¿Y si una afición a la jardinería pudiese contribuir a preservar el planeta? En el Chelsea Flower Show de Londres, una de las mayores ferias de horticultura del mundo, el jardín de mañana responde a los desafíos del cambio climático.

"Basta con encender la televisión cada día para ver los cambios medioambientales, ya sea la desertificación, la seguridad alimentaria o la deforestación y para concienciarnos de que sin las plantas vamos a tener problemas", explica a la AFP Tom Dixon, que presenta un jardín ambiciosamente bautizado "La jardinería salvará el mundo".

Mientras en los estands adyacentes de la feria, celebración anual del genio de la jardinería británica, brillan los colores de peonías, lirios y rosas, a primera vista su jardín en dos niveles parece menos espectacular.

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En enormes macetas colocadas sobre una gran estructura metálica, un oasis compuesto de una variedad de árboles, flores y plantas encierra bajo sí un laboratorio con luz artificial donde crecen hierbas y plantas comestibles sin tierra y con muy poca agua.

El diseñador ha querido demostrar que "las plantas son fundamentales para nuestra existencia y pueden tener varios usos, más allá de la función decorativa. Un uso alimentario, por supuesto, pero también ecológico, médico y terapéutico".

En la parte de laboratorio se despliegan técnicas de cultura sin tierra como el hidroponía o la aeroponía, que utilizan menos agua que los métodos tradicionales.

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La hidroponía, es decir el cultivo en un substrato neutro regularmente irrigado por una solución que aporta sales minerales y nutrientes esenciales, "se extendió en ciudades como Nueva York o París donde se utiliza en túneles y almacenes", explica Dixon. "Es una tendencia creciente pero aún no muy visible". (I)