Una quiteña hasta la raíz que brilla en el extranjero.

La cineasta Kat Cattani nació y creció en la capital de nuestro país, en una familia creativa donde el arte era parte del día a día: su padre es arquitecto y dibujante, su madre escribe y su hermano también es artista.

Desde niña pasó con una cámara en las manos. “En un momento creo que exploré la idea de querer actuar, pero eso murió rápidamente en el momento en que me dieron una cámara”, confiesa en una conversación con La Revista vía Zoom. Ella documentaba a sus amigos, editaba VHS, grababa videoclips de MTV y les metía su propio sello.

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Kat Cattani, la quiteña detrás del primer cortometraje en estrenarse en el Festival de Tribeca (Nueva York). Foto: Cortesía

A los 18 años emigró a Estados Unidos para estudiar cine, lo único que siempre quiso hacer, y se formó en Full Sail University, una escuela técnica en Florida donde aprendió dirección, guion y cinematografía.

Hoy tiene 42 años, vive en Hollywood con su esposa Juliet y su perro Milo, y lleva más de ocho años trabajando como asistente de edición en series como Only Murders in the Building, Dead to Me y Lady in the Lake, y en películas como National Anthem y Charm City Kings.

Y es que desde muy joven, Cattani tuvo claro que no había otra opción: quería ser cineasta. “Nunca tuve un plan B”, dice. En un momento en el que estudiar cine fuera del país no era algo común ni accesible, convirtió su deseo en obsesión, buscó opciones en el extranjero, aprendió inglés desde pequeña y logró estudiar en Estados Unidos con el apoyo total de su familia. “Yo decía: si estudio cine aquí en Ecuador, ¿después qué? Siempre supe que quería vivir en otro país, y ese país era Estados Unidos”.

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En la universidad se enfocó completamente en dirección y escritura para cine. Su formación fue técnica, intensa y específica. Desde ahí, con apenas 22 años, se mudó a Los Ángeles, sabiendo que si quería trabajar en cine, tenía que estar ahí. Como muchos, arrancó desde cero: fue asistente de producción, hizo de todo en sets y luego encontró un camino más claro en el mundo de la edición, donde supo abrirse paso.

A lo largo de los años ha trabajado como asistente de edición en películas como Icebox, de James L. Brooks; Charm City Kings (escrita por Barry Jenkins); el documental sobre Joan Jett, Bad Reputation, y National Anthem, de Luke Gilford, que se estrenó en SXSW 2023.

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En televisión, ha participado en producciones de alto perfil como Only Murders in the Building, Dead to Me, Five Days at Memorial, Acapulco, This Fool y Lady in the Lake de Alma Har’el para Apple TV+, protagonizada por Natalie Portman y Moses Ingram.

Pero su verdadero objetivo siempre fue dirigir. Lo logró con Detox (2019), cortometraje que fue reconocido como mejor dirección femenina en los Independent Shorts Awards y que también obtuvo nominaciones en categorías como mejor directora, mejor cortometraje experimental y mejor corto LGBTQ en festivales como IndieX y Indie Short Fest.

Ahora, con Wannabe, sigue construyendo una filmografía propia, en la que busca reconectar con sus orígenes, su identidad y su mirada como cineasta queer latinoamericana.

Este cortometraje, basado en su propia adolescencia durante los años 90 en Quito y que tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Tribeca en Nueva York con tres proyecciones durante las dos semanas del evento en junio, reafirma lo que siempre supo: que el cine es su lugar, su lenguaje y su forma de volver a Ecuador.

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Cattani junto con su primo Sebastián Andrade y los protagonistas de 'Wannabe', Martina Pacheco y Gabriel Saltos. Foto: Cortesía

“Ser editora me ha ayudado muchísimo en cómo veo las escenas, en cómo cuento las historias. Pero siempre vuelvo a preguntarme: ¿qué es lo que me trajo acá? Y la respuesta es siempre la misma: dirigir”.

Volver a grabar en su natal país no es solo un deseo, sino una decisión clara. “Llegas a una edad en la que te preguntas por qué dejaste todo, y yo sé que fue por este sueño. Ya no quiero editar. Quiero escribir, filmar en Ecuador y reconectarme con ese sueño inicial”.

Entre sus primeras influencias está el ecuatoriano Sebastián Cordero, director de Ratas, ratones y rateros.

“Ver esa película a esa edad... para mí era un sueño casi imposible llegar a querer ser directora y saber que él nos puso en el mapa con esa película... Ese fue el comienzo de todo para mí”, comenta y añade: “A mí también me encantan las películas extranjeras y estudio a bastantes directores, no solo a uno, pero él fue el primero que me dio la oportunidad de tener este sueño que ya no es un sueño, sino una realidad”.

Cattani vive entre dos mundos. Ha hecho su carrera en Estados Unidos, pero su corazón sigue en Quito.

Regresa cada año, mantiene la conexión con su familia y su país, y encuentra en el cine no solo una vocación profesional, sino una manera de pertenecer a ambos lados. Dirigir, para ella, es una forma de regresar. (E)