Una vez que se han convocado las elecciones serán más frecuentes los discursos y declaraciones de los candidatos, unos más grandilocuentes que otros y aunque lo que esperamos de ellos es la presentación de su propuesta de país y la forma en que esperan lograrlo, lo más probable es que esto no sea lo único que planteen, quizás ni siquiera a lo que le den más tiempo y es factible que haya alguien que no vaya más allá del mero enunciado.

Por eso es importante que los ciudadanos sepamos leer y decodificar el discurso de los candidatos y de sus mensajes publicitarios. Es frecuente que todos aludan a la democracia y se definan como demócratas, puesto que nuestro país se define como tal. Ser demócrata supone creer en el gobierno del pueblo, lo que se vive de acuerdo a como lo defina la Constitución, pero en todo caso, siempre asumiendo que la ciudadanía es libre y capaz para trabajar por su propio crecimiento y el del país y para tomar decisiones a partir de la información que tiene derecho a recibir por el medio que elija.

Un demócrata se esfuerza para que el Estado ofrezca educación de alta calidad y considera que uno de los indicadores de que así es está en el desarrollo del pensamiento crítico de los niños y los jóvenes, y jamás permitiría el proselitismo político en las aulas, ni los textos dirigidos hacia una ideología. Pone todo su empeño en favorecer la creación de fuentes de trabajo y entiende que no se reemplazan por ningún plan asistencial. Concibe el manejo de la economía como el instrumento que bien manejado es clave para lograr la equidad. Está convencido de que en la democracia representativa es importante la opinión de la mayoría, pero cuida de no convertirla en muchedumbre y jamás desprecia el valor de la minoría y sus opiniones. Es abierto al diálogo y admite que en un gobierno cada función tiene sus atribuciones y sus límites. Acepta que el país se rige por leyes y las respeta.

Pero existe también la demagogia, que se considera una degeneración de la democracia, consistente en que los políticos utilizan el halago y las promesas, apelan a los deseos, las pasiones, los resentimientos, los miedos, los anhelos de los electores para obtener su voto y mantener su apoyo. El demagogo dedica su esfuerzo a concentrar el poder en sus manos, dentro de organizaciones democráticas, apelando siempre al apoyo de las bases, a las que considera muchas veces, por encima de las leyes que son el referente común que tiene la ciudadanía. No duda en hacer promesas irrealizables y en privilegiar la comunicación de masas por encima del análisis político. Espera del pueblo su apoyo emocional y no su reflexión crítica. En su discurso aluden frecuentemente al pueblo, a la patria, a la democracia, a la justicia, a la paz, pero también utilizan las palabras y las frases que aluden a los intereses inmediatos de los ciudadanos que, generalmente, conocen a través de las encuestas.

Hay diferencias entre el demócrata y el demagogo y los ciudadanos debemos hacer lo necesario para detectarlas, quizás nos ayude la frase de Abraham Lincoln: “La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras mayores”.