Y seguimos con los mismos y las mismas…

Antes de que se publicara la Nueva gramática de la lengua española (2009) se cuestionaba el uso anafórico de las palabras mismo, misma y sus plurales, pues ese empleo le correspondía a los pronombres personales, a los demostrativos y a los posesivos.

Se puntualizaba que no era correcto que se emplearan para repetir un elemento del discurso que ya se había mencionado: María Elena abrió la cartera y sacó una moneda de la misma. (El elemento anafórico es «la misma» y se refiere a «la cartera»).

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Como el idioma va cambiando a partir de los usos que imponemos los hablantes, la Real Academia Española y las demás Academias asociadas registraron en la Gramática el empleo anafórico de la expresión «el mismo», con las correspondientes variaciones de género y número; pero también recomendaron que no se abusara de esa construcción.

Hay que reflexionar que en algunos casos su empleo es innecesario, pues no aporta ningún sentido a la frase, como en el ejemplo del tercer párrafo que se presenta mejor con esta forma: María Elena abrió la cartera y sacó una moneda.

Aunque estas expresiones se han extendido en el lenguaje de las instituciones públicas y privadas, se sugiere que se eviten o se reemplacen por elementos anafóricos netos, como esto, eso, él, su, etcétera. Así, la oración «Se enviaron las tareas y las instrucciones para su desarrollo», resulta mejor que «Se enviaron las tareas y las instrucciones para desarrollar las mismas».

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Considérese que en algunos contextos este tipo de anafóricos denotan falta de creatividad; incluso, su empleo le resta claridad al mensaje. (Actualizado de La esquina del idioma de 08/09/2013). (F)

FUENTES: Nueva gramática de la lengua española (2009), Manual de estilo de la lengua española (2018) y Diccionario de la lengua española (versión electrónica), de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española.