“Con el VAR, el Bayern tendría dos Champions más y el Madrid dos menos”, dice Arturo Vidal desde la portada de Mundo Deportivo del viernes pasado. Suena fuerte, pero no descabellado. Hubo varias polémicas en los enfrentamientos entre ambos equipos y todas se saldaron en favor del Madrid. Primero en los cuartos de final de la 2016-2017 y luego en la semifinal 2017-2018.

En una entrevista con La Nación, antes del Mundial, el presidente de la UEFA, Aleksandr Ceferin, se ufanó: “En la UEFA no tenemos VAR”, dijo en tono casi burlón. Le faltó agregar el “ja, ja…”. Después de Rusia, visto el suceso de la tecnología aplicada al arbitraje, cambió el tono: “Vamos a estudiarlo, pero en todo caso será para 2019-2020”. Esta semana, The Times, de Londres, anunció que la confederación europea planea implementar el sistema en esta misma Champions, aunque sea desde cuartos de final. Es cierto que, debido a que en Champions se juega con seis jueces en cancha, si se le agregan los tres del VAR en la cabina subirán a nueve, y dada la cantidad de partidos que hay entre Champions y Europa League, todos en ciudades distintas, se necesitará armar un ejército de profesionales. Y hay que prepararlos, formarlos.

Los que habían pronosticado el fin del fútbol a causa del VAR ya están jugados y tienen que seguir insistiendo, no les queda otra, pero la realidad muestra que es una de las tres o cuatro modificaciones más notables del fútbol en sus 150 años de historia. Y recién está empezando. En un futuro cercano, cuando se unifiquen criterios y se aceite el funcionamiento, será maravilloso. El viernes vimos Bayern Munich 3, Hoffenheim 1, resultado flagrantemente mentiroso. El VAR sirvió para anular un gol con la mano de Thomas Müller y otro de Arjen Robben tras un penal rebotado por el arquero del Hoffenheim, en el cual el holandés invadió el área antes de que Robert Lewandowski ejecutara el penal y con ello sacó ventaja posicional y convirtió.

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Nadie murió por la aplicación, el fútbol no perdió ni un gramo de esencia ni de folclore, se hizo justicia. Detalle interesante: Müller y Robben ni chistaron por las decisiones del VAR, eran conscientes de haber tomado ventaja indebida. El jugador, si lo dejan, es ventajero.

Lastimosamente, el VAR no fue aplicado en la sanción del penal, que no existió. Iban 1-1, Franck Ribery se tiró de manera aparatosa sobre el zaguero Nordtveit, que ni siquiera lo rozó, y el juez Bastian Dankert cobró falta dentro del área. Ni cerca estuvo de serlo. Imperdonable que el asistente de video no le hiciera ver la jugada o que el mismo Dankert no pidiera verla. Porque ese penal decidió el partido. Entonces escuchamos el clásico “no funcionó el VAR”. El VAR, las dos veces que lo aplicaron, funcionó perfecto, evitó dos mamarrachos. No se registran decisiones erróneas tras la utilización de la tecnología.

El problema es justamente cuando no se la usa. Y ese fue el pecado de Dankert y su equipo de colaboradores. El VAR es brillante como sistema y como idea, lo que sigue fallando, todavía, es el hombre. De haberse recurrido al monitor en esa acción, hubiese habido un arbitraje perfecto. Siempre que el juez deba interpretar o decidir puede equivocarse, la imagen no.

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El día del debut de Cristiano Ronaldo en Juventus, el réferi sancionó un gol de Mandzukic sin advertir un tremendo golpe (totalmente casual, sea dicho) de Cristiano al arquero Sorrentino. Pocos lo habían visto, pero los jugadores del Chievo reclamaban airadamente. Consultado el VAR, se constató que el portugués, en su rauda entrada, le dio un rodillazo en el rostro al portero, que debió ser retirado en ambulancia: sufrió fractura de nariz y varios traumatismos. Sin el video, era gol, aun con Sorrentino en el hospital. Corregir esas fallas graves consume apenas 45 segundos o un minuto.

En el partido Independiente-Santos por la Libertadores, el martes, el arquero santista Vanderlei quemó 8 minutos él solito tirándose tres veces al piso y acusando lesiones inexistentes. ¿Qué es un minuto de VAR comparado con eso…? ¿Qué es con los dos y a veces tres minutos que demora un juez en hacer ejecutar un tiro libre por forcejear o discutir con la barrera…? Para estos casos, la idea de Marco van Basten puede ser también revolucionaria: un jugador es víctima de falta, se levanta, apoya el balón en el piso, hace un toque y puede seguir él mismo con la jugada, o pasarla a un compañero sin perder ni diez segundos. Esto daría más velocidad al juego, generaría más goles y evitaría las interminables ceremonias de la colocación de las barreras, su adelantamiento, las discusiones, etc. Y cada partido ganaría alrededor de 8 minutos y medio de tiempo neto, está analizado. Claro que, previamente, deberíamos escuchar hasta el cansancio que eso “desnaturaliza el juego”.

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Ayer por la mañana, un gol con la mano de Willy Boly le permitió al Wolverhampton empatarle al Manchester City (1-1). No hay VAR en la Premier League. Los hinchas del City que reniegan del VAR (debe haber) ¿estarán contentos...?

Todas las innovaciones que se han introducido a lo largo de décadas fueron primero criticadas, bombardeadas, incluso ironizadas (en general, el hincha de fútbol adora la Edad de Piedra), pero luego se impusieron porque se comprobó su utilidad, funcionaron y mejoraron la actividad. Al poco tiempo nadie habla más del tema. Pasó con todo. Nunca se volvió atrás.

Durante décadas nos han vendido el relato de que la injusticia es maravillosa y el error uno de los rostros más bellos del fútbol; que su esencia es la polémica y la popularidad proviene de dos sujetos discutiendo a gritos. Falso. El debate genera repercusión, aunque no es imprescindible la injusticia. El problema es que siempre ganan los mismos con la falla “humana”.

Si nos aseguraran que en el partido de vuelta el árbitro le va a dar un gol con la mano al Hoffenheim y con ese gol le va a ganar al Bayern Munich, diríamos que la injusticia es para todos igual. Tal vez diríamos que el VAR no hace falta. De momento, es muy sano tenerlo.

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Párrafo final para James Rodríguez en el Bayern. Niko Kovac (nuevo DT) lo sentó en el banco en el primer partido del campeonato. No solo a él, también a Hummels, Robben y Goretzka, la nueva figura llegada del Schalke. A Tolisso directamente lo mandó a la tribuna. James entró en el minuto 83 y tocó tres pelotas, una le quedó servida frente al arco, picando en el punto del penal, le dio fuerte pero se la tapó el arquero Baumann. Un gol le hubiese caído de perlas, porque tiene mucha competencia en la línea de volantes, el del Bayern es un plantel largo y va a tener que luchar bastante por la titularidad. Robben, en cambio, se aseguró un lugar por la grave lesión de Coman, que juega, como él, de extremo derecho.

Recién empezó la temporada, a ver cómo viene el río. (O)

Los que habían pronosticado el fin del fútbol a causa del VAR ya están jugados y tienen que seguir insistiendo. Es una de las tres o cuatro modificaciones más notables del fútbol.