El plan ideado por la directiva actual de Barcelona de mantener en el misterio la condición financiera del club durante cuatro años, hasta pasar el escollo de los comicios del 5 octubre próximo, ha durado hasta que una bomba destrozó la línea de flotación del buque y abrió un boquete más grande que el que ocasionó el hundimiento del Titanic.

Un grupo de exdirectivos y socios del club del Astillero decidió poner punto final a las especulaciones sobre el pasivo institucional y envió una misiva al habitualmente sordo directorio pidiéndole permita una auditoría externa independiente para llegar hasta las recónditas cavernas de la deuda del club, antes de que se realicen las elecciones.

El elusivo José Francisco Cevallos, quien suele perder los estribos cuando se habla de las finanzas del Ídolo, respondió amablemente a la exigencia y ha ofrecido poner a disposición  todos los libros contables, informes, documentos como contratos y fideicomisos, más préstamos hechos por particulares (él mismo aparece como prestador) y todo lo que tenga que ver con las cifras que nunca pudo redondear Juan Alfredo Cuentas, vicepresidente financiero 

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Hacerse el distraído habría sido desastroso para la imagen  deteriorada del presidente actual de Barcelona  y candidato a la reelección. Es que no es lo mismo negar el acceso a la documentación financiera a uno o más socios del club, que negarse a una auditoría pedida por el presidente vitalicio Jaime Nebot Saadi, los expresidentes Nicolás Romero Sangster y José Tamariz Crespo, tan exitosos en sus mandatos, o Julio Jurado Andrade, de gran ancestro barcelonés y presidente de la Asociación Barcelona Astillero, la entidad guardiana de la historia de Barcelona con 45 años de existencia. Esto por mencionar a algunos de los firmantes de la carta, todos  igual de importantes.

Determinar el monto del pasivo barcelonista ha sido uno de los misterios penosos de la trayectoria de los   94 años de existencia del club barrial que fundaron los muchachos del barrio del Astillero, cuya estación estaba en Eloy Alfaro (la  calle tenía el nombre de Industria) y Francisco de Marcos, en la esquina noroeste de la entonces llamada Escuela Modelo, que más tarde fue nombrada como Centro Escolar 9 de Octubre.

Por la presidencia de Barcelona pasaron empleados, comerciantes, profesionales universitarios, industriales, todos ellos llevados por el amor al club que vieron crecer de modesta entidad barrial hasta convertirse en el más grande y raro fenómeno sociopolítico, económico y deportivo del país.

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Desde finales del siglo XX y en todo lo que va del siglo XXI, Barcelona, la pasión popular hecha fútbol, empezó a mirarse, desde todos los ángulos como un botín político, combinado a veces con otras perspectivas menos santas. Aunque en muy pocas ocasiones resultó verdad, ciertos personajes perseguían los cargos en Barcelona pensando que la popularidad del equipo los llevaría a obtener puestos significativos de elección popular.

En el 2015 ocurrió un hecho singular: la postulación a la presidencia por parte de un exguardameta, José Francisco Cevallos, que pasó por Barcelona y en uso de sus opciones profesionales fue también adversario del club al defender la divisa de otras entidades futbolísticas.

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La situación institucional era ya grave, pues las últimas administraciones habían hundido a Barcelona en crecidas deudas, cuyo monto se ignoraba, pues constantemente se negaba información a los socios sobre el manejo financiero del club.

Cevallos llegó con una oferta abundante y atractiva: ‘devolver la identidad al club’, algo que, según sus propias palabras, se había perdido hacía mucho tiempo. ¿Cuál era esa identidad perdida a la que se refería el exfutbolista?

Sin duda la seriedad institucional, la estabilidad económica, el compromiso de dirigentes y jugadores con la defensa de los intereses de Barcelona dentro y fuera de las canchas, la valentía y el coraje de los jugadores nacionales y extranjeros exhibida en cualquier cancha del país, y, sobre todo, la transparencia que supieron trasuntar los hombres del Astillero como Carlos García Ríos, el primer presidente, Rigoberto Aguirre Coello, Wilfrido Rumbea León, Luis Guerrero Alvarado y Miguel Salem Dibo, para hablar solo de los próceres de La Modelo.

El Tiempo, periódico de Cuenca, dijo el 2 de octubre del 2015, que Cevallos había prometido “institucionalizar el club, desarrollar las divisiones formativas, formar un gran plantel profesional, estar pendientes de los socios y modernizar el estadio, que fueron los ejes de su campaña. Además, tiene presupuestado $ 12 millones para el equipo principal”.

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Pronto quienes acompañaban a Cevallos empezaron a bajarse del Titanic oro y grana. Nada menos que catorce integrantes de su directiva desertaron y se convirtieron en detractores de una gestión que calificaban de autoritaria, pues solo Cevallos y Cuentas adoptaban las decisiones. Algunos alegaron que renunciaban por precautelar su buena fama.

Uno de los postulados de Cevallos fue la “transparencia”, esto es la apertura institucional a la divulgación de información acerca de su gestión. “Desde el primer momento se sabrá todo lo que pasa en Barcelona, todos los contratos que se firmen, todos los convenios que se hagan”, ofrecía en campaña Cevallos en el 2015.

Nunca se cumplió esta oferta moralmente obligatoria, y recién estaría por cumplirse si se entrega, de acuerdo con lo ofrecido, todo lo que la empresa auditora internacional  necesita para cumplir su función.

En su edición de julio 20 del anterior, EL UNIVERSO informó acerca de  “una acción de protección planteada por el socio Hernán Villón Onofre, a través de su abogado, Benigno Ortiz Valdez, quien solicitó información financiera enumerados en 17 requerimientos, que incluyen contratos de jugadores, del evento Noche Amarilla y de las figuras que han traído (Ronaldinho Gaúcho, Kaká y Pirlo), así como los aportes de todos los auspiciantes que ha tenido el club en esta administración. Todos los puntos fueron aceptados por el juez Antonio Velásquez Peso, quien acogió la petición del socio señalando que la negativa del club a entregar los documentos atenta contra dos derechos: el de acceso a la información y el derecho a la seguridad jurídica”.

Barcelona se opuso a presentar los informes financieros y en la audiencia de sustanciación el juez terminó por revocar la medida. En consecuencia, nadie, ni siquiera los dirigentes, peor los socios, saben en qué ha gastado Barcelona sus ingresos durante cuatro años.

Tampoco conocen el monto de lo adeudado y cuánto corresponde a anteriores administraciones y cuánto a la actual. Vale hacer notar que, en marzo del 2019, en asamblea de socios, el directorio presidido por Cevallos presentó un informe que fue considerado insuficiente y poco claro, por lo  que lo rechazaron por 104 votos en contra y 82 a favor.

Jaime Nebot y los demás solicitantes, que pagarán el costo de la auditoría, la cual será hecha –según ellos ofrecen– por una empresa experimentada y confiable, creen que este proceso empezará la semana que se iniciará mañana (si se entra todo lo solicitado).

Lo que Cevallos y Cuentas se negaron a presentar ante la asamblea de marzo y ante un juez civil en julio anterior deberán presentarlo desde mañana ante un juez más confiable y severo: los exdirigentes y simpatizantes del club, los socios y los millones de seguidores del club ídolo del Astillero, cuya inmensa mayoría ya no confía en el candidato a la reelección. (O)