Era la época en que había que engalanarse y acicalarse para ir hasta el campo de aviación a despedir o a recibir a los parientes que viajaban. Obviamente lo hacíamos en el carro de plaza de Julio Garzón, tal vez el único taxi de Latacunga que hacía viajes a Quito.
Debo haber tenido unos 4 o 5 años cuando mis padres cometieron la imprudencia de viajar a Miami ¡en avión! Bueno, la imprudencia no fue de ellos sino de mi abuela quien se quedó a nuestro cuidado y me hizo rezar durante 21 noches seguidas el ‘angelito de mi guarda’ con una estrofa añadida por ella en la que decía Angelito cuida a mis padres y no permitas que el avión se caiga al mar y les coman los tiburones. Tal vez desde ahí me causan tensión el angelito de la guarda, el avión y los aeropuertos.
A pesar de la tensión, no puedo evitar que la sociedad de consumo me consuma y caigo ingenuamente en las promociones de vuelos baratos que las aerolíneas ofrecen a los incautos como yo. Soy la número uno en marcar 1800INGENUA y caer en alguna tramposa oferta.
No entiendo cómo funciona esto, tal vez hay gato encerrado o tal vez yo soy lo suficientemente tonta para no leer la letra pequeña donde la aerolínea me informa comedidamente que me está metiendo un gol por la galleta. Lo único cierto es que 3 de las 4 veces que he comprado pasajes de Quito a Guayaquil por 59 dólares (léase bien 59, no 60) y por algún motivo no he podido viajar el día y hora previstos, he perdido todo, alguna vez me han cobrado una penalidad y he podido hacer el cambio, en otras ocasiones me han dicho que me van a devolver en kilómetros. Lo cierto es que yo sigo sin entender por qué las respuestas varían de una oficina a otra, de la misma empresa. A veces se pierde todo, a veces una parte pero siempre se pierde.
A mi querida amiga Carmen le ha ido mucho peor, creo que ella marcó 1800SOYBRUTA y cayó en una tremenda promoción, pasajes a España por 700 dólares. Desgraciadamente su marido tuvo que ser operado de la vesícula, obviamente no pudieron viajar y no hay poder humano, ni historia clínica, ni certificado médico que le ayude a recuperar su dinero. El marcador terminó así: Aerolínea 1.400 - Carmen 0.
Esto no es justo, aparentemente es un engaño y nadie se pronuncia al respecto. No hay quien nos defienda de este atropello. Lo único cierto es que la sociedad de consumo nos consume y nos tienta y nos dejamos tentar, y nos vende y nos tiende trampas en las que caemos día tras día. Bien dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, pero algunos somos realmente “unos animales” porque tropezamos con pasajes baratos innumerables veces.
Necesitamos una autoridad suprema que nos ayude, que tenga competencia, por si acaso voy a intentar el 1800ANGELITODELAGUARDA.