El discurso del presidente Rafael Correa, como el de muchos líderes políticos exitosos, se apoya en un viejo recurso de generalización de la lógica y de la filosofía, el de los flatus vocis. Esta locución latina significa algo así como “soplo de voz”, pero su sentido apunta más bien a la idea de “palabra vacía” que intenta plantear la existencia de abstracciones universales y absolutas, pero que no designan ningún objeto en la realidad concreta. El término fue utilizado por primera vez en la Edad Media por los filósofos ingleses y franceses de la corriente llamada Nominalismo, para criticar al viejo Realismo de la tradición platónica y aristotélica que proponía la existencia de los “universales” como entidades que se pudieran ubicar en la realidad concreta.

La lógica aristotélica distinguía entre los “universales” (afirmativo y negativo) y los “particulares” (afirmativo y negativo). El valor de esta lógica se mantiene para ejercicios del pensamiento y el razonamiento, pero los ejemplos de texto no necesariamente designan la existencia de esos objetos en la realidad concreta. Así, al afirmar que “todos los elefantes son verdes” (universal afirmativo), una conclusión verdadera derivada de aquello sería que “algunos elefantes son verdes” (particular afirmativo). Por tanto, las proposiciones “ningún elefante es verde” (universal negativo) y “algunos no lo son” (particular negativa) deben considerarse falsas siguiendo el ejemplo. ¿Qué pasa si el presidente habla –por ejemplo– de la “bancocracia corrupta” como si fuera una entidad que existe en la realidad concreta?

Entonces corremos el riesgo de traducir esta expresión por la proposición: “Todos los banqueros tienen poder y son corruptos”, de lo que se inferiría que no hay ninguno que no lo sea, lo cual evidentemente es falso. Lo mismo se aplicaría a otras expresiones como “vieja partidocracia”, “prensa corrupta”, “peluconería”, “capitalismo explotador”, y a otras que vienen de otros gobernantes prolíficos en la creación de flatus vocis, como aquella de “abogados de mente ratonil” (Velasco Ibarra). En la lógica actual, los universales se reservan solo para la producción de conceptos científicos. Los flatus vocis de los políticos no son conceptos científicos, pero ambos discursos tienen al menos un rasgo común: son variedades de un mismo discurso matriz, el que Jacques Lacan llamaba “el discurso del amo”, discurso generalizador y totalizador. El problema es que un discurso que intenta “decir la verdad acerca de todo” corre el riesgo de no decir nada útil ni verdadero en lo concreto y particular.

El discurso de muchos políticos, discurso de flatus vocis, ha tenido éxito en públicos de diferentes tiempos y lugares, probablemente por lo cómodo que resulta aceptar las generalizaciones como verdaderas, frente al gran trabajo de investigación y pensamiento que demanda establecer la existencia de la verdad en lo particular de cada caso. En la vida política de los pueblos, un sector (aunque no sea el único) que tendría la función y la responsabilidad de investigar la verdad en la particularidad de cada caso, es el sector de la prensa. A los periodistas (pero no solo a ellos) corresponde la tarea de descubrir la verdad singular en la realidad concreta y efectiva de los asuntos que nos interesan a todos. Quizás por ello los periodistas investigadores siempre molestaron a los gobernantes.