Los pilotos se preparan para la carrera y una toma enfoca a Max Verstappen, Charles LeClerc, Carlos Sainz, Lewis Hamilton, Fernando Alonso, Sergio Pérez, ¿Brad Pitt?

Eso ocurre en F1 (también F1: La película), protagonizada por el actor estadounidense, que llega a las salas del Ecuador esta semana y que de seguro aquí y en todos lados se convertirá en un éxito de taquilla al unir dos pasiones, el cine y la Fórmula 1, de muy buena manera.

Publicidad

La cinta tiene como centro la historia de Sonny Hayes (Pitt), un piloto que vuelve a las pistas tras décadas para reencontrar el camino a un sueño.

Además de estar acompañado por las estrellas de la pista mencionadas arriba -varios de ellos campeones del mundo de la máxima categoría del automovilismo-, el filme tiene un reparto que incluye a Javier Bardem (en el papel de Rubén Cervantes, el dueño del equipo de Fórmula 1 APXGP), Kerry Condon (Kate McKenna, la directora técnica del equipo) y Damson Idris (Joshua Pearce, la joven estrella al volante y compañero de Hayes), que sumados a la dirección de Joseph Kosinski, experto en dirigir grandes producciones como Misión imposible, hacen que todo encaje para entender por qué está película es entretenida de inicio a fin.

Publicidad

La historia mezcla la espectacularidad con momentos de interacción muy adecuados entre los personajes, además del típico toque -en justa porción- nostálgico y hasta sentimental. La vieja estrella con carrera truncada, pero que mantiene su talento, junto al novato con gran potencial que aún necesita guía, rodeados de otros que aún tienen que probar que son/hacen suficiente para estar donde están.

Hayes es como esos vaqueros -con un monoplaza en vez de caballo en esta ocasión- que solo quiere seguir la pasión que lo mueve para encontrar esa ‘paz’ que solo al volante logra. Mientras Joshua quiere todo lo que implica ser un piloto: gloria, fama, dinero, chicas, ropa. Y el tándem que van formando a lo largo es muy interesante y aporta al drama común que tienen los pilotos en la vida real, más en una misma escudería -algo que en ocasiones se vuelve de verdad una novela, solo por recordar una mítica: la rivalidad entre Alain Prost y Ayrton Senna-.

Los efectos están estupendos, las carreras filmadas en formato Imax cumplen a cabalidad, y se mezclan con lo ‘artesanal’ de la vida de los pilotos y sus equipos (lo que viven -solos y entre ellos-, las rutinas, los entrenamientos, la preparación)

Ver al público en el cine reaccionando e interactuando con sonidos y gestos ante las escenas más emocionantes o divertidas, permite saber que la película cumple con el objetivo de entretener y envolverlo para que no piensen en nada más en esas dos horas y media que dura, pero que pasan volando. Y para quienes son fanáticos o conocen algo de la F1, este filme les va a encantar. Así de simple (desde ya se los ve yendo con ropa relacionada con las escuderías y los pilotos famosos).

Es difícil explicar cómo esta gran producción -filmada durante el campeonato de F1 de 2024 (hasta el director de la máxima categoría, Stefano Domenicali, aparece en una escena) transmite con mucha simplicidad y facilidad esas sensaciones de velocidad, emoción, nostalgia. Le sumo un punto adicional por los narradores de la carrera y los periodistas, usualmente ‘picantes’ en este deporte.

Aunque como buena superproducción (es producida por Jerry Bruckheimer, que tiene a su haber taquillazos como Piratas del Caribe, Armagedón, La Roca, Bad Boys y más) sufre un poco de la historia del “rebelde o héroe en redención”, pero bueno, es Hollywood, es parte del paquete, tómelo o déjelo.

Brad Pitt y Damson Idris junto a Lewis Hamilton (centro), siete veces campeón de la F1 (él y Michael Schumacher son los dos pilotos con más títulos en la historia de la F1), en el estreno mundial del filme en Nueva York, el pasado 16 de junio. Foto: AFP

Los personajes de Bardem (Rubén) y de Condon (Kate) aportan también ese juego que siempre hay detrás de lo que uno ve en las carreras. En el primer caso de como se maneja un equipo y todo lo que sufre en lo económico y empresarial para mantenerse en una categoría de muchísima exigencia en todos los sentidos. En el caso de Kate, todo el trabajo de un equipo de personas que acompañan a los pilotos en la planificación de una carrera, el uso de la tecnología en los autos y el tratar de controlar los diversos factores que pueden hacer la diferencia en cada gran premio de Fórmula 1.

No tengo dudas de que F1: La película cumple en muchos sentidos para el público, y para los intereses comerciales de la industria. Una combinación que no es mala, más bien necesaria, especialmente cuando se hacen películas con temáticas como esta, que salen de los ya un poco cansados superhéroes o live actions.

Es cine, a lo Hollywood clásico, es cine. (O)