El Campeonato Sudamericano de Fútbol (hoy Copa América) tuvo su primera edición en 1916. A Ecuador le correspondió organizarlo en 1947, con las conocidas dudas sobre si el país estaba preparado para cumplir con las exigencias principales, como eran la existencia de un buen escenario deportivo y hoteles que pudieran albergar a las delegaciones, y el transporte para los espectadores. Todas esas vicisitudes debían ser solventadas con antelación.

Ricardo Vasconcellos Rosado comenta sobre el particular en la columna de anécdotas publicada en EL UNIVERSO el 6 de diciembre de 1992. Dice que cuando Fedenador miraba al Sudamericano de 1947 como un fracaso, por la imposibilidad de construir el anhelado estadio Modelo, Enrique Baquerizo Valenzuela, presidente de Emelec (1946-1952), salió al frente para ofrecer el Capwell, sin derecho a pago alguno para el club, como él aclaró.

El 7 de diciembre de 1946 se hizo pública la decisión de efectuar el torneo en el Capwell gracias al gesto del directivo millonario, quien no solo cedió el campo de juego, sino que consiguió que el ferrocarril devolviera a la empresa eléctrica los postes de acero que había prestado, y con ello instaló las nuevas graderías. Con el apoyo del alcalde Rafael Guerrero Valenzuela, obtuvo la donación municipal de los terrenos para la ampliación del estadio y la financió con un préstamo hipotecario de 1′200.000 sucres, que luego pagó Emelec íntegramente, sin cargo al presupuesto del Sudamericano. Instaló un moderno sistema de iluminación para la cancha y alrededores del escenario y logró que la empresa de carros eléctricos tendiera una línea de rieles para el transporte público hacia las pavimentadas calles del recinto deportivo. Cuando se inauguró el Campeonato, había ya un transformado y bello escenario. La Conmebol programó el evento para que se realizara entre el 30 de noviembre y el 31 de diciembre de 1947.

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En Ecuador antes ni la Navidad detenía los partidos de fútbol

Hay que recordar que las infraestructuras deportivas eran muy limitadas en la década de los 40 en Ecuador. La mayoría de los partidos de fútbol se los hacía sobre tierra compactada, que, por supuesto, no brindaba las facilidades para la práctica. Por ejemplo, en la urbe porteña se llevaban a cabo las principales programaciones en el estadio Puerto Duarte o en el Guayaquil; a este último lo conocimos después, desde 1960, con el nombre de estadio Ramón Unamuno, ubicado en las calles Los Ríos y Cuenca.

La inauguración del Capwell presentaba un césped digno para la práctica del balompié, algo que antes había sido perjudicial. El Dr. Mauro Velásquez, cuando comentó sobre la participación de nuestra selección en el Sudamericano de 1945, realizado en Santiago de Chile, mencionó: “El desconocimiento casi completo del pique de la pelota y la velocidad de la misma en el terreno de césped fue una gran ventaja de los rivales”.

Los ocho equipos que participaron en 1947 fueron Uruguay, Colombia, Paraguay, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y la poderosa Argentina, que venía repleta de figuras.

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Los diarios de la localidad anunciaban que en filas argentinas llegaban José Manuel Moreno, jugador insigne en la Máquina, como se conocía a River Plate. El público guayaquileño, muy consumidor de las revistas del fútbol marplatense, quería ver al Charro en acción, y así fue, en plenitud. En ese Sudamericano fue elegido como el mejor jugador.

Los partidos

Ecuador debutó frente a Bolivia y empató a 2. El 2 de diciembre, Uruguay brilló al ganarle por 2-0 a Colombia. Ese mismo martes en el partido de fondo debutó Argentina contra Paraguay. El encuentro fue un espectáculo. Los albicelestes golearon por 6-0 con una brillante actuación de otra de sus estrellas, René Pontoni, quien se encargó de hacer tres goles ante 25.000 espectadores.

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La participación de Ecuador siempre fue bien respaldada por el público y muy seguida también por radio El Telégrafo, que hizo una gran inversión al adquirir los derechos de transmisión por una suma muy importante para la época, algo más de 100.000 sucres; conformó un gran equipo de locutores integrado por Ralph del Campo y contrató como comentarista al argentino Martín Leguizamón.

Nuestra selección jugó siete partidos. No ganó ninguno. Empató con Bolivia, Colombia y Perú; el resto de juegos los perdió: 0-3 con Chile, 1-6 con Uruguay, 0-2 con Argentina y 0-4 con Paraguay.

El choque esperado fue entre Argentina y Uruguay, el cual convocó a cerca de 30.000 espectadores. El equipo argentino se impuso por 3-1 en un partido inolvidable. El Charro Moreno brindó un verdadero espectáculo. Los detalles de ese torneo los recuerda la Conmebol con titulares como: “Gran cantidad de periodistas de los diversos países participaron, como el famoso Diego Lucero de El Clarín de Argentina; Miguel Roque Salcedo por EL UNIVERSO”; “en este Sudamericano debutaron muy jóvenes jugadores, que luego fueron estrellas, como el arquero colombiano Efraín Caimán Sánchez y los argentinos Alfredo Di Stéfano y Néstor Pipo Rossi” y “Guayaquil se lució en la organización y asistencia del público, y, como anécdota, Ecuador por primera vez en un torneo sudamericano abandonó el último puesto, ubicándose sexto con tres puntos”. El campeón Argentina exhibió un fútbol de gran altura. Regresó a su tierra invicto y con trofeo.

Existen testimonios de dos grandes jugadores de todas las épocas, como Moreno y la Saeta Rubia Di Stéfano, quienes escribieron en sus memorias sobre lo que significó el Sudamericano de 1947. En el libro de Di Stéfano Gracias, vieja, cuenta: “Yo era suplente del gran Pontoni. En el partido con Bolivia se lesionó, me llamó el entrenador Stabile y me dijo ‘tu oportunidad, pibe’. Era mi primer partido, estaba muy nervioso, me sentía raro con esa camiseta, marqué el séptimo gol y nunca olvidaré aquel equipo. Los grandes como Moreno y Pontoni iban a tomarse una cerveza por ahí, los jóvenes no podíamos ir. Recuerdo la habitación amplia del hotel, nos aburríamos como locos, ni alcohol ni cigarrillos. Nuestro mayor temor eran los grillos, entraban y se comían la poquita ropa, los matábamos con lanzallamas. Recuerdo que parecía una invasión”.

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En cambio, el Charro, en el capítulo XVIII de El destino, la pelota y yo, rememora de ese torneo: “Aunque estoy narrando mi historia en el fútbol, me voy a remitir a lo que el periodista de El Clarín escribió de mí: ‘Moreno, una de las figuras del seleccionado, anoche 2 de diciembre, hizo su estreno en Guayaquil, impresionó a todos, hábil, vigoroso, goleador. El público lo reconocía con el aplauso cada vez que tocaba el balón. Él lo sentía y fue recíproco con su arte’”.

Las historias de ese Sudamericano de hace 74 años son interminables. En Guayaquil se disfrutó de unos días fantásticos. Lo describen así los que lo vivieron. Fue un tiempo que pasó entre las fiestas navideñas, la Nochevieja y el Año Nuevo. Por eso nunca olvidaremos ese virtuoso fútbol. (O)