Las grasas hidrogenadas son grasas que naturalmente son líquidas (por ejemplo, el aceite de girasol), pero que al pasar por un proceso llamado hidrogenación se transforman en sólidas. Este proceso de hidrogenación se da mundialmente por conveniencia económica, ya que tecnológicamente hablando, permite que existan aceites de textura moldeable, utilizables para la industria alimentaria en la confección de panes, galletas y aperitivos de bajo costo.

El periodismo y la comunicación se han encargado de educar acerca de los efectos sobre la salud de las grasas hidrogenadas: posibles lesiones arteriales y daños en el perfil del colesterol. Sin embargo, aunque sea un tema rebuscado, los efectos sobre la psiquis son interesantes también.

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Psicológicamente, varios estudios contribuyen a pensar que estas grasas generan desórdenes de ansiedad, irritabilidad e incluso de agresión. Mi teoría es que al ser un producto que aleja más al hombre de la tierra, y esto, al ser percibido por el ser humano podría generar desinformación y desbalance a nivel psíquico consciente e inconsciente.

Así, para una vida que ya de por sí puede resultar tempestuosa, mejor comer sano y favorecer los procesos cognitivos que alimentan la salud.

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La margarina es un ejemplo de grasa hidrogenada y su uso está muy extendido en productos de bollería en los supermercados.