’No hace falta ser militante feminista para ver la película, ni hombre para tener juicio sobre ella’. Fueron las palabras que la actriz y directora argentina Dolores Fonzi utilizó para presentar Belén, su última y segunda producción, que llegó al Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Es su segundo largometraje detrás de cámara, después de Blondie en el 2023, y con la que se consolidó como una de las voces más potentes del cine latinoamericano actual.
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La película, inspirada en el caso real de una joven tucumana acusada injustamente de haberse provocado un aborto en 2014, reconstruye un proceso judicial marcado por prejuicios, abusos institucionales y la criminalización de la pobreza. Fonzi interpreta a la abogada que se convierte en el sostén legal y emocional de la protagonista, y que decide enfrentar a un sistema conservador que pone en jaque derechos fundamentales.
En compañía de Fonzi, se encontraban presentes Soledad Deza, la abogada que sirvió de inspiración al personaje de Fonzi en la película y también la periodista y escritora Ana Correa autora del libro Somos Belén.
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“Siento que mi película habla de la injusticia de los aparatos institucionales que violan los derechos y que esa justicia no se ejerce en manos de quién está para defenderla. Siento que mi historia es más universal”, sostuvo la realizadora, quien relató su vínculo personal con la historia, en el 2016, cuando ganó el premio como mejor actriz en los Platino por su Paulina.
“Poco antes de recibir el premio, me entero que esta chica ya llevaba dos años y unos meses presa y que gracias a la mano de Soledad Deza, quien estaba militando la causa con agrupaciones, ella había obtenido la libertad. Al enterarme de esto, cuando gano el premio, levanto un cartel que dice ‘Libertad para Belén’ en la sala. Todo el mundo se preguntaba quién era Belén. Más adelante sale el libro de Ana Correa, que se llama Somos Belén, relató Fonzi.
“Antes de la filmación, conocimos a Belén y a su abogada, Soledad Deza, y ellas estuvieron de acuerdo desde el inicio con el proyecto. Belén está feliz con la película’, sostuvo.
Con guion coescrito junto a Laura Paredes, Belén se mueve entre el drama judicial y la denuncia social, pero evitar caer en el tono panfletario. Su fuerza está en la sobriedad: planos contenidos, diálogos que pesan más por lo que callan que por lo que dicen, y un ritmo que mantiene en tensión al espectador mientras se desnudan las fallas del Estado.
“La militancia política en el caso de mi personaje, la abogada, es muy sutil, porque ella soporta un sistema que no funciona, pero no puede caer en la ira. Su trabajo es unir gente y para eso hay que mantener la calma. Ella tenía un objetivo y lo logró gracias a poder manejar ese enojo que le provoca Tucumán, el sistema patriarcal y las injusticias que ella vivió”, relató la realizadora.
Para Fonzi, San Sebastián no es territorio desconocido. Como actriz ya había pisado la Sección Oficial en otras ediciones y también formó parte del jurado. Ahora, competir por la Concha de Oro como directora tiene un doble valor: confirma su madurez artística y coloca en el centro del debate un tema que atraviesa no solo a Argentina, sino a buena parte del mundo.
El estreno de Belén en Argentina se dio apenas unos días antes de su desembarco en el festival, lo que refuerza su dimensión política. La directora ha señalado que su objetivo es visibilizar cómo la justicia, en ocasiones, actúa con sesgos de género y de clase. Su película funciona así como una advertencia: lo que le pasó a una joven en Tucumán puede repetirse en cualquier otro lugar si no se defienden los derechos conquistados.
En un certamen que este año combina grandes nombres del cine europeo con apuestas arriesgadas de América Latina, Belén destaca por su capacidad de incomodar y de generar conversación. Más allá de los premios, Dolores Fonzi ya ganó algo clave: demostrar que el cine puede ser una herramienta para sacudir conciencias y dar voz a quienes suelen ser silenciados. (E)