Opinión internacional |
EE.UU.
¿Quién sabía que los carcinógenos tienen su propio cabildeo en Washington?
¿No me creen? Solo hay que considerar al formaldehído, el cual se encuentra en todo, desde el barniz de uñas hasta las encimeras de la cocina, de los suavizantes para telas hasta las alfombras. En gran medida debido a que se usa en materiales para construcción, respiramos los vapores cuando estamos dentro de las casas.
Solo otro hecho que deberían saber: según científicos gubernamentales, causa cáncer.
La industria química trabaja desesperadamente para suprimir ese consenso científico –porque teme una “confusión en la población”–. Al parecer, a la gran química le preocupa que ustedes se puedan confundir al saber que el formaldehído causa cáncer en nariz y garganta, y, quizá, también leucemia.
La estrategia del sector es cabildear en el Congreso de Estados Unidos para reducirle dinero al Informe sobre Carcinógenos, un documento de consenso, de 500 páginas, que publican los Institutos Nacionales de Salud cada dos años, mismo que contiene la mejor información sobre cuáles agentes causan cáncer. Si eso suena a matar al mensajero, bueno, lo es.
“La forma en la que se supone que funciona el libre mercado es que tengas información”, dijo Lynn Goldman, decana de la Escuela de Salud Pública en la Universidad George Washington. “Están tratando de suprimir esa información”.
El problema mayor es si el Gobierno federal debería ser el guardián de la salud pública, o el perrito faldero del sector. Cuando Mitt Romney denuncia al presidente Barack Obama por regular en exceso, lo que está en juego es este tipo de problemas.
“Se sabe que el formaldehído es un carcinógeno humano”, se declara en el Informe sobre Carcinógenos más reciente, publicado en 2011. Ya se había enlistado en ediciones anteriores, solo que como posible carcinógeno, pero en el más reciente se argumenta que es tiempo de dejar de hablar con evasivas y se cita a muchos estudios sobre la exposición al formaldehído en humanos y animales.
La industria química estaba indignada porque vende mucho formaldehído que termina en las casas de las personas, a menudo sin que lo sepan.
“Casi todas las casas tenían concentraciones de formaldehído que excedían la cantidad establecida en los lineamientos para evitar el cáncer y la irritación crónica”, según un sondeo que realizó en 2009 la Comisión de Energía de California.
El Informe sobre Carcinógenos también ofendió a la industria química al enlistar por primera vez al estireno como “razonablemente probable que sea un carcinógeno”. El estireno, que se le pone a todo, desde barcos hasta casetas de duchas, es más un riesgo para quienes trabajan en fábricas donde se utiliza, así que es menos un problema para la población en general.
A la industria química la representan en Washington el Consejo Estadounidense de Química, que es el frente del cabildeo de los gigantes químicos como Exxon Mobil, Dow, BASF y DuPont. Esas compañías deberían entender que arriesgan su prestigio cuando juegan con vidas humanas.
El Consejo Estadounidense de Química primero hizo que sus amigotes en el Congreso ordenaran un estudio de seguimiento al formaldehído y el estireno que costó un millón de dólares. Luego, exigió, mediante una disposición elaborada por el representante republicano por Montana, Denny Rehberg, que no se gastara ningún dinero en otro Informe sobre los Carcinógenos mientras no se terminara el seguimiento –lo que significa un retraso de cuatro años en el siguiente informe–. Sigan sintonizados para ver el esfuerzo de la industria para deslizar alguna disposición parecida en la próxima legislación sobre el presupuesto.
Seamos claros. Hay incertidumbre en cuanto a los químicos tóxicos y es perfectamente legítimo criticar el Informe sobre Carcinógenos. Sin embargo, este esfuerzo por desfondarlo es un insulto por igual para la ciencia y la democracia.
Bárbara K. Rimer, la presidenta del Panel Presidencial sobre Cáncer, me dijo que podría haber formas de mejorar el Informe sobre Carcinógenos, pero sería equivocado quitarle el dinero. “Sin este programa, habría una brecha en la protección de la población”, expresó.
El mes pasado, 76 científicos escribieron una carta conjunta, dirigida al Congreso, en la que notan que la Organización Mundial de la Salud también enlistó al formaldehído como un carcinógeno conocido, y al estireno como un posible carcinógeno. Defienden al Informe sobre Carcinógenos por considerar que “está de acuerdo con el consenso científico internacional”.
“El Consejo Estadounidense de Química trabaja para retrasar y, en última instancia, destruir” el Informe sobre Carcinógenos, escribieron los científicos.
El Consejo de Química declinó hablar conmigo en forma oficial. Tiene una larga trayectoria de ofuscamiento, y adopta las mismas estrategias que utilizó la industria tabacalera para retrasar la normativa sobre los cigarrillos.
“Es el mismo manual de estrategias”, notó Jennifer Sass, una científica sénior del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales.
El Consejo Estadounidense de Química también está tratando de socavar las reseñas científicas del Departamento de Protección del Ambiente (EPA, por sus siglas en inglés). Se puede decir esto sobre nuestro sistema político: ¡hasta los carcinógenos tienen un defensor en Washington!
La estrategia básica es vieja. Como nota David Michaels en su libro Doubt Is Their Product (La duda es su producto), la primera evidencia de que el asbesto causa cáncer surgió en los treinta. Sin embargo, tres décadas después, ejecutivos del sector todavía objetan los artículos periodísticos “mal informados y exagerados”, todavía encubren los sorprendentes índices de cáncer y todavía denuncian a la normativa sobre el asbesto como algo “prematuro”. Grandes cantidades de estadounidenses hoy día mueren como consecuencia.
¿Realmente queremos pasar por eso otra vez?
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