Lo que le faltaba al fútbol ecuatoriano llegó con la barbarie dentro y fuera de las canchas. Sucesos tales como la del entrenador de fútbol de las categorías de formación de Universidad Católica y varios de sus alumnos, quienes practicando el capítulo titulado ‘La cobardía’ agredieron a indefensos árbitros. También el vergonzoso enfrentamiento, con insultos y violencia incluidos, entre un dirigente y periodista, así como el juego no realizado por la justa protesta del gremio. Mientras, dirigentes pugnan para que se sancione a los árbitros porque interesadamente no aceptan que los jueces apliquen el gesto de solidaridad para sus pares.

Además, el presidente del gremio arbitral ilusoriamente declara que “no hay mal que por bien no venga” y que están “esperanzados en que esto va a cambiar en beneficio del fútbol ecuatoriano”. Solo le puedo decir a Luis Muentes que ojalá sea así, pero mientras no les den a los réferis las garantías suficientes, preventivas y sancionatorias ejemplares, tengan la plena seguridad de que su frase optimista se la llevará el viento y pronto se repetirán tan desagradables acontecimientos.

Y no se termina todavía la novela los Niños con Bigote, tanto así que hace pocos días la propia Ecuafútbol comunicó un nuevo descubrimiento de jugadores que participaban en nuestro campeonato cuyas edades no correspondían a las verdaderas o eran otras sus nacionalidades. También fuimos testigos de que un equipo de la primera B no se presentó a jugar por falta de pago, cuando el certamen está en su primera fase. Qué podemos esperar cuando el desgaste se haga presente con el pasar de las jornadas del torneo.

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Hemos presenciado con horror cómo un jugador de fútbol, en inconsciencia, quedaba sobre el campo del estadio sin las atenciones médicas requeridas, para que luego de más de 20 minutos apareciera una ambulancia en el lugar de los hechos.

Todo lo que relato es real y como si no pasara absolutamente nada, todo se resuelve con sanciones o amonestaciones leves como suspensiones, o castigos económicos, o en apelaciones con resoluciones que comprometen el criterio con que los jueces deben actuar.

Un escándalo de proporciones hizo que el directorio de la FEF urgentemente destituyera al secretario del Tribunal de Apelaciones por una omisión grave. Los miembros del directorio de la Federación reconocen que esa actuación afectó la imagen y el nombre de la institución. Mientras, dirigentes del balompié se pronunciaron fuertemente por lo que viene sucediendo, como Esteban Paz, de Liga de Quito: “Qué lamentable lo que sucede en nuestro fútbol: comisiones que deciden a dedo y continuamente pisan el reglamento. Hoy pierde el fútbol ecuatoriano con las decisiones de organismos de la FEF. Por decencia, los miembros del tribunal deben renunciar. Son una vergüenza”.

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Y sin el afán de exagerar y limitarme estrictamente a lo sucedido me quiero referir a un evento que estuvo por debilitar a la incipiente Liga Profesional del Fútbol ecuatoriano (LPF), propuesta vanguardista en nuestro balompié porque rediseña estructuras arcaicas del fútbol profesional. Todos conocemos que el origen de la idea de la creación de la Liga Profesional arrancó allá por el 2014, como una reacción por el manejo arbitrario de la FEF de los fondos provenientes de los derechos de TV.

Ahora, en el 2018, la reacción in extremis de los clubes por la litis originada en la nueva adjudicación de los derechos de TV, por parte de la FEF, obligó a que los clubes dieran pasos acelerados para la aprobación de la vida jurídica de la LPF, pero cuando todos celebrábamos el arribo de esta reciente organización, los dirigentes de Barcelona amenazaron con irse, alegando incumplimiento de compromisos y, lo más grave, el presidente torero sentenció: “Lo que mal comienza mal termina”, ante la sorpresa de todos.

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Hay que reconocer que el flamante titular de la Liga Profesional, Miguel Ángel Loor, actuó con urgencia y con una maniobra práctica para sostener la estabilidad y para mantener la imagen. Cedió ante la presión del reclamante, pero al final el incendio se controló con extintores, aunque nos quedaron algunas dudas: ¿tan frágil arrancó la LFP?, ¿se dejó un pésimo precedente?, ¿o es acaso que el fin justificó los medios? Ya lo sabremos.

Otro tema que crea controversia es, sin lugar a dudas, el afán de nombrar un nuevo estratega de la Tricolor. Recordemos que ya hubo un primer intento fallido con la Comisión de Selecciones, que presentó sus tres escogidos de una lista de más de catorce postulantes, pero el directorio de la Ecuafútbol desconoció el procedimiento realizado y dispuso que son ellos los que deben decidir sobre el procedimiento para elegir al nuevo entrenador.

Recordamos, además, que esta resolución provocó que un miembro de la Comisión de Selecciones renunciara alegando falta de respeto a sus actuaciones. Declarado desierto el concurso, ahora la Federación vuelve a la carga para conseguir nuevo técnico, pero se menciona que todo el listado de candidatos sirve para hacer bulto, en tanto y en cuanto el escogido es Hernán Darío Gómez.

Debo confesarles que el nombre del Bolillo me llamó la atención, y no por sus cualidades como DT de la Tricolor, sabiendo sus conocimientos y experiencia en clasificar selecciones al Mundial, tanto así que lo ha conseguido con Colombia, Ecuador y Panamá. Lo que llama a la sorpresa es que el mismo Carlos Villacís, en calidad de vicepresidente de la FEF, tuvo serias controversias y encontronazos con frases de alto calibre con Gómez. Al ahora titular de la FEF “le causó shock” enterarse de ciertas declaraciones del Bolillo sobre las convocatorias cuando dirigía a la Tri. Pero al margen de todo aquello me pregunto: Si la actual dirigencia de la FEF terminará su mandato en pocos meses, ¿cómo así se quiere comprometer con un convenio a cuatro años con el nuevo DT?

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¿No es acaso una atribución de la nueva directiva diseñar el programa de actividades de la Selección de cara al Mundial Catar 2022 y de acuerdo con el pensamiento y dirección del nuevo DT? Por esas razones considero un error grave querer nombrarlo en esta época, por sensibilidad se debe entregar a la nueva directiva esa facultad.

Con todo este escenario que he relatado tienen pruebas fácilmente comprobables, o si no me quedaré con estos pensamientos expresados por los propios dirigentes de nuestro fútbol, sobre del Tribunal de Apelaciones y otros casos: Son “una vergüenza”, “lo que inicia mal termina mal”, “la dirigencia del fútbol ecuatoriano atraviesa una serie de crisis de principios”.

Me hacen recordar todo esto que la teoría del caos utiliza deducciones cruzadas para encontrar la razón de los hechos, usando variaciones en los conceptos iniciales del pensamiento, bajo el principio de que los medios no siempre justifican el fin. Si ese criterio de la teoría del caos la aplicamos al fútbol nacional, lamentablemente encontraremos que los paradigmas no sirven para hallar el fin, sino que el cúmulo de errores son los que deterioran el fin.

Esperamos rectificaciones urgentes porque al final el fútbol es patrimonio de la sociedad y debe ser amparado para su progreso y desarrollo. (O)

Hemos visto cómo el DT de las formativas de Católica y varios de sus alumnos practican el capítulo ‘La cobardía’. Y un enfrentamiento, con insultos, entre un directivo y un periodista.