En los próximos días el Ministerio del Deporte anunciará el nuevo Plan de Alto Rendimiento, que según se dice tendrá novedades positivas. Esa cartera de Estado ha realizado varias reuniones con atletas para escuchar sus planteamientos, anhelos y necesidades. Pero quienes tomarán la decisión de quiénes entran, son recategorizados y salen de ese programa será un equipo de asesores.

Con los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 terminó el programa anterior y se ha armado otro con más apoyo de un equipo multidisciplinario. El proyecto tenía siete categorías, de acuerdo con rendimientos y clasificaciones, y se denominaban Tokio, Elite, Alto Nivel, Avanzados, Desarrollo, Reserva y Talento. Según declaraciones del ministro actual, Sebastián Palacios, se incrementará un nuevo grupo llamado Pre-Alto Rendimiento.

Este plan es financiado con partidas extras que no son parte del gasto corriente del presupuesto anual y queda a la buena voluntad del jefe del ejecutivo de turno. Al inicio de cada año el Ministerio de Finanzas no entrega los dineros a tiempo y en muchos casos llegan los recursos con tres y cuatro meses de retraso, creando algunos desajustes. Este año de Juegos Olímpicos se contó con $ 13,5 millones, pero las federaciones nacionales sufrieron apuros económicos por las demoras. Por los logros obtenidos, el aumento de costos de los insumos y para mejorar los niveles técnicos, se espera que haya un incremento.

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El otro tema, pero que tiene relación con el planteado líneas arriba, es el de los llamados Centros de Alto Rendimiento (CEAR), que el gobierno anterior dejó en abandono al decretar la eliminación del organismo que los administraba, la Empresa Pública Centros de Entrenamiento para el Alto Rendimiento. Por esa razón esos recintos, de manera irresponsable, están cerrados y sin guardianía. Por ese motivo el de Durán fueron robados equipos médicos muy costosos, que luego fueron recuperados de manera casual.

El anterior presidente de la República, en un intento inútil de justificar el duro golpe a la actividad física y muy mal informado, dijo: “Estados Unidos, que siempre gana las olimpiadas tienen solo dos centros (de Alto Rendimiento) y nosotros tenemos cinco a los que nadie asiste”. Cuando alguien confunde olimpiadas con Juegos Olímpicos es muestra inequívoca de que no está enterado del tema. Nuestro país tiene cinco CEAR que se construyeron por $ 240 millones, sin criterios técnicos, sin medidas ni especificaciones reglamentarias, con problemas legales y nunca hubo planificación para su correcto uso. Rehabilitarlos costaría unos $ 20 millones y su operación $ 1,5 millones más. No le informaron al anterior primer mandatario que el Comité Olímpico de los Estados Unidos utilizó para sus atletas seleccionados catorce campamentos.

Es ilógico tener sin uso estos lugares cuando el porcentaje de espacios para la práctica formal de la actividad física es muy bajo. No sirven para atletas de élite, es cierto, pero sí para planes de masividad, detección de talentos y recreación. Según información del actual ministro del Deporte, el 80 % de las instalaciones de muchos organismos provinciales está en malas condiciones y sería una gran ayuda poder usar los CEAR abandonados y desarrollar ahí actividades, en consideración de que un porcentaje alto de niños y jóvenes no tienen la oportunidad de engancharse a la práctica deportiva organizada y formal.

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Hay mucha tarea por delante. En el 2022 habrá nueve torneos internacionales y los JJ. OO. de París 2024 estarán a dos años de comenzar. Habrá mucha actividad para los atletas de élite y eso está bien, pero también es fundamental desarrollar la parte formativa. No hay atletas de élite sin masificación y detección de talentos. Con la presentación de la normativa, construcción de nuevos recintos y un proyecto de masificación que incluya ligas barriales y torneos estudiantiles, podremos soñar con un nuevo amanecer para el deporte ecuatoriano. (O)