoció que trabajar con muchachos tan jóvenes “fue un reto grande”, que gestionó con ejercicios de actuación y de improvisación: “un trabajo colaborativo”.
“Les decía: ‘vamos a hablar de esto’, y ellos aportaban muchísimo a los diálogos, muchos diálogos y chistes son creados por ellos”, contó. “Obviamente, son adolescentes, algunos por ahí se gustaron y había conflictos... pero en realidad fue hermoso, se generó un lazo bien fuerte entre ellos y también conmigo”. (E)