Como si se tratara de un desacato a alguna imposición dictada minutos antes, el personaje femenino del primer cuento de Las voladoras inicia con una pregunta desafiante: “¿Bajar la voz?”, “¿Por qué tendría que hacerlo? Si uno murmura es porque teme o porque se avergüenza, pero yo no temo. Yo no me avergüenzo”, aclara firme y continúa diciendo: “Son otros lo que sienten que tengo que bajar la voz, achicarla, convertirla en un topo que desciende, que avanza hacia abajo cuando lo que quiere es ir hacia arriba”.
Estas primeras líneas redactadas en primera persona dan cuenta de los personajes y las voces potentes que componen la obra de Mónica Ojeda, y de su destreza para ahondar sobre realidades sociales puestas en silencio.
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La obra de Mónica llegó en un año de horror para hablar del horror con una belleza narrativa que permite al lector trasladarse a las alturas, sentir el frío que allí se produce y hasta imaginar las mejillas rojas de cada uno de los personajes (reacción natural del cuerpo cuando se está en las alturas).
Hay un cuento titulado Sangre coagulada, que a través del monólogo de una adolescente que dice gustar de la sangre, aborda la autolesión (recordando los casos de los jóvenes que se causan dolor para huir de sus problemas), el abandono, la pedofilia, la violación y el aborto.
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Era como un parto, pero al revés, porque en lugar de salir algo vivo salía algo muerto”.
“«La muerte también nace», decía la abuela”, describe una de sus líneas, que en otro lado deja al descubierto cómo la inocencia de alguien puede ser signo de aprovechamiento de otro: “Me daba de beber algo amargo que me hacía dormir en los matorrales. Cuando volvía a casa con cansancio y dolor entre las piernas…”.
Las voladoras no solo es uno de los mejores libros del 2020 según los diarios El País o El Mundo. Tampoco solo es una obra que se agotó en su primera importación en lugares como Librería Española o PalabraLab; menos es una de las más comentadas, recomendadas o cuestionadas en la actualidad por el mundo literario. El libro de Ojeda es un libro que cuestiona a la propia literatura, dice María Paulina Briones, de Casa Morada.
"Nos hace plantearnos las múltiples posibilidades de expansión que tiene la literatura y si la narrativa es una vertiente con unas formas fijas o mutantes. Estamos frente a un libro trans", continúa Briones.
"Las voladoras está a medio camino entre la narrativa y la poesía, a medio camino entre la tradición y la ruptura, y por eso es un hito", añade la también escritora.
Para ella se trata de un libro que tiene una poderosa vertiente daviliana (por César Dávila Andrade). "Por lo tanto, podemos identificar en su génesis a la propia literatura ecuatoriana".
De la obra resalta su estética. "Es en la narrativa en donde Mónica Ojeda logra la mejor poesía. Esto quiere decir que hay un tratamiento del lenguaje que traslada cualquier historia en algo muy poderoso, muy difícil de dilucidar del todo".
Las voladoras está compuesto por ocho cuentos, la mitad de ellos narrados en primera persona con un espíritu dramático que invitan al leerlos en voz alta.
“Tremendo el monólogo de Ana en Soroche", resalta Marta Sanz, de diario El País, sobre uno de los unipersonales que compone el antepenúltimo cuento de Las voladoras, que presenta a un grupo de amigas que deciden hacer un viaje a las cordilleras andinas para ayudar a alivianar la carga emocional que se ha generado en Ana, luego que un video de ella teniendo intimidad con su exmarido se haya filtrado y regado por todas las redes sociales.
El cuento manifiesta lo avergonzada que Ana se siente por el suceso, no necesariamente por una cuestión de moral, más sí por una cuestión de estética que hace fuertes señalamientos hacia su cuerpo, descrito con lujos de detalles por la autora. “muslos gordos, arrugados, con mesetas y hundimientos de piel de naranja”; “cuerpo infecto, indigesto, repelente, repulsivo, creyéndose sexy”; “arrugas de hiena”.
Cuerpo infecto, indigesto, repelente, repulsivo, creyéndose sexy”.
Para El Mundo “los relatos de la escritora ecuatoriana son exploraciones en lo salvaje: en las texturas del dolor, en el misterio de la vida animal, en el vértigo de los terremotos...”.
“La escritora ecuatoriana nos traslada a un mundo gótico andino y nos muestra, una vez más, que el horror y la belleza pertenecen a una misma familia. Un libro que habla de las mujeres víctimas, luchadoras y sabias. Esta autora se ha convertido en una de las voces de la literatura latinoamericana más exitosas”, dice, por su lado, librería Mr. Books.
Las voladoras, cuyo título apela a esta leyenda del pueblo Mira, de Ecuador, en donde se decía que había mujeres que se subían al techo, se untaban las axilas con miel y volaban; dicho por la propia Ojeda a este Diario; es un canto poético a lo oscuro de la vida.
"Sin duda un libro en donde hay emoción, vida, pasión. Por supuesto, también, muerte", apunta Briones. (O)