La comuna Valdivia es una de las organizaciones más antiguas de la península de Santa Elena y propulsora de la cultura más arcaica de Ecuador y de América. La efigie Venus de Valdivia es reconocida mundialmente. Su ancestral cholerío tiene importancia continental por su valor científico e histórico perteneciente al periodo formativo. Con estos antecedentes es lógico pensar que es un sitio bien atendido, pero la realidad es distinta; de nada sirvió que Unesco la haya declarado Patrimonio Cultural en 1997.
La suerte de Valdivia cambió radicalmente en 1995 con la presencia de dos fábricas enlatadoras de pescados (actualmente clausuradas). La falta de control sanitario por parte de la Municipalidad de Santa Elena contribuyó a destruir el estuario marino costero del río Valdivia con los consecuentes daños ambientales. En el 2009, el Ministerio de Coordinación Patrimonial decretó emergencia a fin de ejecutar el Plan de Recuperación Ambiental. También intervinieron los ministerios de Cultura y de Turismo. En julio de ese año, el presidente visitó el sitio y ordenó la construcción de un moderno acuario, como “compensación social por los daños ambientales en donde el Estado ha permitido daño a los pobladores de Valdivia y como una contribución al desarrollo turístico de este olvidado sitio de la patria…”. Es oportuno comentar que desde hace años funciona un acuario rústico donde habitan algunas especies marinas y es administrado por los comuneros, su estructura física es antitécnica.
La referida obra valorada en 270.000 dólares se ejecutó en casi el 95% pero no ha sido entregada legalmente al cabildo de la comuna, cuya asociación de emprendedores turísticos (cabañeros, artesanos, choferes, dueños de comedores, etcétera) reclaman medidas definitivas ante la indiferencia de autoridades del Ministerio de Turismo, quienes aparentemente serían cómplices de esta situación. Los contratistas, que antes trabajaron estrechamente con el desaparecido ente corrupto PMRC, ahora fungen de “asesores de la revolución ciudadana”, crearon las bases y condiciones técnicas contractuales (términos de referencia para el contrato). A esto se suma la insensibilidad de un grupo de comuneros que no buscan una solución técnica, jurídica y administrativa para resolver el caso. Las fallas, según un informe técnico indican que las bombas no son adecuadas, el grosor de los paneles acrílicos tampoco, el sistema de agua es deficiente, etcétera.
Dos años han transcurrido y todavía no se vislumbra un arreglo. Las pérdidas han sido cuantiosas al no funcionar el moderno acuario. Ningún funcionario del Ministerio de Turismo toma la decisión de dar por terminado dicho contrato y cobrar la garantía. Aparentemente existió un sobreprecio del 30% para pagar sobornos y comisiones, se rumora en la comuna. El cabildo hace esfuerzos por hablar con el mandatario y no lo logra. ¿Por qué el ministro Ehlers no procede? ¿Son tan poderosos los contratistas o hay personas de “manos limpias y corazones ardientes” involucrados en este presunto peculado? ¿Se castigaron a los culpables del daño ambiental? ¿Cuánto ha invertido el INPC –de su abultado presupuesto– para el rescate de Valdivia? Alguien tiene que responder. El silencio solo evidencia visos de corrupción. Así paga la Revolución Ciudadana al desbordante apoyo de los peninsulares en la reciente consulta popular. ¿Y el presidente por qué no actúa con la vehemencia acostumbrada? Solo él lo sabe…
En la próxima entrega comentaré sobre la explotación inmisericorde del cerro El Tablazo, ubicado en Santa Elena, y las “medidas” adoptadas por el alcalde.