Hay tantas cosas que comentar en este folclórico deporte ecuatoriano que todos los días nos sorprende más con cada mamarracho de los que hacen la diversión (o la indignación) de los aficionados. En Facebook, por ejemplo, encontramos una noticia irritante: un ‘opinólogo’, muy conocido por sus dislates, ha hecho apología del delito al hablar de Luis Chiriboga Acosta como un personaje al que hay que agradecer por sus servicios al fútbol y recomienda al presidente de la República que lo indulte. Me recuerda a alguien –lo conozco muy bien– quien en su programa de radio, días antes del FIFAgate, pedía para el extitular de la FEF un monumento por las dos clasificaciones a los mundiales.

Lo insólito es lo corriente en el deporte ecuatoriano: la ministra de Deportes y su viceministro se hacen elegir secretario general y tesorero del Comité Olímpico Ecuatoriano (COE), en ese orden. Lo extraño es que el ministerio ejercido por la nueva secretaria debe supervisar, controlar y auditar al mismo organismo del que la ministra forma parte, ahora como dignataria a sueldo. ¿Conocen de algún lugar del planeta en que haya ocurrido algo igual? El presidente de cualquier país habría cancelado a su ministro de Deportes, pero don Lenín no tiene minutos en su revuelto gobierno para pensar en algo tan poco importante y tan intrascendente como el deporte.

La Federación Ecuatoriana de Fútbol recién, cuando faltan dos fechas para concluir el campeonato, se acuerda de cobrar a los canales incautados la deuda que tienen por la malhadada concesión de los derechos de TV del torneo, impuesta a los clubes por el exmandamás Chiriboga, mientras el siempre obediente vicepresidente Carlos Villacís aprobaba o miraba a otro lado. Lo cómico de este episodio es que Gamatv y TC –demandados en una acción de protección– ya hace rato que no transmiten el fútbol, pues esta tarea la cumplen tres operadoras de TV por cable a quienes las dos estaciones que originalmente negociaron con la FEF, les revendieron los derechos al siguiente día de habérseles adjudicado.

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¿Cómo se realizó este negocio sobre el cual han callado los ‘periodistas del Círculo Rosa de la FEF? He aquí la historia. Se trató de un ‘canje’ entre el gobierno correísta y el autosuficiente Luis Chiriboga. El régimen en el poder quería usar las transmisiones por TV para atosigar al público con propaganda del supuesto ‘milagro ecuatoriano’. El ardid no era nuevo. En Argentina, la presidenta Cristina Fernández acababa de hacer lo mismo con la complicidad del hoy denostado Julio Grondona, quien lideraba las maniobras corruptas en FIFA y Conmebol, junto a Joao Havelange y Nicolás Leoz. En la tierra del tango nació Fútbol para Todos, un negociado por el que están hoy enjuiciados la propia expresidenta y su banda.

Hubo clubes que protestaron por la maniobra de arrebatarles sus derechos cuando mantenían contratos con otros canales. Esteban Paz, dirigente de Liga (Q), dijo que los derechos de su club habían sido “usurpados”. La orden vino de lo más alto: suspender por tres años a Paz y la obediencia de Álex de la Torre, hoy vicepresidente de la FEF y entonces presidente de la Comisión de Disciplina, fue total. Otros perseguidos por la ‘Comisión de la Venganza’ fueron Santiago Ribadeneira, del Deportivo Quito; Francisco Egas, de Universidad Católica; y Eduardo Granizo, del Olmedo.

El negocio fue pactado por $ 16,6 millones anuales por cinco años y anunciado como la solución definitiva para la crisis económica de los clubes, ahogados en deudas por presupuestos irreales y sueldos a paquetes foráneos calculados entre $ 60.000 y $ 90.000 mensuales, aparte de las ‘travesuras’ en el reporte de taquillas que se ven hasta hoy en algunas entidades. Pocas horas después, los dos canales favorecidos con la concesión ‘arrendaban’ sus derechos a dos cableoperadoras por $ 13 millones, por lo que la gigantesca maquinaria de intoxicación populista apenas le costó al Gobierno $ 3,6 millones. Una bagatela.

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Las valientes denuncias de Loretta Lynch, la fiscal general de Estados Unidos, sacudieron al mundo del balompié. La impunidad hacia el expresidente de la FEF, que fue moneda de canje, no pudo mantenerse aunque el fiscal nacional demoró hasta donde pudo las medidas judiciales contra Chiriboga. Por esos días estalló el escándalo Petroecuador y el Gobierno sufrió acusaciones de corrupción y de protección hacia los funcionarios implicados. Para no dar más argumentos a los medios independientes y a la oposición, desde Carondelet se dispuso aflojar la mano del expresidente de la FEF. Y así cayó quien hizo y deshizo de esa entidad deportiva por 18 años, aunque sus más fieles escuderos se encargaron de llenar el corto vacío. De todo esto nos queda una lección: la concesión de derechos de TV conlleva una coima según lo declarado por coimados, coimeros y hasta sus parientes.

La falta de pago de los canales incautados arrancó en el 2014 por la crisis económica que sacudió al país y por la falta de anuncios por parte de la empresa privada. La FEF pudo terminar el contrato por mora, pero prefirió hacer préstamos a bancos para paliar la penuria de muchos clubes. Nunca intentó una medida radical hasta hace pocos días, cuando recurrió a una acción de protección. Los canales de cable pagaron cumplidamente sus compromisos a los canales públicos, que nunca remitieron el dinero a la Ecuafútbol; sin embargo, iban a ser los únicos perjudicados.

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Hoy la FEF ha encandelillado a los clubes con el controvertido acuerdo con GolTV, la empresa del discutido Paco Casal, que ya tuvo un tropiezo en Perú, cuando no pudo pagar el contrato con la Federación de ese país y tuvo que revender los derechos. La máxima entidad de nuestro fútbol fue acusada por Directv, la estatal CNT y TVCable de “no respetar el debido proceso en la adjudicación de la concesión”. El pasado 18 de mayo presentaron una demanda que recayó en el despacho del juez Carlos Andrade López. No se ha hecho pública ninguna providencia en el trámite judicial. Un representante de Digital Plus, usual operadora con Fox Sports, se quejó de que no recibieron una invitación para la licitación (aclaremos: no se trató de una licitación en sentido estricto, sino de un concurso en que el dueño de los derechos invita a quien le da la gana). El siempre simpático Álex de la Torre (vicepresidente de la FEF), le respondió: dijo que como ente privado podían invitar a quienes quisieran. Y eso es lo que le da opacidad al proceso. Invitaron a quienes les dio la gana y lo que en el medio futbolero nacional se comenta es que todo estaba pactado con el oscuro Paco Casal.

¿Quién pedirá cuentas a la FEF sobre este contrato que se dice alcanza a al menos $ 270 millones por diez años? ¿El Gobierno a través de la ministra-secretaria a sueldo del COE? ¿La Asamblea y su comisión de Deportes? ¿La Defensoría del Pueblo? La respuesta es nadie. El deporte ecuatoriano le importa un bledo a todas las instancias públicas.

La malhadada concesión de los derechos de TV fue impuesta a los clubes por Luis Chiriboga, mientras que el siempre obediente vicepresidente Carlos Villacís aprobaba o miraba a otro lado.

(O)