Cuando uno es agredido no le queda más remedio que luchar contra el agresor hasta vencer o morir.
Hace 70 años la palabra hombre incluía a los varones y las mujeres, pero hoy es casi imposible usarlo en ese sentido, que es la primera acepción.
Somos felices queriéndonos entre todos y no descartamos a nadie, porque somos una cultura que se mezcló desde que se fundó.
Es curioso como algo tan abstracto e indefenso como el idioma se impuso sobre la estupidez fascistoide previamente.
Quienes primero tienen que cumplir las leyes son los que las promulgan.
El problema es todavía más grave porque hoy quienes tienen más dinero y más necesidad de la impunidad del poder son los narcotraficantes.
Nada se desperdicia en la lucha por el poder porque la política en la Argentina se ha vuelto la lucha por el poder, a como dé lugar.
Los periodistas no usamos toga y rendimos cuenta a los hombres y a sus leyes de lo que sostenemos, que siempre debe respetar la realidad.
Parece que quienes hablan lenguaje inclusivo pretenden que involucionemos hasta los relinchos de los caballos.
Las redes sociales son hoy la peor amenaza para los procesos electorales, que no son la esencia de la democracia, pero sí un ingrediente elemental.
Desde Aristóteles hasta Abraham Lincoln, la idea de la democracia incluye necesariamente a todo el pueblo.
Ucrania tiene más pasado que Rusia, pero mira al futuro como nación independiente y con un destino común.
Cada año que pasa, cada día, cada minuto, debería ser mejor que el anterior, y en la resultante final lo deberíamos comprobar.
Se autoperciben muy creyentes, pero ni siquiera saben que Dios nos creó libres y se traicionaría a sí mismo si forzara esa libertad.
Nuestras democracias deberían alentar proyectos de países a largo plazo, que incluyan a todos, y no proyectos de poder...
Es imposible gobernar solo la mitad de un país; por eso es necesario acordar; ceder de los dos lados, que es la única forma de ponerse de acuerdo en todo.
Por favor, no excluya a nadie en nombre de la inclusión y perdone a sus interlocutores si no lo entienden o si se cansan de oír sus repeticiones interminables.
Los seres humanos somos parte de la naturaleza, pero además somos los peores depredadores de todo lo que nos rodea...
Mejor que intentar el escape casi imposible es agenciarse un fusil de asalto bien grande y vestirse de talibán...
Es el momento de plantearse el sistema parlamentario, que considero mucho más adecuado a nuestras repúblicas sudamericanas.
Los conspiranoicos saben todo lo que pensamos y además siempre aciertan.
En 2121 sabrán si eran o no verdad los datos que daba cada país a la Organización Mundial de la Salud en 2021.
Quienes lucran con las guerras censuran al periodismo para que nadie se entere de los horrores que producen.
Nunca hay que dejar para un hipotético segundo período el cumplimiento del mandato del pueblo.
... me preguntaba —en esta columna y ya en plena pandemia (del COVID-19)— si curan más los afectos o la soledad.
La tierra no es redonda ni plana porque lo diga una ley, y no matamos a nuestros semejantes porque lo prohíba otra ley.
Es momento de recuperar ese tiempo perdido en reuniones tan inútiles como interminables.
Nadie sabe de dónde sale la fuerza que nos lleva a la cima del Chimborazo o a la del Everest, pero hay una que lo consigue.
Ocurre en el fútbol, en la política y en cualquier empresa humana. El mejor jugador no tiene por qué ser el mejor capitán...
La pandemia nos da la ocasión de volver al concepto fundacional de la universidad, el invento más fabuloso de la Edad Media.