Así es, amigas y amigos de EL UNIVERSO y de esta columna. Durante algo más de un lustro ocupé, todos los miércoles, un espacio en el centro de esta página, exactamente en la columna que ven ustedes, pegada a esta, a la derecha. A partir de hoy soy de extrema izquierda. No creo que la ubicación tenga que ver con posturas políticas. Al centro, a la derecha o a la izquierda, los columnistas de este Diario, de manera gratuita, fuimos bautizados como miembros de la prensa “corructa”. Nada hicimos para merecer este mote peyorativo. Quiero entender que son coletazos del poder que sintiéndose incapaz de rebatir opiniones divergentes con tesis y argumentos, opta por el fácil atajo del menosprecio e insulto, en paquete, en una universalización de ditirambos reñida con los preceptos de aquella lógica elemental que algunos aprendimos en cuarto o quinto año de secundaria. Los gobiernos que comprendieron a tiempo que la prensa es un servicio a la comunidad, desde diversas posturas del pensamiento y que sus investigaciones, descubrimientos, propuestas o juicios de valor son benéficos para el progreso de una nación, son gobiernos afortunados. “Cuando la prensa calla, el silencio grita” fue una exitosa consigna de periodistas panameños.
José Martí fue grande en su cosmovisión y claro en la formulación de sus conceptos: “Triste cosa es no tener amigos pero más triste es no tener enemigos porque quien enemigos no tenga es señal de que no tiene ni talento que haga sombra ni bienes que se le codicien, ni carácter que impresione ni valor temido, ni honra de la que se murmure ni ninguna cosa buena que se le envidie”.
Algunas veces he parafraseado, en esta misma columna, aquella frase que de tanto repetir no sé ahora si es mía o se la copié a alguien. Pienso que las ideas no tienen dueño y que sus formulaciones tampoco tienen sellos de originalidad. Con más o menos letras, con más o menos palabras o frases, siempre intentamos expresar de la mejor manera aquel pensamiento que con frecuencia nos golpea y que pugna por salir convertido en palabra escrita o hablada, cuando no en imágenes. Así somos los humanos, así nos comportamos y es por esto que es imprescindible tener canales de expresión en los cuales podamos nosotros verter pensamientos, ilusiones, contrariedades y llevar lo que ahora es nuestro, particular y muy personal, hacia un mundo más amplio, grande, desconocido, donde ese pensamiento mío se encuentre con el pensamiento de otros para cotejar conceptos, para concordar en apreciaciones o para discrepar sesuda y firmemente con ideas mal traídas o mal concebidas; me refería a “los hermanos nacen y los amigos se hacen”. Martí nos dice que es triste no tener amigos, es decir, estar privados de personas que no siendo de nuestra sangre se hallan cerca de nuestras vidas para compartir con nosotros esas riquezas humanas de tanta trascendencia para el vivir y convivir humano. Hoy aprendí, también con Martí, qué más triste aún es no tener enemigos.