Está sentado sobre una silla metálica. Las patas cromadas de la silla brillan, aunque no más que la elegancia y porte de don Estuardo Maldonado Aguayo, artista ecuatoriano, que luce un terno impecable color caqui, una camisa verde claro abotonada hasta el cuello, zapatos negros bien lustrados y medias del mismo color. Su cabeza lleva una cachucha negra. No usa corbata. Su rostro dulce parece contagiar a todos. Camina unos pasos y se encuentra con algunas mujeres que trabajan en el montaje de su obra y pide que le tome fotos con ellas.

El propósito de esta exposición es dar a conocer las obras modernas que he hecho en Europa y “lo he hecho para el mundo entero”, dice con voz serena. “Es un placer venir a mi país, y que me hagan las fotos es magnífico. Me gusta y eso es lo que quiero, que hayan personas que me preguntan porque las cosas que hago son únicas en el mundo, yo no copio nunca a nadie, puede parecerles nada a cierta gente, pero son trabajadas seriamente”, explica con solvencia.

Nació en Píntag, el 1 de octubre de 1928. Sus 90 años han sido fecundos en el campo del arte. Ha participado en más de 200 exposiciones colectivas alrededor del mundo y en 80 personales en las principales galerías y museos de ciudades europeas y americanas. En Ecuador ha sido premiado con el máximo galardón cultural, el Premio Nacional Eugenio Espejo.

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Ahora, unas 280 piezas son parte de una muestra abierta en las salas Joaquín Pinto y Pedro León, del Museo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana hasta fin de mes. Pinturas, esculturas, grabados y esculturas cinéticas están distribuidas en las dos salas.

“Lo que tratamos de hacer con la exposición es un homenaje a los 90 años de vida del maestro que cumplió 90 años”, dice Verónica Muñoz, curadora de la obra. “En la planta baja colocamos la etapa de consagración de Estuardo Maldonado, que es conocido como el maestro de las dimensiones, porque él estudia el dimensionalismo”, explica.

Maldonado es pionero del inox color. Cuando trabajó esta técnica –que consiste en darle color al acero– en el país se estaba trabajando en un solo tono, en un solo color y él comenzó a hacer degradaciones tonales.

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En esta exposición se ha destinado un espacio para exponer el ancestralismo, que habla de la etapa en que el artista regresó al país y comenzó a buscar una identidad a su arte. Comienza a fijar sus ojos en el arte primitivo, en lo que son nuestras raíces, nuestros orígenes y se enfoca en las culturas Valdivia, Chorrera, Machalilla y crea sus formas artísticas partiendo de la Venus de Valdivia, del simbolismo de la S y de la flecha de Valdivia, cuenta Muñoz.

En el segundo piso de esta muestra se ven los primeros años de pintura de Maldonado, “de cuando estuvo en el colegio, cuando fue a la Escuela de Artes de Guayaquil, cuando es becado a Europa y toma toda la influencia de ese continente, la del cubismo, del surrealismo, de la abstracción mismo, incluso las diferentes etapas del arte óptico, que después dará lugar a toda su obra”, describe la curadora.

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El dimensionalismo de Maldonado parte del punto, la línea, el rectángulo, el cuadrado y el hipercubo, porque el maestro es un investigador permanente, siempre está innovando, agrega.

“El maestro va y regresa, de la pintura va a la escultura y de la escultura va a la pintura. Generalmente, la pintura tiene dos dimensiones: alto y ancho, se finge la tercera dimensión con la perspectiva y la escultura se caracteriza por lo contrario, que es en bulto, que generalmente tiene tres dimensiones, pero aquí el maestro juega con estos conceptos y comienza a hacer, por ejemplo, esculturas planas, es decir, escultopinturas”.

A pesar de que mi arte sea actualmente en su totalidad de carácter moderno, tuve que pasar por un proceso necesario para llegar a tal nivel de criterio estético. No se puede salir corriendo si primero no se aprende a gatear...”.Estuardo Maldonado, artista

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