EFE
MÉXICO.- Una fábrica de tabaco erigida en tiempo colonial ha renacido en México
convertida en un centro de vanguardia para las letras y las artes
visuales en una ambiciosa transformación que entrañó enormes retos
arquitectónicos, bibliográficos y artísticos.
"Es un gran proyecto, en palabras de Carlos Monsiváis 'la primera gran
hazaña del siglo XXI mexicano'. Inaugura además una tradición: que el
Estado adquiera, preserve, resguarde, dedique un sitio especial para
bibliotecas personales de grandes hombres y mujeres de letras", dijo a
Efe la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
(Conaculta), Consuelo Sáizar.
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La Ciudad de los Libros y la Imagen, que albergará el edificio de La
Ciudadela en la capital mexicana, abrirá sus puertas el próximo 21 de
noviembre con la entrega del I Premio Internacional Carlos Fuentes a la
Creación Literaria en Idioma Español al peruano Mario Vargas Llosa.
La Ciudadela, ubicada en el centro de Ciudad de México, es un hermoso
edificio neoclásico de 28.000 metros cuadrados cuya construcción comenzó
en 1793 y que culminó con la edificación de la Real Fábrica de Tabacos
en 1807.
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Fue convertida en fortaleza militar, luego en prisión, en fábrica y
depósito de armas, declarada monumento de valor histórico en 1931 y
transformada en 1946 en la Biblioteca de México "José Vasconcelos".
El año pasado la biblioteca cerró sus puertas para dar paso a un
ambicioso proyecto de remodelación, en el que se han invertido 540
millones de pesos (41 millones de dólares o 32 millones de euros), y
convertirla en un centro cultural de vanguardia.
El nuevo espacio está dividido en cuatro patios, el de los Escritores,
alrededor del cual hay cinco extraordinarias bibliotecas personales, el
de Lectura, un tercero para la Imagen y el último dedicado al Cine.
Además de remozar el vetusto edificio, el centro cuenta ahora con una
librería, accesos especiales para discapacitados, salas de lectura y
digitales, una galería de exposiciones, un teatro y una biblioteca para
niños.
Evocando el uso primigenio del edificio, el artista holandés afincado en
México Jan Hendrix montó "La hoja de tabaco", una escultura de aluminio
blanco cubierta de cerámica que proyecta interesantes juegos de luz y
recuerda una pila de libros.
También sobresale en la Ciudad de los Libros y la Imagen el primer mural
del diseñador mexicano de origen español Vicente Rojo, "Gran escenario
primitivo", de 7,2 metros de largo por 3 de alto.
En suma, en La Ciudadela habrá unos 540.000 libros de un acervo general
enriquecido por las bibliotecas personales de cinco intelectuales
mexicanos: los poetas Alí Chumacero y Jaime García Terrés, el cronista
Carlos Monsiváis, el bibliófilo José Luis Martínez, y el humanista
Antonio Castro Leal.
La titular de Conaculta ha mimado con particular cuidado esta parte del
proyecto porque "una biblioteca personal es la construcción de un
pensamiento", y es importante protegerlas y acercarlas a nuevos lectores
y estudiosos.
"Las grandes bibliotecas que hay en México corrían el riesgo de ser
vendidas al extranjero, como se hizo prácticamente en todo el siglo
XVIII y XIX", explicó.
Adquiridas en negociaciones con las familias, cada una de ellas tiene
fondos parcialmente digitalizados, facilidades de acceso y uso para
invidentes, y sus propios "tesoros".
La de Monsiváis contiene más de 24.000 libros, periódicos y revistas,
muchos de cultura popular y cine; la de Castro Leal, obras dedicadas,
como "Plenos poderes", del chileno Pablo Neruda; y la de García Terrés
es "probablemente la mejor colección en una biblioteca personal de
poesía en español", aseguró Sáizar.
Satisfecha con el resultado, la presidenta de Conaculta, un organismo
con funciones de ministerio de Cultura, subraya la importancia del que
será el último gran proyecto en esa cartera de la Administración de
Felipe Calderón, que entregará el poder el 1 de diciembre próximo.
"Los funcionarios públicos debemos dejar la impronta de nuestras
pasiones en nuestro trabajo, y en mi caso es clarísimo. Son los libros,
la arquitectura y la tecnología", concluyó.