Los dirigentes de los clubes y asociaciones de fútbol del país andan alborotados. Todos quieren saber con qué dinero de los derechos de TV contarán para su presupuesto 2018 y eso todavía nadie lo puede contestar. En este escenario incierto solo se escuchan voces de los equipos que, con más poder por su larga trayectoria y éxitos deportivos, tienen una voz potente, un mecanismo de presión y, además, una necesidad reprimida y una ambición desmedida.

El tema de los derechos de TV tiene una larga y tormentosa historia que se remonta al 2004, cuando Luis Chiriboga Acosta quiso implementar el Canal del Fútbol y con ello la FEF –que él lideraba– administrar los recursos que generarían las transmisiones de los partidos por TV. En su estilo, Chiriboga comenzó a promocionar su innovadora gestión. Confiaba en que su propuesta no iba a tener mayor oposición y que si existía la iba a pulverizar con la astucia política con que él acostumbraba a navegar en aguas turbulentas. Pero sucedió lo inesperado. Los pocos equipos opositores, con gran peso político, le tiraron abajo el sueño de Chiriboga, quien se retiró a los cuarteles vencido, refunfuñando y vociferando que el egoísmo de pocos había perjudicado a la gran mayoría.

En esa historia de vieja data hay que subrayar que en ese entonces quien ofrecía $ 5 millones era la mismísima empresa argentina Full Play. Chiriboga se irritó porque debía devolver el anticipo de $ 2 millones que había recibido y además porque los pocos que se habían opuesto conseguieron que el Congreso Nacional amenace con prohibirlo. Pero lo que más abrumó a Chiriboga fue que la prensa sostuvo que él y la comisión que creó para el manejo de los recursos no era confiable.

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Después de ese fracaso Chiriboga terminó mal parado y tuvo que guardar el proyecto para ver si con el tiempo podía retomar el plan. Y efectivamente, después de ocho años, arremetió de nuevo. El 6 de enero de 2012, con 47 de 69 votos, ganó aprovechando las necesidades económicas de la mayoría de asociaciones y clubes de las series A y B, que por cuenta propia no podían vender sus derechos. Además, crucial fue que pudo conseguir el respaldo de la FIFA, que certificó que la FEF era la propietaria originaria de todos los derechos del balompié ecuatoriano. Con eso sacramentó su victoria en un cuestionado Congreso Ordinario de Fútbol.

Los clubes perjudicados, que habían estado comprometidos con canales de TV, entablaron recursos de protección y demandas judiciales. A la larga, la FEF se salió con la suya, esquivando todas esas acciones. En poco tiempo nos dimos cuenta de por qué Chiriboga se hizo tan fuerte en esas instancias. Cuando se conformó la comisión para que conozca la apertura de la subasta se supo que el gran postulante era el Gobierno nacional, con sus canales incautados. Y hasta ahí llegó el concurso. Hay que reconocer que por primera vez esos recursos, que nunca antes existieron, llegaron a las pobres arcas de asociaciones de fútbol del país y clubes de las series A y B, propiciando así una mejor salud financiera. Pero también sirvió para que la maquinaria política de Chiriboga funcione en vista de que él, personalmente, se dedicaba a negociar y convenir la cantidad de dinero que debía recibir cada club o asociación, a cambio de que la ‘clientela’ se comprometiera a ser recíproca e incondicional en el momento que él planteara una tesis o requiriera el voto, algo que se hizo efectivo en el transcurso de su administración.

Hoy, a las puertas del 2018, nos encontramos con un nuevo operador denominado GolTV, al que la FEF le adjudicó, en un concurso interno del directorio, todos los derechos de transmisión del campeonato nacional. Se asegura que generará $ 276 millones en el plazo de los diez años que dura el contrato.

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Y las preguntas que surgen son muchas y hasta este momento todo es enigmático. Ya comenzaron a surgir las presiones, como por ejemplo de los toreros, cuando declara su presidente José Francisco Cevallos: “Por historia, por títulos, por seguidores, creo que Barcelona merece un trato especial”. Mientras, Patricio Torres, vicepresidente albo, envía un mensaje promocional con gran peso: Liga de Quito expone “por qué no pensar que el patrimonio determine la distribución”.

En cambio Emelec, con el estilo sigiloso de Nassib Neme, declara: “Todavía no conocemos nada. Esperamos información para hacer los cálculos correctos”. Conociendo a Neme, él tiene bien clarito cuál es el valor que quiere y sin opción a regatear. Por supuesto que todas esas declaraciones meten miedo a la demás clientela, que de seguro buscarán sindicalizarse para enfrentar las ambiciones de los poderosos.

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Mientras, el directorio de la FEF, que sabe que tiene una papa caliente en sus manos, resolvió no desgastarse más de lo que ya lo hizo con descalificación del Mundial, y nombró una comisión conformada por Álex de la Torre, José Mosquera y Rómulo Aguilar, para que sean ellos los que se inteligencien y propongan las fórmulas más adecuadas para la distribución del dinero, y que sean los clubes los que resuelvan.

Las premisas a resolver más importantes son dos:

1) Si los $ 22 millones base del 2018 seguirán repartiéndose el 70 % para los equipos de la serie A, 20 % para la serie B y 10 % para las asociaciones. O es posible que los clubes quieran presionar que se rebaje a las asociaciones el porcentaje al 5 % y ahí comenzará el primer round.

2) El espíritu de la fórmula debe estar sustentado en un reparto igualitario del 50 % para todos los clubes y el otro 50 % con base en que tengan peso los méritos en logros deportivos obtenidos, la calificación sobre la licencia que exige la FIFA a los clubes –que es una medida para valorar la calidad institucional–, el poder de convocatoria a los estadios, el rating de TV, el patrimonio y otros que permitan tabular esos factores.

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La tarea se anticipa complicada, considerando todos esos antecedentes y más si desconocemos pormenores del contrato firmado entre la FEF y la empresa GolTV. Lo que se sabe es que una de las modificaciones importantes es que ya no se transmitirá por señal abierta, sino por el sistema de pague para ver. Esto significa que la transmisión debe ser de alta tecnología, en beneficio del suscriptor. Y un tema económico importante: si la FEF ha convenido como beneficio económico porcentual, de acuerdo al crecimiento de los suscriptores en el país, podría tener ingresos adicionales al valor base.

Hoy, desde esta columna, presento una propuesta que tiene base legal, en vista de que fue considerada en la aprobación de la Liga Profesional, y que consiste en que la FEF asumía el reparto por derechos de TV que les asisten a las asociaciones del país con los ingresos que por derechos de TV de eliminatorias, patrocinios, asignaciones especiales de la FIFA, etc., y que fueron aceptados en la propuesta de la Liga Profesional por parte de la FEF. Esto permitiría que ese 10 % que les corresponde por derechos del campeonato sean en beneficio de los clubes, de la A y la B. Además, las asociaciones tendrán garantizados sus ingresos con el compromiso de la FEF de repartirlos de acuerdo a sus ingresos, que me he permitido aquí detallar.

La novela del ‘Gran reparto’ está por comenzar. Nosotros seremos testigos, pero lo que anhelamos es que se sepa que en estos casos de dinero las ambiciones, las políticas clientelistas, los cálculos electorales no deben aparecer. Esperaremos que el reparto sea lo más justo, recordando que un campeonato será más atractivo cuando también los clubes que no gozan de tanta popularidad tengan mejores ingresos para cumplir sus metas. Por eso el gran reparto debe ser más equitativo y que esta particular justicia no aparezca ni con los ojos vendados ni con una balanza en una mano y la espada en la otra. (O)